Monday, May 22, 2017

CÉSAR CALVO: ENTRE EL RECUERDO Y EL OLVIDO Por Teodoro J. Morales


CÉSAR CALVO: ENTRE EL RECUERDO Y 

EL OLVIDO

Por Teodoro J. Morales




Nació el 26 de Julio de 1940. Poeta. En la conferencia que dio, el 09 de Julio de 1974, en el Instituto Italiano de Cultura en Lima, en el ciclo “El Escritor ante el Público”; tuvo palabras confesionales sobre su quehacer literario. En esa oportunidad, dijo: “Mis primeros versos los escribí a los doce años y eran plagios de José María Eguren. Poco después de  descubrir a Eguren y a Vallejo (cuyos libros me fueron obsequiados por mi madre, quien tuvo que ayunar para comprarlos), poco después, digo, tuve que echar por la borda una magnifica carrera de plagiario, por culpa de mi abuelo. Fue la tarde en que descubrí su cabeza, blanca, sobre la almohada consagrada a sus siestas de verano. Me dio una pena horrenda verlo así, canoso, abandonado al sueño, indefenso, supongo que ante el tiempo, y me fui a esconder en la azotea conteniendo las lágrimas. Allí, avergonzado y solo, contemplando un paisaje de techos ruinosos, escribí a mi abuelo una larga carta pidiéndole que no envejezca, ¡y vaya a saberse por qué tuve que redactar aquella carta en verso! --- Creo que así comenzó todo”.  Fue en ese momento, en el que nació el poeta. Rodolfo Hinostroza, dice “Era un líder nato de nuestra generación de poetas”.
Nora de Izcue, en una entrevista que se le hizo y publicó  en el 2014, dice: “Nació poeta”, recuerda que siendo un niño escribió una carta emotiva a su abuelo pidiéndole que no envejeciera. En verdad, hay empieza a caminar el poeta, a hacer su historia; Nora, dice más “Es una leyenda por su forma de ser. Tenía una exuberancia y vitalidad especial. La leyenda del poeta surge sobre lo humano” (…) era una persona desbordada, muy intensa como todos los poetas”. Hay toda una historia por escribir de él. El poeta, fue una persona comprometida con la suerte de nuestros pueblos. “César Calvo fue el guerrillero poeta. El poeta guerrillero fue Javier Heraud. César Calvo era militante de la izquierda y se enroló en el Ejército de Liberación Nacional. Conoció a Javier Heraud y ambos escribieron el poemario “Poema a dos voces”” (…) “César Calvo tuvo entrenamiento militar para combatir en las guerrillas” (…) “escribió poesía para los combatientes. Eran cantos de aliento para no claudicar. Con “El cetro de los jóvenes”, libro de poesía, gana el Premio Casa de las Américas. El poeta hace suyo el dolor humano, por eso, “cuando canta al ande se desborda un amor patriota impresionante. Le escribe a los afroperuanos, a los campesinos, a los amazónicos, al hombre peruano con amor intenso”.
En 1960, escribió su primer cuaderno de poesía, con  el que ganó el premio “El Poeta Joven del Perú”, que compartió con Javier Heraud. “Poemas Bajo Tierra”, marca el inicio de esa realización. Esos poemas, en su versión original, se publicó con el sello Cuadernos Trimestrales de Poesía (Lima, 1961).
En 1975, el Instituto Nacional de Cultura, publicó “Pedestal Para Nadie”, reúne la poética de César Calvo, corriendo de la página 25 a 56 los “Poemas Bajo Tierra”; los que, para Alberto Escobar “evocan de una parte la opción intimista, pero  cernida por los tamices de un arte que selecciona naturalmente sus palabras y expande, enlaza o reduce las figuras para crear el sentimiento y, en base a él, vertebrar su discurso del verso”.
Luego de leer esos poemas, en ellos, encuentro el descubrimiento de una realidad, en el que “se hace patente unas tendencia a poetizar el bien perdido, la reconstrucción adolescente del ámbito de los afectos y de la familia provinciana”, en el que asoma  la nostalgia por las cosas vividas; diría, es el testimonio de algo que  -el poeta-  descubrió en su alma. Hay un mensaje de vida. Ese ciclo, se cierra con estos dos pies de verso: (“Aquí yace mi voz. / ¡Desenterradla”).
“Poemas Bajo Tierra”, recoge esos momentos en el que despierta el hado y habla, instantes que dejaron huella en su vida (“Fui un muchacho lejano / Como el viento. / Y paseé mi palidez cantando”. --- “Amé. / y he sido amado”).
La soledad, siempre se encontrara en la expresión de todo poeta, es parte de su propia naturaleza. César Calvo, en sus poemas, presenta la vida en ese tránsito de siempre, en el que asoma la inocencia y su pureza; aquella, que termina dando paso al desencanto (“desde hace mucho tiempo / las palabras hermosas se ahogaron / en un país de soledad y sangre”). --- ---- (“¿cómo hablar, hermanos, de la vida / sin llenarnos la boca de cadáveres? / ¿Cómo decir: la vida que vivimos / es clara y es hermosa como el aire, / cuando todos los días la vida es una mierda, / cuando todas las noches / nos asfixian, y hay alguien / que envenena la lluvia de las tardes?”). Uno empieza a caminar, y en esa estación primera descubre la vida plena de ilusiones y esperanzas que se esfuma y pierde, dando paso a una realidad dura, áspera, en el que asoma la otra cara: con la muerte. El poeta, dice (“Allá para mañana me esperará el recuerdo / bebiendo, en sus hoyuelos, semestres de frescura. / Y sus ojos, sus ojos donde tremola mi alma / húmeda de arcoírises. Allá para ternura”). --- --- “(Le tengo un miedo hermoso a su dulzura)”.


Descubrir la verdad, a la vida, nunca fue alesionante para nadie. Es como recoger  esos sueños que nos ilusionaron, una vez, hecho pedazos. (“Veinte años de tener derecho a nada. / Veinte años de jardín / en vano. En vano, / Veinte años de lavarle la cara a la pobreza / para no quedar mal con las visitas”). El que realmente llegó a conocer lo que es la vida, en su verdad más dura, se detendrá un momento a leer estos versos; y de seguro, asomara unas lagrimas a sus ojos, porque se reencontrara con lo perdido. El que supo conquistar derecho a vivir, sabe que tuvo que enfrentarse a realidades duras, arder hasta sus cenizas y volverse a levantar de entre ellas; claro que, para los que la vida siempre fue fácil; para los que, todo le pusieron en la boca; para esos, no tendrá significación el poema. (“Esperando los ojos de la luna / se evaporó de soledad la fuente. / Anoche degollaron a los nardos. / Cayeron por su aroma los cipreses. / Inútil irse a mendigar rocío. / Aquel jardín, este jardín, se muere”. --- “Que ya no sueñen, soñador, tus manos. / Que ya no lloren, llorador. / Se muere”).
En él, asomó tempranamente la soledad, para vivir entre el recuerdo y el olvido. Dice: (“Estos no son los cuentos que en las tardes / nos contara la infancia. / Invierno arde en el centro de las cosas. / Dios desalmado, en todas partes / calla. / Ni hablar podemos como en otro tiempo: / invierno ha devorado la luz de las palabras”. --- --- “Invierno como un triunfo de neblina / está nevando invierno en toda el alma”).
La fugacidad de la vida, preocupa a todos: (“Tus ojos envejecen en todos los retratos. / La nieve de otros años oxida las ventanas. / Y nuestros pasos suenan, en los patios / que el invierno anegara, / oscuros como pasos de fantasmas”).
El poeta, en sus primeros años de vida, conoció una realidad de sueño romántico, para, luego de cruzar la adolescencia, empezar a descubrir otra realidad distinta (“Antes el mismo río / detenía sus aguas por bebernos. / Ahora nos sentamos / al borde de la vida / a mirar cómo todo nos deja sin recuerdo”).
El poeta, descubre en su palabra, para el mundo, esa realidad que la vida le entrego para sufrirla y ser feliz. No son cosas que se inventa. No es palabra estructurada con la imaginación, inventada partiendo de sueños o nacida dentro del vacío. No es la imaginación, creando en la nada. Es la vida sangrando desde sus llagas, el dolor padeciendo en la desgracia de todos; ver como, aquello que se quiere, nunca llega. En el poema "Hoy Hemos Almorzado de Memoria”, dice: (“Hoy hemos almorzado de memoria. / De nuevo / de memoria. / Contando alguna tarde de provincia, / mi madre se ha quedado dormida en una alondra. / En una alondra antigua y silenciosa.” --- “¿Quién va a venir ahora, con la voz de esa alondra, / a hablarnos de la dicha y de las rosas? / Con la luz de esa sombra ¿quién va venir mañana / a hablarnos del perfume radiante de la dicha, / dichoso / de las rosas?” --- “Ya nadie vendrá ahora. / Nos hemos devorado la voz de las alondras.” --- --- “Ya nadie vendrá nunca. / Contando alguna tarde de provincia, / hoy nos hemos comido para siempre las rosas”).
No todos los poetas hablan con desencanto y hermosura. César Calvo, en el poema “Mi Padre llegó Ayer”, es tierno al desnudar una verdad  que se da en la vida de muchos, dice: (“Mi padre llegó ayer. Ha parecido / una partida más este regreso. / A mi llanto he subido para verlo / perderse por la cuesta más honda”. --- “Qué ganas de decirle que estuvimos / esperando sus pasos / para seguir muriendo! / Qué ganas de que nada, que sus cartas / nunca escritas / nos llegaron sin falta! / Pero la casa / calla. / Y todos caminamos / de puntillas, para no despertarla. / --- “Mi padre llegó ayer. No sé quién baja / a media asta los días de febrero”. --- “MI padre llegó ayer. / Y está más lejos”). Poemas con calor de vida, como este, en verdad, no son escritos, son muchos. Poemas donde la tristeza salta desde su exilio más hondo para gritar su verdad, porque duele; porque la mentira que llega disfrazada, quiere destruir la alegría que se había conquistado sin ella, sin esperar nada, pudiendo aquella darlo todo, no lo hizo.
César  Calvo, publicó: “Poemas Bajo Tierra” (1961), “Ausencias y Retardos” (1963); “Ardiente Sombra” (1967); “El Cetro de los Jóvenes” (1967); “Ensayo a dos Voces” (1967); “Poemas y Canciones” (1967); “Poemas de César Calvo y Pablo Vitali” (1972) “Pedestal Para Nadie “(1975).  Él, por su poesía, se hizo merecedor al premio “El Poeta Joven del Perú” (1960); Mención Honrosa al Premio de Casa de las Américas; y por su libro “Pedestal Para Nadie” fue galardonado con el Premio Fomento de la Cultura de 1970.
Todos en algún momento trataron de definir la poesía; pero, eso quedó en solo intento. César Calvo, dice: “Siento que cada libro, cada poema, cada verso, obedece a sus propias, intransferibles leyes. Tiene su tiempo de luz, como las vendimias, y su sed de llorar, como los hombres. De allí que definir me resulte tan fácil e imposible al mismo tiempo” (“Se escribe un poema para que el poema nos / acompañe, / para no estar tan inexplicablemente solos”); y termina diciendo “la poesía es como el bastón de un ciego, que con ella en la mano es posible seguir el camino pero no es posible verlo”.
César Calvo, nació para ser poeta, para abrir su corazón al mundo; para que su palabra hable de cosas que sucede a todos, por eso, cuando uno lee lo que él escribe, uno siente que nosotros estamos hablando por su boca.
Conocí a César Calvo, con él, compartí tantas tardes en pláticas amenas, en las que la sabiduría que le había dado la vida lo compartía  sin egoísmo con uno. Me hablo de ese universo que lo habitaba, de ese fuego  misterioso y alado, que encendía su palabra y la hacía hablar; de la belleza aquella que construía con esa realidad que todos viven; de su palabra, en esa  búsqueda de un acento propio que la hiciera caminar eternamente; para él, mi Homenaje.

Falleció el 18 de agosto del 2000.


ANGÉLICA CALLIRGOS TAMARIZ de ARRIETA: LA ESPIRITUALIDAD DE SU PALABRA Por Teodoro J. Morales


ANGÉLICA CALLIRGOS TAMARIZ de ARRIETA: LA

 ESPIRITUALIDAD DE SU  PALABRA

Por Teodoro J. Morales



Sus estudios los realizó en el Colegio Particular “La Sagrada Familia” de la ciudad de Tarma, la secundaria en el entonces Colegio Nacional “Mariscal Castilla”, hoy, San Ramón. Sus estudios superiores los realizó en Lima, en el Instituto Nacional “Bien del Hogar”, del que egresó como profesora en Educación Familiar.
Trabajó en el Colegio Particular “Montessori”, y, en el Colegio de Mujeres “Ángela Moreno de Gálvez” de la ciudad de Tarma.
Ella, contrajo matrimonio con Perfecto Arrieta Barrera, en la Catedral Santa Ana de Tarma. Fueron sus padrinos: Isabel Gallardo de Dextre, y Teófilo Londoña. Sus hijos, son: Tito, Mirtha, Marujita, Beto y Pino.
Ella, refiriéndose a su acercamiento a la poesía, dice: “mi padre, el Sr. Vicente Callirgos fue quien me inició en el arte y la poesía; él gustaba de escribir poemas”; él, hizo a que a mis cortos siete años aprendiera y recitar.
Su padre falleció cuando, ella tenía diez años de edad.
La poesía nació, despertó y habló cuando el amor llegó a ella. Dice “ese don lo tenía guardadito en el alma y surgió cuando falleció mi primer amor de adolescente; yo tenía catorce año, y él dieciséis. Escribí mi primera poesía como botoncito que se hace flor (…) “me inspiro en el amor y en la misericordia de Dios”. Desde entonces, no deje de escribir; y, estimulada por don Pedrito Macassi, solía publicar mis poemas en “Alma y Paisaje”.
El amor dejó huella en ella. Ese sentimiento, siempre, se alimentó en su espíritu. (“Señor porque si Él nunca iba a ser mío / Permitiste que yo lo conociera / Y en vez de darle fuego no le diste frío / Para que yo no lo quisiera” (…) “Porque dejaste que yo lo contemplara / tantas veces absorta, enmudecida / Y permitiste que Él atravesara / Tan cerca del camino de mi vida. (…) “Porque Señor, si Él nunca iba a ser mío / Permitiste que yo lo quisiera / Y no cortaste el corazón el lirio / Para que callara y no sintiera”).
El amor, es como una flor, entrega belleza de alma a todo ser vivo, y florece en el jardín de cada uno. Es como un rayo de luz que llega siempre, dejando benéfica energía y emoción de vida, haciendo fructificar todo. La vida, es eso, sentimiento infinito que ella lo expresa en su palabra donde el cariño a Dios y los suyos (sus hijos y su familia), ésta hablando siempre, donde la encontramos grandiosa. En “Amor Verdadero”, dice: (“Brindo por la mujer, pero por una / por la que me brinda sus embelesos/ y me envolvió en sus besos / por la mujer que me arrullo en la cuna” (…) “Por la mujer que me enseño de niño / lo que vale el cariño / exquisito, profundo y verdadero / por la mujer que me arrullo en sus brazos / y que me dio en pedazos / uno por uno el corazón entero”). Es, un Homenaje a la madre hacedora de vida, a esa razón de vida que rige en todo lo que existe.
En la palabra de Angélica Callirgos, la verdad y la belleza alumbran como  tea encendida, en medio a todo. El espíritu, de su expresión, se hace luz y vuela, y encuentra a la belleza en lo que nadie imagina que vive. Ella, deja vida en su palabra, en lo que escribe; por eso, cuando uno lee sus escritos, siente latir sentimientos de vida.
(“Quisiera ser el viento / para llegar hasta Ti / y con el pensamiento / te acuerdes de mi” (…) “Quisiera ser la brisa / para tu rostro acariciar / y al ver tu sonrisa / a ti sienta mi Ego volar” (…) “Quisiera ser la nube / que desde el cielo te mira / y en su sube y sube / anonadado te admira”); ella, a momentos se transfigura para llegar a todo, para conocer su esencia y su verdad, por eso dice (“como una estrella fugaz / vislumbraba tu ser / te veía aparecer / y luego desaparecer” (…) “No puedo comprender / lo que es la vida / te incita a querer / para causarte y una hedida” (Nube Fugaz).
Nada es eterno. Todo llega y se va, esa es la suerte de todos. En Agua de Río, dice: (“Pasan las horas / pasan los días / unas con penas / otras, con alegrías” (…) “Y en esa dualidad / no sabemos que hacer / si llorar o reír / si ganar o perder”). Todo es predecible en lo que existe. (“El ocaso de la vida / va llegando poco a poco / por eso no me sofoco / ni me siento resentida” (…) “Es ley de la vida / el nacer y el morir / sea como sea / se tiene que cumplir”(Como un Reloj). Leo lo que escribe, y pienso en la vida en esa huida del tiempo en el que viaja.
La vida ésta hablando de lo que escribe Nada inventa. Ese sentimiento infinito de amor, que hay en ella, expresa su cariño a Dios, a los suyos (padres, esposo, hijos, y familia toda), todo dentro de una espiritualidad que es guía de su vida. Dios, es luz. En su palabra, vive esa luz que él le dio. Esa espiritualidad suya salva.                                                      
En los Juegos Florales “Pedro Macasi Aguilar”, promovido por la Casa de la Cultura de Tarma, en 1999, el primer premio, fue para  ella, por “Insensible”, presentado con el seudónimo “Anqui”, y, en los Juegos Florales Angelinos del 2012, en poesía y narración, la ganadora fue ella (1).
No ha publicado ningún libro. Textos suyos se han publicado en la Revista “Alma y Paisaje” (Órgano Literario de la Asociación de Artistas Aficionados de Tarma”); y, en el diario “La Voz de Tarma”.
En muchos, la poesía asoma como cosa de sólo un momento en sus vidas, luego, pasa a un olvido. En Angélica Callirgos, la poesía nació y vive en ella. Ella, ésta en permanente creación. En un poema reciente, dice: (“Quiero estés en la intensidad de mi pensamiento / Quiero estés en la inmensidad de mi sentimiento / En mis deseos, en mis ilusiones / Y hasta en mi dolor y mis aflicciones” (…) “Quiero estés en el balbuceo de mis labios / En todo lo que miran mis ojos / En mis delirios, en mis antojos / Y hasta en lo cruel de mis resabios” (…) “”Quiero estés en el perfil de mi persona / En mi relucir en mi autoestima / En más lágrimas cuando se asoman */ Y te ven a través de mis retinas” (…) “Quiero tenerte en mis horas buenas / En mis horas de constante ayuno / Donde no hay amor solamente penas / Donde los deseos se pierden uno a uno” – Quiero Tenerte!).
Saludo en Angélica Callirgos, esa pureza de sentimientos que deja en su palabra escrita, donde la vida estará hablando por siempre.



NOTAS.


(1).- “La Voz de Tarma”, N° 437-III. Tarma, 29 de Julio del 2013, pp. 8-9.(“Palabras de la Sra. Angelita Callirgos, Ex profesora Angelina”).

Monday, May 15, 2017

ALBERTO HIDALGO: EN EL CORAZÓN DE UNA “PATRIA COMPLETA” (Por Teodoro J. Morales)


ALBERTO HIDALGO: EN EL CORAZÓN DE UNA 

“PATRIA COMPLETA”

Por Teodoro J. Morales


Pareciera, en mucho, que nos hubiéramos olvidado de quienes somos, de cuál es nuestro origen, de cuál es nuestra historia; tanto que, hemos dejado que todo ese pasado glorioso al que dieron vida nuestros abuelos, fuera cubierto por el polvo del tiempo y por la espesura de una ingratitud tendida por nosotros mismos.
Luego de años, vuelvo a leer “patria completa” (1) de Alberto Hidalgo (2); y, la palabra (al volver a leer el libro) cobra vida, resucita, siento que  arde como una tea misteriosa, se convierte en agua que sacia mi sed, esa, que impele a querer conocer quiénes somos; y así, encuentro a la patria grande hablando sola con hechos de vida que hicieron lo que existe, a lo que, Alberto Hidalgo, dice “Yo tengo dos versiones ajenas a la historia y a la lógica / por ello nutritivas como el pan que no está falsificado”, agrega, (“Vengan a ver el cielo / está aquí arriba / Vayan a ver la tierra / está allá abajo / No puede haber palabras más cabales / para dejar escrita a la ciudad de Machu Picchu”.
Al final del libro, en una nota que se publica como colofón, se indica: (“Alberto Hidalgo escribió este libro en sólo cuatro días, bajo una fiebre de cuarenta grados”; dice más “No es un poema; es un  canto. Y cantando quedará por los siglos de los siglos, convertido en obra clásica, entre las cumbres del espíritu, para orgullo de los peruanos y júbilo del idioma. La disposición de los versos responde, unas veces, a la conveniencia de separar las imágenes; otras, a las necesidades respiratorias, tan apremiantes en el canto, y, de cuando en cuando, a las urgencias de la puntuación que, suprimida, se manifiesta por su ausencia, procedimiento éste que demuestra su absoluta inutilidad en la grafía poética”.
Uno lee el libro, y termina por entender, que: el silencio se olvida de su compromiso, de callar y de guardar esas verdades de conocimientos que vivirán en la obra de los hombres; tanto que, en un lenguaje que no todos entienden y en una escritura que no era posible leer a los extraños devela misterios de vida, y en ella nos recuerda quienes somos: (“Sólo nosotros poseemos erudición de mundo / cultura de universo / ciencia veraz de creación / Nosotros somos claves / causas / cunas / somos la patria del origen / estado de lo magno / país de lo primero”). Un linaje de esa clase de hombres, que sabía hacer caminar los sueños, reír a las tristezas, poner puente a los abismos y hacer hablar a los cerros como sus iguales, son los que hicieron el milagro del levantar de la nada ciudades como Machu Picchu. Solo entonces uno entiende muchas cosas, y responde a esas incógnitas que dejaron. Entonces uno dice: (“¿Quiénes / sino ellos / dictaron normas a los elementos / para que se entendieran con los seres / como viejos amigos?” (…) “¿Quiénes los devolvieron a la escuela / a los ríos / para que reaprendiesen su alfabeto / de andar por entre el agua? (“¿Quiénes modificaron las sustancias / y dieron a las cosas una estructura física distinta?”; eso lleva a hacer la siguiente pregunta: (“¿Quiénes crearon otra vez la tierra?; y, el poeta termina diciendo: “Fueron los míos”).
Una raza con esa fuerza espiritual de hombres que lo sabían todo, le dieron a la vida una razón mayor a la que los demás entienden (“Ellos / que daban su amistad como oro / y fueron patriarcales con la quinua / y el pisonay amaron como a un hijo / y para las alpacas eran padres / y aun los mismos pumas no tuvieron conflictos de / familia / y cuando descubrían las vertientes les pedían disculpa / y antes de arar el suelo lo acariciaban con la vista / y daban la impresión de que querían todo lo que tocaban / y se sentían convocados aun por los llantos más lejanos / y a la pobreza le prestaban a largos plazos y sin intereses / fueron / en cambio / activos gobernadores de la audacia / y al tonto servilismo le metieron el puñal por la espalda / y a la arbitrariedad la degollaron / y a cualquier corrupción la avasallaban / y le apretaron el gaznates al robo que huyó como un ladrón / y con el rayo y con el trueno polemizaban sin cuartel”).
Patria completa”, es un canto a Machu Picchu. Alberto Hidalgo, al inicio del libro, pone un epígrafe, que dice: “A los que me imitaron este canto / a la ciudad de Machu Picchu / antes de que yo lo hubiera escrito”. Él, era así, diría, pretencioso; poeta, al fin de  todo.
No siempre se cantó, a las obras portentosas que el hombre construyo: El poeta dice: (“¿Quiénes / sino los forjadores de mi casta / pusieron esos ríos allá abajo / estas alturas acá arriba / y fabricaron esos campos / e hicieron funcionar a estas vicuñas / y edificaron estas flores / y dieron cuerda a estos caminos / que sin error siquiera de un milímetro / conducen siempre al corazón del pueblo?”). Sin duda, no hay palabra que pueda hablar de esa maravilla que solo el corazón y los ojos alcanzan a entender y valorar su grandeza.
Machu Picchu, nació para vivir en el mismo misterio de su origen. ¿Quiénes lo construyeron? Es una incógnita que el tiempo aún no alcanza a decirlo de manera plena, fueron manos laboriosas los que hicieron ese milagro; y el poeta para escribir el libro, tuvo que hundir su inspiración hasta la misma nada, para (“extraerles el zumo / su secreción telúrica / la moraleja de su arcilla / su genealogía mineral / su suculencia milenaria / toda la certidumbre de su universidad anticipada” (…) “Se alimentaban de horas / de minutos / de pequeñas porciones de duración / que eran homeopáticas entregas / de una cronicidad bien traducida / en la aptitud de sus hechuras / para perseverar en la vigencia”  (…) “Comían puntos cardinales / pulpa de estrellas / acrisolado germen de galaxias / residuos cenitales acumulados por su mente / y grados cosmográficos de cultivo secreto / y logaritmos tácitos / y unidades que apenas deletreaban /  todo amistado por su digestión”).
Esa verdad, que tiene vida material, nació de (“Mujeres con las piernas de una acabada cortesía agraria / de corazón directo al matrimonio / sin adulteraciones en el paso / sin  propuestas taimadas en el busto / sin exageración en la mirada / y tan madres que a veces / contemplando una lágrima / en trance de adornar una mejilla / hacían ademán de sacarse una teta para dársela / como si fuese un niño / Mujeres anchas / espaciosas / sólidas / lo que indudablemente las hacía adecuadas a la empresa / de dar a luz una nación / Puede afirmarse sin literatura / que amantaron muchas piedras / reservadas para casas de pobre / y de ahí que éstas den con sus paredes de superficie tersa / una impresión de rostros satisfechos”). No siempre se tuvo mujeres de esa talla.
El Perú, en el mundo andino, escribió una historia superlativa cuya verdad se lee en el lenguaje que se dejó en las piedras, con las que fue construida. Aquí hay un mundo aparte que linda con la fantasía que se materializo en algo tangible. Aquí se echó a caminar vida que va más allá de ella misma. Aquí, (“También se avituallaban de los frutos del agro que inventaron / ante el asombro de los otros géneros / así sacados de su presupuestos / tal la papa / asteroide subcutáneo / esa ecuación rural que es el maíz / la racacha / una patata con la sangre roja / y la comida casta o inocente / la palta / en la que se halla condensado / el código de las apetencias satisfechas / la chirimoya / usina donde crece la avidez / el tomate / que cuando pone su sapiencia a un número / hace saltar la banca en la ruleta / de cualquier régimen de alimentación / y la papaya / fruta exacta / postre del céfiro / monja de las huertas”).
Machu Pichu (“Lo tiene todo / Arriba / la gloria sorprendida que la inciensa / abajo / el pueblo que la conmemora / Para habitarla”. Tanta verdad, no es poca; por eso,… “hoy mismo / sigue siendo un auténtico / tratado de elegancia de los montes”.
Luego de haber vivido dentro de esa sangre que tiene la palabra de ese canto a Machu Picchu, termino con ese verso de Hidalgo, que resume todo: “El fuego es piedra ardiendo y por eso es eterno”. Una sola verdad, como continente.



NOTAS:

(1).- “patria completa” de Alberto Hidalgo, 71 pp. Librería Editorial Juan Mejia Baca. Lima, 1960.. Este libro se imprimió en los Tall. Gráf. Cesari, Buenos Aires en el mes de Agosto de 1960. Formato:15 x 20.5 cm.

(2).- Albero Hidalgo, nació en Arequipa. el 13 de mayo de 1847. Falleció en Buenos Aires (Argentina) el 12 de noviembre de 1967. Hijo de Manuel Santiago Hidalgo Hidalgo (Abogado), y, de Juana Rosa Lobato Ocharan. Entre otros libros, publicó: “Panoplia Lírica” (1917); “Voces de Colores” (1918); “Joyería” (1919); “Oda a Stalin” (Buenos Aires, 1944); “Poesía de Cámara” (Buenos Aires, 1945); “Canto al Perú” (Buenos Aires, 1953); “Biografía de yomismo” (Paris, 1958); “Poesía Inexpugnable” (Buenos Aires, 1962), “Árbol Genealógico” (Lima, 1963).