Thursday, January 4, 2018

MACEDONIO VILLAFÁN: NARRADOR DE RAÍZ ANDINA (KUYANAYPAQ) (Por Teodoro J. Morales)


MACEDONIO VILLAFÁN: NARRADOR DE RAÍZ ANDINA (KUYANAYPAQ)


Por Teodoro J. Morales



La literatura perenniza las vivencias de los pueblos, recoge el espíritu que tienen; en ella, hay una concepción de vida y de mundo, que forjaron como sello de identidad a través de los tiempos.
Hay mucho que se ha escrito y publicado, de real mérito, pero mucho de ello se ignora, porque los que escriben no están adscritos a esos grupos que detentan el poder cultural como algo suyo, como si fuera un feudo de su propiedad.
Las instituciones que existen (casi todas) se han  elitizado por voluntad propia,  y por conveniencia de los que viven dentro de ellas; esos, han postergado y negado derecho a los que no se  encuentran dentro de esos círculos cerrados.
Llega a mí, “Cielo de las Vertientes” (1) de Macedonio Villafán Broncano (2); no tenía conocimiento de su existencia, ni referencias de su autor.
En esa obra vive la historia de vida del mismo pueblo: sus sentimientos, sus aspiraciones, sus sueños; sus frustraciones, sus luchas, sus creencias; nos muestra una verdad, la vida cierta. La existencia no es fácil en ninguna parte, ni para ninguna persona. Hay que luchar en mucho, para realizar las aspiraciones que se tiene, y para alcanzar un fin de vida.
En “Cielo de las Vertientes”, se relata la historia de realización de vida de Juan y Flor, es la historia de muchos, un sueño vivido desde cuando fueron niños, pasando por todos sus momentos: hasta coronar con la vejez y la muerte. Vidal Guerrero Támara, refiriéndose a esta obra, dice su autor en ella, consigue “testimoniar las luchas cotidianas de los hombres de nuestros pueblos de manera notable, por representar nuestros temores, esperanzas, sueños y hasta pesadillas”; y, Mauro Mamani Macedo, indica que Villafán, cuenta “historias del mundo andino”;  que en “Apu Kolkijirka” (1998), escrito en quechua, ya “se advierte el sustrato mítico endilgado en la tradición oral”; y que en “Los Hijos de Hilario (1988)”, escrito en español, con código andino, “se sustenta en la memoria, el mito y se expresa en un castellano andino”.
Luego de leer “Cielo de las vertientes, puedo decir, en esta historia de amor hay que hacer una doble lectura. Ella, inmortaliza la vida de  un pueblo. La que es presentada en una doble dimensión de vida, para su interpretación: el amor de Juan y de Flor, que al mismo tiempo representa una realización mayor de vida: en la que está hablando la mitología con su verdad mágica y divina, donde la Cordillera Negra y la Cordillera Blanca escriben la otra historia en el Valle del Callejón de Huaylas. Digo esto luego que viene a mi memoria las letras de aquel huayno, que dice (“Tú eres la pastora de blanca cordillera;/ yo soy vaquero, cholo de negra cordillera).
Hay un amor, que se inmortaliza: Empieza diciendo “ha fallecido la Flor de las Vertientes, mi Flor, llevándose a la eternidad su hermoso rostro de morena andina, sus ojos colmados de horizontes, el imán de su mirada, sus cabellos como cataratas, su dulce cuerpo, el fuego de su amor, sus sueños y nuestros sueños; mientras escucho casi oculto entre los últimos acompañantes los cánticos y oraciones frente a su tumba, recuerdo los instantes en que se cruzaron nuestras vidas”. Todos dirán, es la historia del amor de Juan y de Flor Osorio Poma; pero, en definitiva resulta siendo el amor de un pueblo en la existencia milenaria de la cordillera blanca y la cordillera negra.
Macedonio Villafán Broncano, es Premio de Literatura Quechua de la Universidad Federico Villarreal; para muchos, eso, (de seguro), no significa nada, pero, en verdad, dice mucho. Sin duda, él es un quechua hablante; siendo así, conoce el real corazón de ese idioma, del que ni idea tienen los demás. El quechua es una lengua de rica dulzura en su expresión, eso, se explica cuando dice, “Te amo desde tu pueblo, hermosa cordillerana. Eres el cielo de las Vertientes, eres para mí el sol de la mañana y del atardecer en el horizonte, eres el agua que cae por las cascadas; tú vives en las flores de los sembríos de tu cordillera, pero vives más en mis ojos y en mi alma”.
Es un amor de hondas raíces telúricas. “Te amo desde tu pueblo, hermosa cordillerana. Eres el cielo de las Vertientes, eres para mí el Sol de la mañana y del atardecer en el horizonte, eres el agua que cae por las cascadas; tú vives en las flores de los sembríos de tu cordillera, pero vives en mis ojos y en mi alma. Mi Flor, mi Flor de las Vertientes, ámame como te amo” (…) “se volvieron a descubrir nuestras miradas, nuestros ojos abrieron las ondas contenidas de sus imanes en cada ocasión de nuestras vidas que iban por caminos distintos y que en ese instante confluían inesperadamente”. Y termina la historia, con estas palabras “mi Flor de los Andes, que el cielo de las vertientes, con sus incendios y sus sombras, es el espejo de tu vida y de tu muerte, de mi vida y de mi muerte; porque tu vida es mi vida y tu muerte es mi muerte. Ese cielo es el espejo-leyenda de nuestra vida y de nuestra muerte, juntos por siempre, como las Cordilleras Blanca y Negra”. En verdad, me gustaría leer los libros anteriores que publico Macedonio, eso, me permitiría ampliar mi visión en cuanto a su literatura.
El lenguaje siempre fue el principal instrumento en la expresión, tanto que Gonzalo Espino Relucé, dice la palabra “se asume como una ficción que reinventa la vida cotidiana, las vicisitudes de la historia y su apego al mito, las celebraciones colectiva, los procesos de migración y la intensa reiteración que cubre como tejido la vida de los runa de Callejón de Huaylas. Esto último como parte de las percepciones indígenas o lo que de común llamamos, tradición andina, así esta tiene varios nexos con la tradición oral y por ello en la mayoría de sus textos, la memoria jugara un papel central para la realización del texto” (3). Wilder Caururo Sánchez, dice: en obras como la de Macedonio Villafán, “mito y realidad se entretejen convenientemente”, en el que se encuentra “el mensaje milenario de las Pakchas, el canto de luz y de sombra de los atardeceres, el silbido del viento, el murmullo de las aguas y el inexorable paso del tiempo que nunca apaga la flama del amor verdadero. Historia trágica y de reflexión sobre la existencia y sobre la promesa de amor que supera los límites del espacio y el tiempo”.
El amor, en esta obra, es presentado, en un lenguaje de dulzura; para alcanzar su realización, los personajes de la historia tuvieron que vivir separaciones obligadas que estaba más allá de la voluntad de ellos, pero, al final, la vida los lleva a realizar su sueño de vida; al descubrirlo, ella dice: ¡Mierda!. Esto era el amor”.
Mauro Mamani Macedo, reconoce que Macedonio Villafán, “con maestría nos entrega esta historia contada con sinceridad y con un solvente arte de narrar”, que, Cielo de las Vertientes, “Es un amor de miradas; primigenio y limpio, pero rotundo. La fuerza del amor les permite llegar a los transitados tiempos de la sobria vejez”. ( …) “es un amor con  historia; aquí el amor es pleno y honroso; es desplazado y aplazado; porque a pesar de las múltiples interferencias, se consuma con  las últimas fuerzas escondidas en los rincones del cuerpo envejecido, que se aviva por el despertar del sentimiento”; mientras que para Alejandro Mautino Guillén, en ella “la memoria convoca diversas etapas de la vida; diversas postergaciones de la libido en los amores adolescentes; reconstruye, a través de un personaje, la noción de sujeto plural de ciertas sociedades andinas que buscan desbordar lo geográfico y conectarse con la sociedad letrada provinciana”.
En definitiva, en Cielo de las Vertientes, hay dos sabidurías: la del mundo andino, y la del mundo occidental; por lo mismo, una cabal interpretación, no puede hacerse mirando los hechos desde un ángulo limitado de visión de mundo.
La sabiduría del mundo andino, está hablando por boca que el tiempo transmitió de unos a otros; según ella, la cordillera negra y la cordillera blanca “se originan en una sola cadena montañosa cuando el dios serpiente Amaro avanzó por dentro desde las aguas de Conococha hacia el norte partiéndola en dos como arar la tierra, forma las dos cordilleras que en su base son separadas por el río  Santa. Ese universo encantado, tiene historias de un real mágico realismo, que cuentan que “En noches de luna llena brillantes peces de colores rodeaban dando saltos a la diosa del agua sentada en una isleta, una hermosa ñusta de  vincha en la frente y gruesas trenzas que en cantaba a los caminantes solitarios para llevarlos a su palacio de oro y plata en las profundidades”. Es esta vertiente la que tiene que ser profundizada.
Rodolfo Sánchez garrafa, refiriéndose a Macedonio Villafán, dice “En él se conjuga formación profesional y quehacer literario. Su conocimiento vivencial del mundo rural andino constituye un respaldo evidente de su creación narrativa”, e indica que en su obra “actualiza su memoria individual y social, con descripciones, en general sobradamente logrados sobre la cotidianidad de los pueblos de las cordilleras Negra y Blanca del espacio ancashino” (El Tema de la Muerte en los Relatos de Macedonio Villafán Broncano).
Saludo este feliz hallazgo, y que Macedonio Villafán Broncano siga descubriéndonos en sus obras a ese Perú en su verdad profunda para que nunca muera.
            

          
NOTAS.

(1).- “Cielo de las Vertientes”. Segunda Edición, 2014. Río Santa Editores, Chimbote.  74 pp. Carátula: foto tomada por el autor. Diseño y diagramación: Edgar Cáceres Flor. Se terminó de imprimir en los talleres gráficos de la Imprenta Aixter Torres Grafic. Formato: 12 x 20.5 cm.

(2).- Macedonio Villafán Broncano, narrador andino quechua, nació en Taricá (Huaraz-Ancash) en 1949. Hijo de Juan Villafán y de Adelayda Broncano..  Estudió la primaria en la escuela de Taricá y en la escuela Antonio Raimondi de Huaraz, luego  continuo estudios en el Colegio Mariscal Luzuriaga de Huaraz. Estudió en la Universidad Nacional de Trujillo. Maestría, y doctorado en la Universidad de San Marcos. Es profesor de la Universidad Nacional Santiago Antúnez de Mayolo. Premio de Cuento en el Concurso Nacional de Literatura Quechua de la Universidad Federico Villarreal, en 1997 y COPE en cuento de Petro Perú. Ha publicado: “Apu Kolkijirka” (1988); “Willakuy” (cuento),Los Hijos de Hilario” (1999), y, Capuli” (poesía).


(3).- Gonzalo Espino Relucé.- “Macedonio Villafán Broncano: narrador andino quechua”.

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