FELIX HUAMÁN CABRERA: EL
LENGUAJE OCULTO DE LAS COSAS
Por Teodoro J. Morales
No todos tienen la facultad para ver el lado oculto
de las cosas. Félix Huamán Cabrera, en “Valle
de Retamas” (1), le descubre un lenguaje al mundo material, en su
naturaleza muerta. Es una posibilidad la que ofrece, la que permite descubrir
una nueva visión del universo. En esa dimensión trata de encontrar una verdad.
este viento que en
hojas prende fuego,
este fuego de agua y de
cariño,
este hombre, esta nada,
esta agua de tropel y de
tormenta,
eres, corres, lloras
y te pierdes, Mantaro,
en los labios de las
breñas.
Félix Huamán, le da alma a esa naturaleza, a la que
Dios no le dio palabras a semejanza nuestra, para expresarse. Descubre para
todo, un lenguaje. No todos pueden percibir la grandeza que encierra cada cosa.
El poeta saca a flor de piel, la vida que palpita más allá de lo que uno ve.
En esta búsqueda el logro es mayor, toda vez que
alcanza a rescatar la verdad más allá de la palabra; tanto que uno se hace río,
agua o viento. Todo se trastoca y cobra vida. En ésta particularidad, encuentro
el logro de este libro.
Hay un descubrimiento de la naturaleza material, más
allá de la piedra inerte. No es la forma exterior la que presenta. No es el
vestido de las cosas, el que detalla; bien sabe, que la verdad no hay que
buscarla en la cáscara o vestido, fuera o encima de la piel. En el aliento inmaterial que es el fuego de
la vida, palpita lo eterno: sólo el espíritu, es el que sabe de su presencia y
su misterio.
El poeta consigue interiorizarse en la naturaleza
muerta de las cosas, hasta encontrarla; su palabra da testimonio de ello. Eso hace que su visión tome una nueva
proyección en la poesía. Rompe aquel límite
tradicional, para crecer con esa libertad del aire, y ser luz.
En el libro encuentro, igualmente, una remembranza
antigua. Hay una nostalgia dulce, como sostén y energía que lo mueve.
(“Allá quedó
mi madre / contando mis pasos en el
patio / cuando peinaba, los cabellos
/ de Tania, en el amanecer. / Tejiendo después penas cuando el sol era
carta / del niño que escribía: /
“que todo iba muy bien”. / Allá quedó mi madre, / mis juguetes de barro, / los amigos y hortigas y tréboles / que forjó mi ilusión; quedaron los papeles, / mis besos en neblina / y mi
canto también”. – Para entonces mi
padre ya se había ido lejos / por
donde se van los hombres, / después
de haber vivido, / para no volver”.
Félix Huamán Cabrera en “Valle de Retamas” nos descubre ese lenguaje con el que se expresan
las cosas, en el que nunca envejece. Hay un despertar de ese algo que permanece
dormido dentro de todo.
NOTAS:
(1).- Félix Huamán
Cabrera. “Valle de Retamas”. Dibujos
de Josue Sánchez. Huancayo, 1977. Ediciones “Retama”. (s. p.) Edición a Mimeografo.
No comments:
Post a Comment