Saturday, December 26, 2015

Antología "Los árboles arrancan su cuerpo de la sombra"

Antología "Los árboles arrancan su cuerpo de la sombra"

Antología "Los árboles arrancan su cuerpo de la sombra", la selección del material poético presentado en este libro estuvo a cargo de Ingrid Valencia, Esther M. García y Nadia Contreras.

La convocatoria Los árboles arrancan su cuerpo de la sombra fue promovida por la revista Bitácora de vuelos y convocó a poetas en habla española. La convocatoria circuló en redes sociales en los meses de septiembre, octubre y noviembre de 2015. 


Pueden leerlo en:
http://issuu.com/nadiacontreras2/docs/los___rboles_arrancan_su_cuerpo_de_



HENOCH LOAYZA EN “DANZA DE IDENTIDADES” (Por Teodoro J. Morales)

HENOCH LOAYZA EN “DANZA DE IDENTIDADES”

Desde el corazón de los tunantes (Jauja) llega la palabra de un Huatrila, el poeta Henoch Loayza Esppejo, quien en “Danza de Identidades”, rinde Homenaje a una tradición propia de ese lugar. En diez poemas, da vida en la palabra a diez personajes de esa fiesta del 20 de Enero (Chapetón; Wanka; Jaujina; Chuto; Tucumano; Jamille; Indio; Anti; Doctorcito; y María Pichana). Cada poema  a manera de ilustración viene acompañado de una fotografía de  esos personajes.


Todos los pueblos, tienen expresiones costumbristas en las que han perennizado su existencia en el tiempo; y cada uno, gano una distinción por algo que lo caracteriza. Dicen JAUJA DANZA. Eso, es cierto. Cada 20 de Enero, como un Ave Fénix, desde el mismo silencio vuelve la fiesta a renacer con alegría. Todo cobra vida, y se tiene que aceptar que los pueblos, en esas expresiones suyas, dan muestras que la vida se mantiene en esas tradiciones.
Henoch Loayza, en lenguaje depurado, limpio y pulcro, con su palabra, en trazos precisos cual pintor, caracteriza a cada personaje de la Tunantada.
Luego de leer “Danza de Identidades”, trato de sintetizar a cada personaje en propias palabras del poeta: (“Con tu chapeta chapetón / levantando tu enérgico bastón / saludas con  aire juguetón” (CHAPETÓN); “Ay cutunchita ingrata / dueña y señora del oro y la plata / musa de tunantada y serenata” (WANKA); “Mestiza de los faldellines / heredera de las tradiciones / de la luna y los balcones (…) Mujer del monillo / lliclla y anillo / de caminar sencillo” (JAUJINA); “Rajatabla guitarrero / correcto caballero / de tongo como sombrero” (…) Pipa en la boca / sabedor de vida loca / basta quien lo provoca” (CHUTO); “Tucumano de cielo extraño / trajinante viento salteño / amigo barro sureño (…) Incansable viajero / poncho de agua mulero / de la tormenta compañero” (TUCUMANO); “Ya te veo jamille tunantero / bailando con tu alforja y sombrero / en la plaza veinte de enero” (JAMILLE);  “Andino de los sueños caminos / auroras y trinos / del común de los destinos” (INDIO);  “Selvasierra caminante / de los ríos navegante / cazador piedra errante” (ANTI); “Señor del expediente / respetado por su cliente / nada deja pendiente (…) Al diablo llevó a la gloria / este juicio marcó su victoria / siendo único caso en la historia” (DOCTORCITO); ”Tamya wayta wambla / careta fina piel de canela / uchuk lapichuco lágrima de vela (…) Chacuas pichuichanca mama malla / tusuycuy tuqui tuquilla / con tu lulipa yanawaytalla” (MARÍA PICHANA).
En este libro, las emociones de vida de un pueblo, se expresa con acierto; es algo que cada año se vive en Jauja, ciudad andina de la sierra central del Perú.



Thursday, December 3, 2015

Comentario del poemario "Noctem aeternus. Inconclusiones vertidas en noches de insomnio" de Marcia Morales Montesinos (Por Emanuel Dávila Colmenares)

COMENTARIO AL POEMARIO "NOCTEM AETERNUS. INCONCLUSIONES VERTIDAS EN NOCHES DE INSOMNIO"

POR EMANUEL DÁVILA COLMENARES 

La peculiaridad del poemario reside en que Marcia Morales nos entrega un grupo de poemas con una temática afín que es la dicotomía entre la vida y la muerte. Con tintes góticos y a la vez reflexivos, la poeta Morales se pregunta constantemente sobre su ser en este mundo abriendo interrogaciones a todo lo que son certezas en esta realidad “sé que no todo tiene porque ser una cuestión… / pero coloque signos de interrogación en cada palabra que aprendí”, además realiza una crítica mordaz al mundo de aquí, donde es denominado como prisión, condena a la existencia, caos, “mundo acéfalo de seres intransigentes”, un laberinto del que se quiere escapar, el dolor personificado, una absurda letanía: “mataste mi cuerpo / para que renaciera mi alma”. Todo ello marcado con el nacer que conduce a una melancolía del existir, la única solución, anuncia el sujeto lírico, es la vuelta a la oscuridad por medio de la muerte: “que aún espera ser recogido y devuelto a su oscuridad” o “para ser arrancada de este caos”. Es como la concepción medieval de que el cuerpo es la prisión del alma, pero en este caso no es la idea religiosa para encaminarse a Dios, sino todo lo contrario es una forma de llegar al averno, que es descrito de manera paradisiaca: “el camino de la verdad, / el camino de la oscuridad”. La muerte, entonces, sería el liberador de esa alma atormentada por los estigmas y sufrimientos de este mundo, de la realidad, del dominio de la razón: “Después de conocer la belleza de la noche infinita / después de sufrir el dolor de la vida, / después de descubrir el placer de la muerte, / después de experimentar la armonía de las tinieblas, / después de todo me encontré tras las puertas del infierno eterno.”. Las imágenes de Tanatos (la personificación de la muerte) y Hades (siendo al mismo tiempo dios y morada de los muertos), Perséfone (reina del inframundo) hacen referencia constante a la Muerte misma, invocada constantemente por el hablante lírico. Otros son Érebo, Mors y Kautet igualmente refiriéndose a la muerte y a la oscuridad: “”y Tanatos me encontró, me miró, me habló y me brindo / su frío abrazo”. Otro aspecto destacable es que constantemente el sujeto lírico siente una soledad profunda, soledad que produce el mismo mundo por el “sinsentido de la vida”, por ello es que constantemente busca apagar la luz vital con el manto del suicidio: “11:59 pm. Se oye un disparo / 00:00 Ya puedo ver la oscuridad”, “Y en mi cita con la muerte / encontré la paz eterna” o “Dos décadas y nueve años, / dos puñaladas por la espalda, / mil treinta y dos lágrimas, / un corazón que dejó de sentir, un cerebro incapaz de pasión, / el desaliento en los labios / y los pies cansados de proseguir el camino / eso es lo que tengo… / eso y… / 27 gramos de arsénico”. La muerte es sinónimo de paz, de salida, de vía de escape, una forma de abandonar “el mundo real”, el mundo fáctico, mundo de la incomprensión, de la soledad, del caos, de la imperfección, de las represiones, de la melancolía, etc., es así como se nos describe a lo largo del poemario y la única solución o destino es la muerte: “muerte, / único destino”, el cual conduce al descanso: “ahora… solo ansío cerrar los ojos / y dormir el sueño de la eternidad”. Por lo tanto, notamos una poética necrófila, cerrando la idea el último poema (LX): “Todas las historias siempre terminan en un final feliz/ porque el final siempre es el mismo / LA MUERTE”. La musa de estos poemas que inspiran a Marcia Morales es la Muerte.

En el aspecto formal, notamos el empleo de un sin número de antítesis entre los que destacan: infierno vs cielo, oscuridad vs luz, armonía vs caos, letanías vs melodías, odio vs amor, llorar vs reir, morir (muerte) vs vivir (vida), risas vs lágrimas. Otras figuras recurrentes son la ironía “Hoy… / le pido a la muerte seguir con vida / y espero me la niegue”, el campo figurativo de la repetición, el énfasis (cuando se emplea la mayúscula en algunos versos TAL VEZ, AÚN, LA NADA, etc.).


Con todo lo anterior, he de manifestar que el poemario de la poeta Morales tiene una particularidad en cuanto a mostrarnos no el mundo solar sino el mundo lunar, el mundo del demonio, el mundo de la muerte en contraste a este mundo tan caótico en el que vivimos, particularidad y peculiaridad que no se evidencia en otros poetas actualmente. 


Comentario al poemario "Alameda de ensueño" de Teodoro J. Morales (Por: Pedro Díaz Ortiz)

     COMENTARIO AL POEMARIO "ALAMEDA DE ENSUEÑO" DE TEODORO J MORALES

Por Pedro Díaz Ortiz

A una fecunda e importante obra, sigue ahora Alameda de Ensueño, poemario con el que Teodoro J. Morales afirma con prestancia la tradición literaria tarmeña en las letras peruanas.

Alameda de Ensueño es una evocación de la ciudad de Tarma, de su paisaje, pero no el de ahora sino del que se fue, porque no se supo conservarlo. Tarma era conocida como la ciudad e los árboles por sus alamedas de frondosos eucaliptos. De ahí la connotación del título y de la ilustración de la portada de Alameda de Ensueño.

Los poemas del libro que comentamos son, en general, un racconto del pasado: Los verdes campos que se abrían a la vida / las retamas que pintaban un gran óleo al natural (Paisaje); las callejas empedradas / los balcones desde donde sigue mirando el tiempo sin enojo (Ensueño de Retamas). Y desde este paisaje: A más de 3,000 metros de altura y / entre todas estas piedras / está la misma historia / hablando / sola; pero también la poesía que nos habla desde el estro de Morales.


La poesía es siempre la eterna afirmación de la vida contra lo perecedero; afirmación de lo que fue y es la vida en el terruño que nos albergó alguna vez y que gracias a libros como Alameda de Ensueño volvemos a recordarla y revivirla.


Sunday, September 13, 2015

MARCIA MORALES MONTESINOS: LA VERDAD DE LA BELLEZA MÁS ALLÁ DE LA PALABRA (Por Teodoro J. Morales de la Cruz)

MARCIA MORALES MONTESINOS:
LA VERDAD DE LA BELLEZA MÁS ALLÁ DE LA  PALABRA

Por Teodoro J. Morales de la Cruz

Marcia Ivette Morales Montesinos, nació en Lima el 06 de Febrero de 1984, pero, vivió en la ciudad de Tarma. Hija de Teodoro J. Morales de la Cruz y Daría Montesinos Blanco. Estudió la Primaria en el Colegio Estatal Nuestra Señora de Fátima; y la Secundaria, en la I. E. “Ángela Moreno de Gálvez” de Tarma.
En la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, estudió Ciencias Biológicas, licenciándose como bióloga con la tesis “Revisión taxonómica de los asteroideos del mar peruano”. Luego, su vocación, la llevó a estudiar  literatura en la Universidad Nacional Federico Villarreal.    
Es integrante de la Casa de la Cultura de Tarma y de la Asociación Peruana de Literatura Infantil y Juvenil (APLIJ) – Filial Tarma.
Ella, empieza a escribir poemas, desde cuando tenía nueve años de edad. Se formó en los Talleres de Creatividad de la Casa de la Cultura de Tarma. Sus primeros poemas fueron publicados en “La Voz de Tarma” en el año de 1993.
Textos poéticos suyos, se han publicado en Manantial (Órgano de Expresión de la Casa de la Cultura de Tarma)[1], en “Plumilla” (Órgano Cultural de la Asociación Peruana de Literatura Infantil y Juvenil (APLIJ) – Filial Tarma[2], en “Brisas Poéticas Modernas” (Antología)[3], en “Tarma Literaria” de Karl R. Bernard[4], en “Desde el Recuerdo” (In memorial), publicado por la Casa de la Cultura de Tarma, publica el poema “Eternidad”.
Ella, empezó a escribir poesía, desde cuando tenía nueve años de edad, sin embargo, espero convencerse a sí misma que lo que escribía tenía mérito, para decidirse a publicar un libro, y lo hizo. Eso por sí solo, dice mucho. Ella decidió tomar este camino, y aquí lo tenemos.
El año 2015, en su carrera de escritora, marca un hito importante: fue finalista en el “I Concurso de microrrelatos steampunk y otros retrofuturismos”; publica su primer libro de poesía “Noctem Aeternus. Inconclusiones vertidas en noches de insomnio”, la revista “La Voz de la H”[5] publica su cuento “La procesión de los gatos; “La Voz de Tarma” publica su ensayo “El misterio de los gigantes en la cultura andina”[6].


En el libro de poesía “Noctem Aeternus. Inconclusiones vertidas en noches de insomnio”, aborda un tema considerado tabú, la muerte; por desconocimiento de lo que realmente es y representa, pocos se atrevieron hablar de ella. No todos tienen la valentía de verla de frente, para entender el hondo misterio que entraña. En el Perú —en poesía— Marcia Morales  Montesinos quizá, es  la primera que ingresa a develarla de una manera fría, cerebral, lejos de una visión romántica. Ella, dice “Estas son mis inconclusiones vertidas en noches de insomnio y locura (…) Todo lo aquí vertido representa una parte de lo que actualmente soy y tal vez, mucho de la que ya no”.
Carlos Carrillo, en el prólogo que escribe para el libro, indica:

Desde la imagen de la carátula, esa pintura de Hans Baldung Grieg, Death and de Maiden, nos sumergimos en una vorágine de letanías de alabanza al dolor, a la incomprensión, a la desesperanza, para finalmente sucumbir al llamado de la Dama de Negro que nos espera al final del túnel oscuro del laberinto caótico: “y Tanatos me encontró, me  miró, me habló y me brindó su frío abrazo” (XLII). A través de la poesía, la muerte adquiere una cariz seductor y embriagante, haciéndonos desear “dormir el sueño de la eternidad” (XXXVI). Y la Musa de Marcia no es otro que la misma Dama de Negro.

Es posible que todo lo que se ha escrito, sobre la muerte: sea nada; por lo mismo, definir el universo poético del libro de Marcia Morales no será fácil para muchos. Hay que leer el libro, y al hacerlo hay que poner algo de lo que uno entiende del tema, para comprender lo que digo.

La lluvia golpea mi ventana,
es una llamada,
una invitación a salir,
a danzar entre las gotas…
entre esas gotas de efímera felicidad,
gotas que acarician mi faz desprolija,
gotas que no temen hablarme al oído y contarme los
secretos del firmamento,
gotas que mañana se avaporaran y yo…
volveré a mi soledad (XVII).

Luego de leer el libro, puedo decir: casi todos los poetas —que escribieron sobre el tema— se quedaron en una visión superficial de la muerte, nadie se  atrevió a ingresar a las profundidades de ese universo, para entender lo que realmente representa. Antonio Machado decía “La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos”. Formulaciones como esa se dieron, y se darán de seguro; o discursos como el de Jorge Manrique, en sus “Coplas por la muerte de su padre”

Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
como se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado fue mejor.

Uno puede leer a William Shakespeare, Francisco de Quevedo, Gustavo Adolfo Bécquer, Rubén Dario, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, y todos los que escribieron sobre el tema; y vera que ninguno ingreso a esos dominios de la muerte, y por lo mismo, no pudieron escribir sobre ella en una dimensión mayor, del que intuyeron. Claro, parece imposible hacerse eso; pero se olvidan que —para un poeta— no hay impedimentos para nada.
Los poetas, mayormente loan a la mujer de carne y hueso, a la que convierten en entelequia de su expresión, y ante ese embrujo, lloran las desgracias que la vida da, quedándose en esas miserias, que cantan envuelta en  concupiscencia vana, las que glorifican.
El libro es sabio en su planteamiento, empieza con este poema:

Sé que no existe nada más aberrante que una vida sin suenos…
y ¡no soñe!        
sé que mis ojos no fueron concebidos para el llanto…
y ¡lloré!
sé que la vida debe engendrar vida…
y ¡me asesiné!
sé que no todo tiene porque ser una cuestión…
pero coloque signos de interrogación en cada palabra que aprendí.

Viviendo sin vida
sabiendo y no siendo
deambulando inerte por esta prisión llamada mundo (I).

Y cierra el libro, con el siguiente:

Todas las historias siempre terminan con un final feliz
porque el final siempre es el mismo…
LA MUERTE (LX).

El libro, trae sesenta poemas: es, un todo. Habla de la muerte, tema del que pocos se atreven abordar. Se trata no de un tema trillado, de esos a los que nos tienen  acostumbrado.
En el estilo, hay una expresión limpia en el  lenguaje,  depura la expresión de tal manera que, cada palabra que usa tiene una función precisa dentro de ese concierto mayor que lo envuelve. Igual, maneja una síntesis bien lograda. En cuanto al tema: al hablar de la muerte, rasga aquel velo que impedía a que se la conozca en su real imagen y naturaleza. No hay un capricho exprofeso, ni ensalza una quimera. Mira de frente a la muerte como algo natural, aquello  que llegara a todos a la hora debida.
Marcia Morales, como lectora impenitente amante de la cultura, el arte y la ciencia, supo robarle secretos y misterios a la muerte, la desnuda y la exhibe de manera fría y calculada. Su palabra no llora sobre despojos, ni se burla (de ella) en modo alguno, no hay sarcasmo en el discurso. Su palabra apacible discurre con una fluidez plástica, que gana al lector llevándolo a desarrollar reflexiones y razonamientos que van más allá de esa lógica que todos manejan en sus actos de vida, cada día. Ella, se atreve a ir más allá de todo espacio y tiempo. Dice:

Hoy mis alas terminaron de crecer,
hoy levanté vuelo,
hoy abandoné el mundo real,
hoy me interné en la utopía del sueño eterno”(XXII).

Para el que vive afincado a esa concepción de existencia que impuso el sistema en las enseñanzas diarias que se da en casa y en  el colegio, la visión que desarrolla y descubre el libro de Marcia Morales, resultara extraña para muchos, y hasta quizá demencial. Puedo decir, los que se atrevieron romper esos cercos que se tendieron a nuestras vidas, siempre llevaron a realizaciones mayores de las que se tuvo, así lo prueba la historia; por lo mismo, nadie debe tener temor a ese “que dirán”, eso, poco importa.

Después de conocer la belleza de la noche infinita,
después de sufrir el dolor de la vida,
después de descubrir el placer de la muerte,
después de experimentar la armonía de las tinieblas,
después de todo me encontré tras las puertas de este
infierno eterno (IX).

Ella, se atreve a abrir las puertas de esa mansión, ingresa a ella, la recorre y termina hastiándose de todo

Huiste del mundo de las tinieblas,
te internaste en mi mundo infraterrenal,
llenaste de oscuridad todo lo corrompido por la luz,
emanaste armonía entre mi caos,
trasmutaste las letanías en melodías
y al final…
al final de todo
mataste mi cuerpo
para que renaciera mi alma” (V).

Es la eterna lucha que todos tienen, de la que no han tomado consciencia, simplemente la viven:

Dibujando incongruencias en mi habitación,
paseando por senderos de la sin razón,
bailando al compás de la absurda letanía de la vida,
buscando oscuridad para guiar mi camino entre tanta luz,
exigiendo algo de determinación a esta entidad pusilánime que soy yo,
determinación para ponerse de pie y retirarme al lugar del que nunca debí salir…
LA NADA(XXXIV).

Marcia Morales dice:

Le pedí a la vida ser escuchada
y me negó sus oídos.
Le pedí al destino ser cobijada
y me negó sus brazos.
Le pedí a la locura la felicidad de la enajenación
y me negó su sin-razón.
Hoy…
le pido a la muerte seguir con vida
y espero me la niegue”(XXIV).

Para muchos esto es una locura. De eso se trata precisamente, de romper esquemas mentales pre-establecidos, de liberar al hombre de aquello que lo tuvo embrutecido.

Dónde está la sabiduría,
dónde la verdad,
aquello llamado vida es tan efímero,
la razón mezclada con lo absurdo,
el sentido… ¿Cuál es el sentido de esto?,
arrodillada y rezando a la nada,
idiota en realidad,
llegar a saber algo, imposible en verdad,
esa es la única certeza,
la imposibilidad del conocimiento de algo”(XLV).

Hay un reto a todo lo posible; y de todo ello, surge su verdad: la que luego de seguro, será la de muchos otros.
En Tarma, y en la región Junín, no tenemos un poeta que se haya acercado al tema de la muerte; al parecer, todos lo rehuyeron, por ese temor que siempre se tuvo de ella. Todos los que escribieron sobre ella, se  refieren,  en una dimensión que queda en una simple referencia, pero, nadie ingreso a desarrollar un discurso poético en esa aparente sin razón que la envuelve. Para concluir, bien podemos hacerlo con este poema del libro de Marcia Morales:

Y ¿cuál es la diferencia entre…
amar y odiar,
ser y no ser,
vivir y morir,
saber o ignorar?
hitos inexistentes,
la nada y el todo compartiendo el mismo cuerpo,
lo lógico y lo absurdo develando su única identidad”(LVI).








[1] Año II. Nº 005. Tarma, Enero y Febrero 2006, pp. 10 a 12.
[2] Año 2, Nº 2 – 2001.
[3] 8ª Edición de los EE. UU. (1994).
[4] 3ra. Edición – 1996, p.34, Hollister, USA. En el 2014.
[5] Agosto 2015 Nº1.
[6] Nº 513-III (conclusión), edición del 30 Abril 2015, pp. 11 y 12; y Nº 514-III, edición del 15 Mayo 2015, pp. 11, 12 y 13.

Wednesday, August 12, 2015

"Elegía a la paz violenta" de Teodoro J. Morales: Mensaje a la ingravidez de la paz

"ELEGÍA A LA PAZ VIOLENTA" DE TEODORO J MORALES: MENSAJE A LA INGRAVIDEZ DE LA PAZ

por César A. Angeles Caballero.


De la entraña milenaria del ande peruano, es decir de la paradisíaca Tarma, acaba de llegarme, con olor a retama y a viento serrano, un breve poemario de uno de mis más distinguidos discípulos: Teodoro J. Morales, quien hilvanó sus pasos estudiantiles con diligencia y capacidad en las aulas universitarias de San Luis Gonzaga de Ica. Me satisface profundamente este hecho singular. De un lado, porque Morales sigue calando in extenso en el quehacer literario; y de otro, encaminando sus pasos por el revolucionario menester de la creatividad poética, campo éste que lo viene absorbiendo con fecunda amplitud.


El poemario en referencia, posee diversas cualidades. En este sentido, deseo empezar señalando que la comunicación del estro poético fluye a través de un lenguaje directo, impactante y perspicaz. El título denuncia honda preocupación por el hombre actual y por el contenido, alcances y porvenir de lo que es la PAZ. La angustia se aprecia, entonces, como elemento vital, tajante, enigmático y contrapuesto temáticamente a la violencia: “… llegar a la paz violenta”, pero a la vez cierta, con certeza horizontal.

Morales, ha penetrado muy profundamente en la esencia misma de lo que entiende por PAZ, de ahí que exprese contundentemente: “Carnicería bélica es el hambre. Eso es la paz”.

Por este cause bullente, semidantesco, la mística unción religiosa del hombre se ha quebrado insondablemente, frente a la paz efectiva, sincera, congruente, pues ahora, “Nadie tiene pánico ni temor a la extremaunción”.
De otro lado nos parece intuir en la poesía de Morales, cierta desazón, acaso como tenue duda filosófica, girando en torno a Dios mismo: uno y creador, con su coro de seres bíblicos y santificados, en su deseo de aproximarse a la naturaleza misma de las cosas. Frente a esta problemática, asaz filosófica, el poeta reconoce con exacta dimensión que “… hay un asesino en la conciencia de cada persona”; por entre este discurrir muéstranse otros aspectos de real interés, como el saludar la actitud patriótica del soldado, cuando señala: “en casa todos se sienten orgullosos del soldado”.

Este poemario es un mensaje a la ingravidez de la PAZ que los imperialismos, día a día, buscan asesinar con proyectos atómico-nucleares y que Morales critica y le lamenta en la paz bucólica de su Tarma, eglógica y serena. Que la paz que Morales busca en sus versos, sea el bálsamo de la quietud espiritual que todos anhelamos; y su poemario la cadena de nuevas y excelentes aportaciones literarias.

Pueden leer y/o descargar "Elegía a la paz violenta" de Teodoro J. Morales en el siguiente enlace: http://www.mediafire.com/view/6wposea0ferzecb/Eleg%C3%ADa_a_la_Paz_Violenta.pdf

Tuesday, August 4, 2015

Momentos del proceso cultural en tarma (por Teodoro J. Morales). Extracto del libro "Extramuros del silencio. La poesía en Tarma"

MOMENTOS DEL PROCESO CULTURAL EN TARMA

(por Teodoro J. Morales)


El proceso cultural en Tarma se inicia en el mismo momento en que el ser humano se establece en ella; sin embargo, en esta exposición me referiré solo a los momentos que dejaron huella y que marcaron época.

No es fácil para nadie recrear todo ese proceso, de una realización cultural, que se dio en esta parte del universo.

Claro que, no solo es eso; quizá, lo más importante es empezar por tener una idea clara de lo que es cultura. Para muchos la cultura se limita a una expresión literaria o artística, y nada más, no es así. La Cultura engloba todo el conocimiento humano.

Bien. Ese proceso, desde nuestro punto de vista distingue cuatro momentos, definidos por los hechos que se dieron: El primero, el de la «Unión Nacional»; el segundo, surge con la «Asociación de Artistas Aficionados de Tarma»; el tercero, se da con el advenimiento de la «Generación del Setenta»; y el cuarto, se inicia con la fundación de la «Casa de la Cultura de Tarma».

Al distinguir los momentos a que tenemos referido, estamos hablando de una realización como expresión de un trabajo colectivo, y no a la realización individual de nadie.

El primer momento empieza en 1891, con el establecimiento del «Comité provincial de la Unión Nacional» en Tarma, a iniciativa de Enrique H. Díaz.

La «Unión Nacional» ejerció una marcada influencia en Tarma, por espacio de diecisiete años, de 1891 (en el que se estableció) hasta 1908, año en el que fallece Adolfo D. Vienrich. Este período distingue dos momentos: el de 1891 a 1897, y el de 1897 a 1908.

Vienrich a su regreso definitivo a Tarma se incorporó al «Comité Provincial de la Unión Nacional», asumiendo la dirección de dicha agrupación; en esa comunidad asomaba la presencia de Enrique H. Díaz, Enrique Herr, José Castillo Atencio, los más representativos en el primer momento.

La «Unión Nacional», todo lo significativo que hizo, lo realizó de 1897 a 1908. Del período anterior no tenemos testimonios que prueben que se haya realizado algo importante. El mérito de Enrique H. Díaz es haber establecido el Comité Provincial, y haber nucleado en torno a él a los primeros militantes. No existen archivos que nos permitan evaluar el trabajo realizado por esa agrupación político-cultural.

La principal actividad que se desarrolló en ese momento, por las propias circunstancias en las que se debatía el país, fue el periodismo. Los intelectuales se vieron obligados, por los hechos, a asumir una tarea que corresponde a los políticos, tanto que el «Círculo Literario» se convirtió en la «Unión Nacional». Una Institución eminentemente literaria, por los graves hechos que se daban, se transforma en la institución político-cultural, a fin de impulsar un movimiento que posibilitara la realización social de nuestros pueblos; y para hacerlo, optó por el periodismo como arma de lucha. Eran conscientes que solo así se podría sentar las bases de una consciencia social en los integrantes de la base social, para luego realizar la obra mayor que se requería. Entonces, la preocupación primera fue propagar las ideas radicales para realizar el cambio de esa realidad injusta que se vivía y padecía.

Eso hizo a que se estableciera una Imprenta, y se dirigiera varios periódicos de propaganda y enseñanza, para que el pueblo bebiera la savia que debía vivificarles el espíritu. Vienrich, como educador entendió que la tarea no solo estaba en las aulas, sino en la comunidad toda; había que sembrar ideas, y para hacerlo tuvo que desarrollar un trabajo importante a través del periodismo. Esa tarea se cumplió a través de las páginas de «La Unión», «La Aurora», «La Aurora de Tarma», «La Nueva Simiente», «El Municipal», «El Radical» y «La Idea».

La poesía, la música y la pintura, apenas si se promovieron. Ellos entendieron que lo primero era lo primero; que el resto vendría luego como consecuencia de la fuerza generada por el propio cambio. Esa era la idea.

Las publicaciones de trabajos de investigación y creatividad, se ven limitadas a las publicaciones que realizó Adolfo D. Vienrich.

El segundo momento empieza en 1947 con la fundación de la «Asociación de Artistas Aficionados de Tarma», y su presencia se mantuvo hasta 1976 en el que falleció Pedro D. Macassi, el principal artífice de esa obra.

La «Asociación de Artistas Aficionados de Tarma», se fundó un 19 de Abril de 1947; quince personas se reunieron para darle vida, entre ellas: El Dr. Moisés Luza Otazú, Pedro D. Macassi, Francisco Palomino Herrera, Enrique Orihuela Amaya, Alberto Medel Gonzáles del Valle, entre otros; aquellos, se reunieron con el propósito de fundar una Institución para «fomentar el arte escénico, así como otras manifestaciones del arte i la literatura», así reza en el Acta de Fundación.

La «Asociación de Artistas Aficionados de Tarma», nace para llenar una necesidad que se tenía; tanto que, Pedro D. Macassi, dice «llegamos tal vez en momento oportuno en que se hacía necesario crear un organismo para orientar i dirigir la inquietud espiritual i cultural»; de hecho que así fue, y cumplió con largueza ese papel.

La «Asociación de Artistas Aficionados de Tarma» fue una Institución que participó mayormente en el arte escénico, para el que tuvieron buena predisposición. Los integrantes, del elenco que tenían, no eran actores profesionales; ellos, provenían de las distintas áreas de la actividad humana.

Pedro D. Macassi, al ofrecer la velada artística del 4 de enero de 1964, destacó la importancia que tiene el teatro en la vida espiritual de los pueblos, señalando que «el teatro era el vehículo alado para la divulgación del arte y la cultura».

La «Asociación de Artistas Aficionados de Tarma», para descubrir nuevos valores en la literatura, estableció los «Juegos Florales», instituyendo como premio del mismo: la «Rosa de Plata»; la «Violeta de Oro», y finalmente la «Kantuta de Oro».

En los Primeros «Juegos Florales» de 1948 fue ungido como ganador con la «Rosa de Plata», Alonso Amarillo Miranda.
En 1949 se publica el libro de poesía «Horas Blancas», que reúne «Rubor de Alba», «Pristinas» y «Canto Vesperal».

En los siguientes «Juegos Florales» fueron ungidos como ganadores: El Rvdo, Padre Florentino García; María Amanda García Yllanes; Carlos León Baldoceda; Gaudencia Pita de Estrada; Dr. Hugo Villegas y Gerónimo Alberto Medel González del Valle.

Hasta donde llega la información, al parecer los últimos «Juegos Florales» fueron los de 1966; seguiré hurgando documentos a fin de establecer lo que realmente corresponde  al caso.

Puedo decir que de aquella cantera provienen Alonso Amarillo Miranda, Gerónimo Alberto Medel Gonzáles del Valle e Isolina Lavado Huancaya, quienes son los más visibles; los que con su trabajo asoman como exponentes de la literatura tarmeña; de los otros, no puedo decir lo mismo, al parecer la expresión poética de ellos se dio como algo momentáneo en sus vidas, y luego se esfumo; no conozco testimonios que prueben lo contrario.

Es posible, que muchas fueron las inquietudes poéticas que empezaron con esos «Juegos Florales»; para el caso, solo interesan las expresiones que se realizaron; las otras, de seguro dormirán la suerte del olvido.

La «Asociación de Artistas Aficionados de Tarma» para proyectarse a la comunidad publicó «Alma y Paisaje», el que alcanzó a seis números.

El tercer momento asoma con el «Manifiesto de Año Nuevo» que aparece en enero de 1970, así surge la «Generación del Setenta» en Tarma, cuya presencia se proyecta hasta 1992, en el que se da origen al cuarto momento.

«Tinta Indeleble» (Cuaderno de Poesía) es el primer testimonio que se publica como expresión de esta nueva inquietud que asoma en Tarma, el que está precedido de un MANIFIESTO.

Además, este momento, tiene como documentos fundamentales: El «Manifiesto de Afirmación y Protesta» (Abril 1970) y «Hacia un Nuevo Absoluto para la Literatura» (Noviembre 1975).

En este momento, es la poesía el género en el que se trabajó, la que alcanzó una realización consiguiendo un lugar en el cuadro cronológico de la literatura a nivel regional y nacional.

«Diario Conflictivo de Clase», de Teodoro J. Morales, es el primer libro de poesía que irrumpe como expresión de este nuevo momento; luego vendrá «Dimensión de la Palabra» de Carlos Orihuela Espinoza, y «Construcción de los días» de Andrés Mendizábal Suárez.

Félix Huamán Cabrera refiriéndose a «Diario Conflictivo de Clase», dice «es un poemario que, sin duda, abre nueva brecha dentro el quehacer literario de la región del centro. (…) Todo el poemario es una verdadera toma de posición ideológica de parte del autor frente a la realidad a la que desenmascara y muestra su verdadera faz dentro de un sistema de alienación y de opresión. (…) Creo que con Morales tenemos a uno de nuestros mejores poetas que a través de nuevas rutas plasma formas llenas de contenido social y claridad ideológica, nos da un testimonio de altura política»[1]. Por su parte Tulio Mora en su artículo «Entre el desarraigo y la tradición», dice que «a partir de Teodoro Morales ya se nota un salto. Para empezar, destierra ese falso tono llorón de mucha poesía rural (y digo falso tono llorón para oponerlo al verdadero tono elegiaco de poetas como José María Arguedas) y asume uno mordaz, irónico. (…) A partir de Morales también aparece el lenguaje coloquial, prosaico, característico de la nueva poesía peruana y que ha sido aplicado con buenos resultados entre los jóvenes poetas del centro».

Félix Huamán Cabrera, refiriéndose a «Dimensión de la Palabra», dice: «no es un poemario localista ni regional, es la posición de un hombre frente al sistema que nos domina, trasciende su individualidad y su sentido grupal para poder romper el monólogo pequeño burgués»; señala que, el libro «es de una textura formal  innovada pero que sin duda la configuración de un mundo cuestionable y la posición del escritor frente a él».

El tercer momento da presencia a la literatura tarmeña, se proyecta y gana auditorios fuera de una realidad local.

El cuarto momento es el de la «Casa de la Cultura de Tarma», fundada el 17 de mayo de 1992. Doce personas acudieron al llamado que se hizo para fundarla. De los que estuvieron a mi lado para fundarla, solo quedan fieles a ese compromiso que se asumió entonces: José Córdova Julca, Gregorio Núñez Cerrón y Julián Loja Alania. Andrés Mendizábal Suárez, José Espinoza Oscanoa y Orlando Jurado Rodulfo, por razones de trabajo se retiraron de Tarma, y eso hizo que perdiéramos el concurso de aquellos hermanos; el resto, se quedó en el camino a lo largo de esos catorce años de existencia que se tiene. Para mantener viva a esta Institución, hemos tenido que ir sumando a este trabajo a nuevos espíritus que se identificaron con los fines que se tiene, y en gran parte esa fuerza viene de niños y adolescentes.

En ese espacio de tiempo que se tiene, se estableció los JUEGOS FLORALES «Manuel Bedoya Suárez»; con los que se ha descubierto nuevos valores, entre ellos: Marco Antonio Oropeza Navarro, Daniel Gutiérrez Ventocilla, Oscar Rojas Güere; quienes han publicado sus primeros libros.

La «Casa de la Cultura de Tarma», para difundir la cultura en nuestro medio, está publicando MANANTIAL, no como empresa comercial, sino como una acción de proyección cultural masiva; tanto que la distribución, de esta publicación, es gratuita.

Nuestra preocupación no solo es la consecución de la belleza; queremos además de ello contribuir en la formación de esa conciencia social que hace falta para emprender una de las mejores realizaciones en nuestros pueblos, y para conseguirlo estamos estableciendo CASAS DE LA CULTURA en los Distritos.

Estamos rompiendo esquemas tradicionales, para promover la investigación y la creatividad; y, eso se expresa en las plaquetas literarias y libros, cuya publicación se auspicia.

Esta Institución, con la acción que desarrolla ha dado origen a todo un MOVIMIENTO CULTURAL, cuyo prestigio rebasa fronteras locales.

Todos los días nacen instituciones, las más de ellas, así como nacen desaparecen. En la existencia de las instituciones, casi siempre, con el correr de los años pierden la frescura y la fuerza de un inicio; en el caso de la «Casa de la Cultura de Tarma», mientras más pasan los años su fuerza crece, su prestigio aumenta.

En ese proceso, a que tengo referido, la preocupación es de una realización como expresión de una acción colectiva, claro que a lo largo de todos esos años, surgieron individualidades que vivieron y viven encerradas dentro de sí mismas, para ellos, lo que importa es una figuración personal o un egoísmo ciego; en fin, cada quien es dueño de lo que hace.

Antes de concluir, quisiera referirme a ciertas cosas, para evitar equivocas interpretaciones en lo expuesto. No ignoramos el trabajo de José Gálvez Barrenechea, cuya obra es expresión de una acción individual. Lo más significativo de ese trabajo, sin duda, es el poemario «Paz Aldeana», la novela corta «La Boda», y el ensayo histórico «Algo Sobre Tarma», por encontrarse Tarma en ello.

Gustavo Allende LLavería, tampoco alcanzó a impulsar un movimiento cultural. Esa inquietud empieza con la publicación de la revista «Brumas», de la que en 1906 salió un solo número; luego, su aporte se limita a colaboraciones periodísticas. Tenemos noticias que publicó un libro «Valladares», del que no hemos logrado conseguir ningún ejemplar. Fortunato Cárdenas Álvarez, al parecer estuvo dentro del círculo de influencia de la «Unión Nacional», pero, aún no he encontrado testimonio que me permita afirmarlo. Grimaldo González Mayorca, fue toda una promesa que no se realizó, porque no le dio continuidad a la inquietud que tuvo; pocos poemas se conocen de él, de una factura indiscutible.

En el tiempo del proceso cultural que ha tenido Tarma, también se tiene la presencia de Florentino Alcorta, Neptalhi García, Alberto Vega, Alberto Rivera i Piérola, José Carlos Chirif y Ricardo López Aliaga, quienes sin haber nacido en Tarma, en algún momento de sus vidas residieron en esta ciudad, y al hacerlo participaron en la vida cultural. También podría mencionar a Carlos Aguirre Auvila, Graciela Tremolada Flores y Augusto Zambrano; están a la espera que nuestra investigación permita descubrir y dar a conocer la real dimensión del trabajo literario de cada uno de ellos.

La expresión cultural que Tarma tiene a la fecha no nace de la noche a la mañana, aquella, sin duda, tiene como su primer antecedente el «Círculo de Difusión Cultural Juan Santos Atahualpa» fundado en 1963. Eso tuvo continuidad en la acción que se cumplió con la «Asociación de Estudiantes Universitarios Tarmeños», el «Círculo Cultural Gustavo Allende Llavería», el «Programa de Desarrollo Integral de la Provincia de Tarma», la «Generación del Setenta», así se llega a la «Casa de la Cultura de Tarma». Así se empieza la realización cultural que hoy se vive. Hay todo un cordón umbilical que une al trabajo cultural realizado desde 1963 a la fecha.


De hecho, aquellos que se quedaron en el camino a lo largo de estos últimos catorce años, no tienen un trabajo a ese nivel, quizá, esa sea la razón por la que primó en ellos su individualismo para que volvieran a encerrarse en esa torre de marfil, desde donde se contentan con mirar los hechos desde lejos. No es una crítica a nadie. Cada quien sabe lo que hace. En mi caso, siempre aposté por una realización abierta a las grandes realizaciones, y de manera terca seguiré en este empeño, abriendo surcos en todos los terrenos que encuentre. Tengo fe y confianza en el trabajo que se realiza, y de seguro de todos esos surcos que se abren, como un milagro, asomará lo realmente valioso. Hay mucho que hacer aún para alcanzar alturas, pero, espero que de todo lo que se está haciendo asomar a la luz, y el silencio hablara en los años que viene.



[1] «Morales y la poesía del cuestionamiento». «El Correo», Huancayo 18 Julio 1974, p.6.


NOTA: Capitulo extraído del libro "Extramuros del silencio. La poesía en Tarma", de pronta publicación.