Wednesday, August 12, 2015

"Elegía a la paz violenta" de Teodoro J. Morales: Mensaje a la ingravidez de la paz

"ELEGÍA A LA PAZ VIOLENTA" DE TEODORO J MORALES: MENSAJE A LA INGRAVIDEZ DE LA PAZ

por César A. Angeles Caballero.


De la entraña milenaria del ande peruano, es decir de la paradisíaca Tarma, acaba de llegarme, con olor a retama y a viento serrano, un breve poemario de uno de mis más distinguidos discípulos: Teodoro J. Morales, quien hilvanó sus pasos estudiantiles con diligencia y capacidad en las aulas universitarias de San Luis Gonzaga de Ica. Me satisface profundamente este hecho singular. De un lado, porque Morales sigue calando in extenso en el quehacer literario; y de otro, encaminando sus pasos por el revolucionario menester de la creatividad poética, campo éste que lo viene absorbiendo con fecunda amplitud.


El poemario en referencia, posee diversas cualidades. En este sentido, deseo empezar señalando que la comunicación del estro poético fluye a través de un lenguaje directo, impactante y perspicaz. El título denuncia honda preocupación por el hombre actual y por el contenido, alcances y porvenir de lo que es la PAZ. La angustia se aprecia, entonces, como elemento vital, tajante, enigmático y contrapuesto temáticamente a la violencia: “… llegar a la paz violenta”, pero a la vez cierta, con certeza horizontal.

Morales, ha penetrado muy profundamente en la esencia misma de lo que entiende por PAZ, de ahí que exprese contundentemente: “Carnicería bélica es el hambre. Eso es la paz”.

Por este cause bullente, semidantesco, la mística unción religiosa del hombre se ha quebrado insondablemente, frente a la paz efectiva, sincera, congruente, pues ahora, “Nadie tiene pánico ni temor a la extremaunción”.
De otro lado nos parece intuir en la poesía de Morales, cierta desazón, acaso como tenue duda filosófica, girando en torno a Dios mismo: uno y creador, con su coro de seres bíblicos y santificados, en su deseo de aproximarse a la naturaleza misma de las cosas. Frente a esta problemática, asaz filosófica, el poeta reconoce con exacta dimensión que “… hay un asesino en la conciencia de cada persona”; por entre este discurrir muéstranse otros aspectos de real interés, como el saludar la actitud patriótica del soldado, cuando señala: “en casa todos se sienten orgullosos del soldado”.

Este poemario es un mensaje a la ingravidez de la PAZ que los imperialismos, día a día, buscan asesinar con proyectos atómico-nucleares y que Morales critica y le lamenta en la paz bucólica de su Tarma, eglógica y serena. Que la paz que Morales busca en sus versos, sea el bálsamo de la quietud espiritual que todos anhelamos; y su poemario la cadena de nuevas y excelentes aportaciones literarias.

Pueden leer y/o descargar "Elegía a la paz violenta" de Teodoro J. Morales en el siguiente enlace: http://www.mediafire.com/view/6wposea0ferzecb/Eleg%C3%ADa_a_la_Paz_Violenta.pdf

Tuesday, August 4, 2015

Momentos del proceso cultural en tarma (por Teodoro J. Morales). Extracto del libro "Extramuros del silencio. La poesía en Tarma"

MOMENTOS DEL PROCESO CULTURAL EN TARMA

(por Teodoro J. Morales)


El proceso cultural en Tarma se inicia en el mismo momento en que el ser humano se establece en ella; sin embargo, en esta exposición me referiré solo a los momentos que dejaron huella y que marcaron época.

No es fácil para nadie recrear todo ese proceso, de una realización cultural, que se dio en esta parte del universo.

Claro que, no solo es eso; quizá, lo más importante es empezar por tener una idea clara de lo que es cultura. Para muchos la cultura se limita a una expresión literaria o artística, y nada más, no es así. La Cultura engloba todo el conocimiento humano.

Bien. Ese proceso, desde nuestro punto de vista distingue cuatro momentos, definidos por los hechos que se dieron: El primero, el de la «Unión Nacional»; el segundo, surge con la «Asociación de Artistas Aficionados de Tarma»; el tercero, se da con el advenimiento de la «Generación del Setenta»; y el cuarto, se inicia con la fundación de la «Casa de la Cultura de Tarma».

Al distinguir los momentos a que tenemos referido, estamos hablando de una realización como expresión de un trabajo colectivo, y no a la realización individual de nadie.

El primer momento empieza en 1891, con el establecimiento del «Comité provincial de la Unión Nacional» en Tarma, a iniciativa de Enrique H. Díaz.

La «Unión Nacional» ejerció una marcada influencia en Tarma, por espacio de diecisiete años, de 1891 (en el que se estableció) hasta 1908, año en el que fallece Adolfo D. Vienrich. Este período distingue dos momentos: el de 1891 a 1897, y el de 1897 a 1908.

Vienrich a su regreso definitivo a Tarma se incorporó al «Comité Provincial de la Unión Nacional», asumiendo la dirección de dicha agrupación; en esa comunidad asomaba la presencia de Enrique H. Díaz, Enrique Herr, José Castillo Atencio, los más representativos en el primer momento.

La «Unión Nacional», todo lo significativo que hizo, lo realizó de 1897 a 1908. Del período anterior no tenemos testimonios que prueben que se haya realizado algo importante. El mérito de Enrique H. Díaz es haber establecido el Comité Provincial, y haber nucleado en torno a él a los primeros militantes. No existen archivos que nos permitan evaluar el trabajo realizado por esa agrupación político-cultural.

La principal actividad que se desarrolló en ese momento, por las propias circunstancias en las que se debatía el país, fue el periodismo. Los intelectuales se vieron obligados, por los hechos, a asumir una tarea que corresponde a los políticos, tanto que el «Círculo Literario» se convirtió en la «Unión Nacional». Una Institución eminentemente literaria, por los graves hechos que se daban, se transforma en la institución político-cultural, a fin de impulsar un movimiento que posibilitara la realización social de nuestros pueblos; y para hacerlo, optó por el periodismo como arma de lucha. Eran conscientes que solo así se podría sentar las bases de una consciencia social en los integrantes de la base social, para luego realizar la obra mayor que se requería. Entonces, la preocupación primera fue propagar las ideas radicales para realizar el cambio de esa realidad injusta que se vivía y padecía.

Eso hizo a que se estableciera una Imprenta, y se dirigiera varios periódicos de propaganda y enseñanza, para que el pueblo bebiera la savia que debía vivificarles el espíritu. Vienrich, como educador entendió que la tarea no solo estaba en las aulas, sino en la comunidad toda; había que sembrar ideas, y para hacerlo tuvo que desarrollar un trabajo importante a través del periodismo. Esa tarea se cumplió a través de las páginas de «La Unión», «La Aurora», «La Aurora de Tarma», «La Nueva Simiente», «El Municipal», «El Radical» y «La Idea».

La poesía, la música y la pintura, apenas si se promovieron. Ellos entendieron que lo primero era lo primero; que el resto vendría luego como consecuencia de la fuerza generada por el propio cambio. Esa era la idea.

Las publicaciones de trabajos de investigación y creatividad, se ven limitadas a las publicaciones que realizó Adolfo D. Vienrich.

El segundo momento empieza en 1947 con la fundación de la «Asociación de Artistas Aficionados de Tarma», y su presencia se mantuvo hasta 1976 en el que falleció Pedro D. Macassi, el principal artífice de esa obra.

La «Asociación de Artistas Aficionados de Tarma», se fundó un 19 de Abril de 1947; quince personas se reunieron para darle vida, entre ellas: El Dr. Moisés Luza Otazú, Pedro D. Macassi, Francisco Palomino Herrera, Enrique Orihuela Amaya, Alberto Medel Gonzáles del Valle, entre otros; aquellos, se reunieron con el propósito de fundar una Institución para «fomentar el arte escénico, así como otras manifestaciones del arte i la literatura», así reza en el Acta de Fundación.

La «Asociación de Artistas Aficionados de Tarma», nace para llenar una necesidad que se tenía; tanto que, Pedro D. Macassi, dice «llegamos tal vez en momento oportuno en que se hacía necesario crear un organismo para orientar i dirigir la inquietud espiritual i cultural»; de hecho que así fue, y cumplió con largueza ese papel.

La «Asociación de Artistas Aficionados de Tarma» fue una Institución que participó mayormente en el arte escénico, para el que tuvieron buena predisposición. Los integrantes, del elenco que tenían, no eran actores profesionales; ellos, provenían de las distintas áreas de la actividad humana.

Pedro D. Macassi, al ofrecer la velada artística del 4 de enero de 1964, destacó la importancia que tiene el teatro en la vida espiritual de los pueblos, señalando que «el teatro era el vehículo alado para la divulgación del arte y la cultura».

La «Asociación de Artistas Aficionados de Tarma», para descubrir nuevos valores en la literatura, estableció los «Juegos Florales», instituyendo como premio del mismo: la «Rosa de Plata»; la «Violeta de Oro», y finalmente la «Kantuta de Oro».

En los Primeros «Juegos Florales» de 1948 fue ungido como ganador con la «Rosa de Plata», Alonso Amarillo Miranda.
En 1949 se publica el libro de poesía «Horas Blancas», que reúne «Rubor de Alba», «Pristinas» y «Canto Vesperal».

En los siguientes «Juegos Florales» fueron ungidos como ganadores: El Rvdo, Padre Florentino García; María Amanda García Yllanes; Carlos León Baldoceda; Gaudencia Pita de Estrada; Dr. Hugo Villegas y Gerónimo Alberto Medel González del Valle.

Hasta donde llega la información, al parecer los últimos «Juegos Florales» fueron los de 1966; seguiré hurgando documentos a fin de establecer lo que realmente corresponde  al caso.

Puedo decir que de aquella cantera provienen Alonso Amarillo Miranda, Gerónimo Alberto Medel Gonzáles del Valle e Isolina Lavado Huancaya, quienes son los más visibles; los que con su trabajo asoman como exponentes de la literatura tarmeña; de los otros, no puedo decir lo mismo, al parecer la expresión poética de ellos se dio como algo momentáneo en sus vidas, y luego se esfumo; no conozco testimonios que prueben lo contrario.

Es posible, que muchas fueron las inquietudes poéticas que empezaron con esos «Juegos Florales»; para el caso, solo interesan las expresiones que se realizaron; las otras, de seguro dormirán la suerte del olvido.

La «Asociación de Artistas Aficionados de Tarma» para proyectarse a la comunidad publicó «Alma y Paisaje», el que alcanzó a seis números.

El tercer momento asoma con el «Manifiesto de Año Nuevo» que aparece en enero de 1970, así surge la «Generación del Setenta» en Tarma, cuya presencia se proyecta hasta 1992, en el que se da origen al cuarto momento.

«Tinta Indeleble» (Cuaderno de Poesía) es el primer testimonio que se publica como expresión de esta nueva inquietud que asoma en Tarma, el que está precedido de un MANIFIESTO.

Además, este momento, tiene como documentos fundamentales: El «Manifiesto de Afirmación y Protesta» (Abril 1970) y «Hacia un Nuevo Absoluto para la Literatura» (Noviembre 1975).

En este momento, es la poesía el género en el que se trabajó, la que alcanzó una realización consiguiendo un lugar en el cuadro cronológico de la literatura a nivel regional y nacional.

«Diario Conflictivo de Clase», de Teodoro J. Morales, es el primer libro de poesía que irrumpe como expresión de este nuevo momento; luego vendrá «Dimensión de la Palabra» de Carlos Orihuela Espinoza, y «Construcción de los días» de Andrés Mendizábal Suárez.

Félix Huamán Cabrera refiriéndose a «Diario Conflictivo de Clase», dice «es un poemario que, sin duda, abre nueva brecha dentro el quehacer literario de la región del centro. (…) Todo el poemario es una verdadera toma de posición ideológica de parte del autor frente a la realidad a la que desenmascara y muestra su verdadera faz dentro de un sistema de alienación y de opresión. (…) Creo que con Morales tenemos a uno de nuestros mejores poetas que a través de nuevas rutas plasma formas llenas de contenido social y claridad ideológica, nos da un testimonio de altura política»[1]. Por su parte Tulio Mora en su artículo «Entre el desarraigo y la tradición», dice que «a partir de Teodoro Morales ya se nota un salto. Para empezar, destierra ese falso tono llorón de mucha poesía rural (y digo falso tono llorón para oponerlo al verdadero tono elegiaco de poetas como José María Arguedas) y asume uno mordaz, irónico. (…) A partir de Morales también aparece el lenguaje coloquial, prosaico, característico de la nueva poesía peruana y que ha sido aplicado con buenos resultados entre los jóvenes poetas del centro».

Félix Huamán Cabrera, refiriéndose a «Dimensión de la Palabra», dice: «no es un poemario localista ni regional, es la posición de un hombre frente al sistema que nos domina, trasciende su individualidad y su sentido grupal para poder romper el monólogo pequeño burgués»; señala que, el libro «es de una textura formal  innovada pero que sin duda la configuración de un mundo cuestionable y la posición del escritor frente a él».

El tercer momento da presencia a la literatura tarmeña, se proyecta y gana auditorios fuera de una realidad local.

El cuarto momento es el de la «Casa de la Cultura de Tarma», fundada el 17 de mayo de 1992. Doce personas acudieron al llamado que se hizo para fundarla. De los que estuvieron a mi lado para fundarla, solo quedan fieles a ese compromiso que se asumió entonces: José Córdova Julca, Gregorio Núñez Cerrón y Julián Loja Alania. Andrés Mendizábal Suárez, José Espinoza Oscanoa y Orlando Jurado Rodulfo, por razones de trabajo se retiraron de Tarma, y eso hizo que perdiéramos el concurso de aquellos hermanos; el resto, se quedó en el camino a lo largo de esos catorce años de existencia que se tiene. Para mantener viva a esta Institución, hemos tenido que ir sumando a este trabajo a nuevos espíritus que se identificaron con los fines que se tiene, y en gran parte esa fuerza viene de niños y adolescentes.

En ese espacio de tiempo que se tiene, se estableció los JUEGOS FLORALES «Manuel Bedoya Suárez»; con los que se ha descubierto nuevos valores, entre ellos: Marco Antonio Oropeza Navarro, Daniel Gutiérrez Ventocilla, Oscar Rojas Güere; quienes han publicado sus primeros libros.

La «Casa de la Cultura de Tarma», para difundir la cultura en nuestro medio, está publicando MANANTIAL, no como empresa comercial, sino como una acción de proyección cultural masiva; tanto que la distribución, de esta publicación, es gratuita.

Nuestra preocupación no solo es la consecución de la belleza; queremos además de ello contribuir en la formación de esa conciencia social que hace falta para emprender una de las mejores realizaciones en nuestros pueblos, y para conseguirlo estamos estableciendo CASAS DE LA CULTURA en los Distritos.

Estamos rompiendo esquemas tradicionales, para promover la investigación y la creatividad; y, eso se expresa en las plaquetas literarias y libros, cuya publicación se auspicia.

Esta Institución, con la acción que desarrolla ha dado origen a todo un MOVIMIENTO CULTURAL, cuyo prestigio rebasa fronteras locales.

Todos los días nacen instituciones, las más de ellas, así como nacen desaparecen. En la existencia de las instituciones, casi siempre, con el correr de los años pierden la frescura y la fuerza de un inicio; en el caso de la «Casa de la Cultura de Tarma», mientras más pasan los años su fuerza crece, su prestigio aumenta.

En ese proceso, a que tengo referido, la preocupación es de una realización como expresión de una acción colectiva, claro que a lo largo de todos esos años, surgieron individualidades que vivieron y viven encerradas dentro de sí mismas, para ellos, lo que importa es una figuración personal o un egoísmo ciego; en fin, cada quien es dueño de lo que hace.

Antes de concluir, quisiera referirme a ciertas cosas, para evitar equivocas interpretaciones en lo expuesto. No ignoramos el trabajo de José Gálvez Barrenechea, cuya obra es expresión de una acción individual. Lo más significativo de ese trabajo, sin duda, es el poemario «Paz Aldeana», la novela corta «La Boda», y el ensayo histórico «Algo Sobre Tarma», por encontrarse Tarma en ello.

Gustavo Allende LLavería, tampoco alcanzó a impulsar un movimiento cultural. Esa inquietud empieza con la publicación de la revista «Brumas», de la que en 1906 salió un solo número; luego, su aporte se limita a colaboraciones periodísticas. Tenemos noticias que publicó un libro «Valladares», del que no hemos logrado conseguir ningún ejemplar. Fortunato Cárdenas Álvarez, al parecer estuvo dentro del círculo de influencia de la «Unión Nacional», pero, aún no he encontrado testimonio que me permita afirmarlo. Grimaldo González Mayorca, fue toda una promesa que no se realizó, porque no le dio continuidad a la inquietud que tuvo; pocos poemas se conocen de él, de una factura indiscutible.

En el tiempo del proceso cultural que ha tenido Tarma, también se tiene la presencia de Florentino Alcorta, Neptalhi García, Alberto Vega, Alberto Rivera i Piérola, José Carlos Chirif y Ricardo López Aliaga, quienes sin haber nacido en Tarma, en algún momento de sus vidas residieron en esta ciudad, y al hacerlo participaron en la vida cultural. También podría mencionar a Carlos Aguirre Auvila, Graciela Tremolada Flores y Augusto Zambrano; están a la espera que nuestra investigación permita descubrir y dar a conocer la real dimensión del trabajo literario de cada uno de ellos.

La expresión cultural que Tarma tiene a la fecha no nace de la noche a la mañana, aquella, sin duda, tiene como su primer antecedente el «Círculo de Difusión Cultural Juan Santos Atahualpa» fundado en 1963. Eso tuvo continuidad en la acción que se cumplió con la «Asociación de Estudiantes Universitarios Tarmeños», el «Círculo Cultural Gustavo Allende Llavería», el «Programa de Desarrollo Integral de la Provincia de Tarma», la «Generación del Setenta», así se llega a la «Casa de la Cultura de Tarma». Así se empieza la realización cultural que hoy se vive. Hay todo un cordón umbilical que une al trabajo cultural realizado desde 1963 a la fecha.


De hecho, aquellos que se quedaron en el camino a lo largo de estos últimos catorce años, no tienen un trabajo a ese nivel, quizá, esa sea la razón por la que primó en ellos su individualismo para que volvieran a encerrarse en esa torre de marfil, desde donde se contentan con mirar los hechos desde lejos. No es una crítica a nadie. Cada quien sabe lo que hace. En mi caso, siempre aposté por una realización abierta a las grandes realizaciones, y de manera terca seguiré en este empeño, abriendo surcos en todos los terrenos que encuentre. Tengo fe y confianza en el trabajo que se realiza, y de seguro de todos esos surcos que se abren, como un milagro, asomará lo realmente valioso. Hay mucho que hacer aún para alcanzar alturas, pero, espero que de todo lo que se está haciendo asomar a la luz, y el silencio hablara en los años que viene.



[1] «Morales y la poesía del cuestionamiento». «El Correo», Huancayo 18 Julio 1974, p.6.


NOTA: Capitulo extraído del libro "Extramuros del silencio. La poesía en Tarma", de pronta publicación.