MENSAJE
DE JESÚS DESDE LA CRUZ
QUINTA
PALABRA:
TENGO SED
Por
Teodoro J. Morales
En el Capítulo 19, versículo
28 de Juan, se lee: “Sabiendo Jesús que
ya todo se había cumplido, dijo: “TENGO SED”, y con esto también se cumplió una
profecía”.
**********
La quinta palabra, TENGO
SED, encuentra una verdad mayor a aquella que muchos exponen. No es una
necesidad de agua material, para aplacar una sed. Lo que expresó – Jesús- en la
cruz, encierra dos sentimientos: uno físico, y otro espiritual.
Es
cierto que Jesús tenía una sed de agua material; él estaba crucificado,
sangraba, se encontraba en una posición incómoda; cualquier persona, en esas
condiciones, lo hubiera sentido; pero, no había desesperación en él al expresarlo..
El sabía que debía de cumplirse la voluntad de su padre, así estaba escrito en
las Sagradas Escrituras. En Lucas, Capitulo 9, Versículo 22, se lee: “Es necesario que el Hijo del Hombre padezca
muchas cosas, y sea desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes
y por los escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer día”.
A
ese momento, se desarrolla una de las luchas decisivas para la humanidad. El
Hijo del Padre luchaba contra todas las tentaciones, y con el sufrimiento más
doloroso; si hubiera flaqueado a ese momento el demonio hubiera triunfado, y no
se hubiera cumplido la voluntad del Padre; y la posibilidad de salvación de la
humanidad se hubiera esfumado. Cualquiera se hubiera rendido ante aquel
sufrimiento y ante aquella sed como
la que sintió Jesús estando en la cruz. Con
esa victoria, Jesús, hizo que seamos salvos.
Es
cierto que Jesús, en las condiciones en el que se encontraba en la cruz, tenía
sed de agua material, era una de las tentaciones; pero al mismo tiempo, desde
esa altura de su sufrimiento, recuerda a la humanidad que hay un agua viva que
posibilita la vida eterna.
TENGO
SED: Esta palabra tiene relación con el agua, por lo mismo, es necesario
desarrollar una reflexión sobre lo que representa aquella para la vida
cristiana. Jesús, dice: “De cierto, de
cierto te digo, que el que no naciera del agua y del espíritu, no puede entrar
en el reino de Dios”; y en un pasaje de la Biblia, se recuerda que en una ocasión
Jesús le dijo a una mujer de Samaria, que se encontraba en el pozo de Sicar:
“Dame de beber”; y aquella le respondió ¿Cómo tú, siendo judío, me pides de
beber a mí que soy mujer samaritana?; y, es que: a ese momento, judíos y
samaritanos no se trataban. A ella,
Jesús, le responde: “Si conocieras el
don de Dios, y quién es el que te dice:
Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva”; y, agrega: Cualquiera
que bebiera de esta agua (se refiere al agua material) volverá a tener sed;
más, el que bebiera del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que, el
agua que yo te daré será en él una fuente de agua que salte para la vida
eterna” (Juan: 3, 14). Aquí, está la hondura del MENSAJE de Jesús en esa quinta
palabra, dicha en la cruz.
Mucho
se ha escrito, sobre esta palabra; pero,
las reflexiones que se hacen no asoman al corazón del real Mensaje. Hay
necesidad de recordar a Jesús cuando enseña, y dice: “De cierto os digo, que si
no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos
(Mateo: 18, 3); y, en el Sermón de las Montañas, expresa: “Bienaventurados los de limpio corazón, por qué ellos verán a
Dios”(Mateo: 5, 8). Muchos no asoman a la verdad divina, porque no tienen ese
limpio corazón, y sólo en la inocencia de un niño se encuentra aquello.
En
ese TENGO SED, Jesús recuerda esa sed de agua viva para la salvación eterna;
sed que comprende: sed de verdad, sed de amor, sed de justicia. Ella encierra
el espíritu de todos los valores que son necesarios a una existencia cristiana;
necesidad de agua viva, que es sustento de ese absoluto que da derecho a la vida eterna.
En la Biblia se nos recuerda, que: De tal manera
amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en
él cree, no se pierda, más tenga vida eterna” (Juan: 3, 16). Jesús, se hizo
Hombre; y como tal, supo de todas las limitaciones que cada persona sufre, de
todos los sufrimientos que se experimenta.
TENGO
SED: expresa uno de los momentos más difíciles que Jesús tuvo que vencer, para
que se cumpliera la voluntad de su
padre. Había necesidad de agua material para la sed que sentía en esas
condiciones en que se encontraba en la cruz; al mismo tiempo –Jesús- recuerda
en su Mensaje que no se trataba de esa sed que se aplaca con agua de pozo o
río; recuerda que hay un agua viva
que posibilita la vida eterna. Jesús murió no por falta de un agua material;
sino, por aquella agua viva para salvarnos.
En
esta existencia, que se tiene, cada persona vive su propio calvario; todos
cargan su propia cruz. Más de uno habrá repetido alguna vez esas palabras que
Jesús pronunció en la cruz: TENGO SED. Todos tienen sed, pero tienen sed de esa
agua material. En esta fecha, que nos recuerda uno de los momentos más
significativos de la existencia del cristianismo: Hermanos, reparemos en
aquella agua viva, aquella, que
posibilita la vida eterna.
En
mi caso: como poeta, tengo sed de
esas esencias que son verdades que están en el corazón de todas las cosas; como
Magistrado del Poder Judicial, tengo
sed de verdad en los casos que se resuelve, para que la justicia se realice;
como persona, tengo sed de aquella agua
que fluye de los manantiales para aplacar la sed del cuerpo material; como cristiano, tengo sed de aquel amor que
Cristo enseña, el que es energía que mueve la rueda de la historia en todas las
civilizaciones, ese amor que purifica y que genera esa luz que salva; TENGO SED
de esa agua viva, de ese vino y
aquel pan que Jesús ofreció a sus discípulos en la última cena. Gracias, Dios
mío: por haberle dado luz a mi entendimiento, para encontrar esta verdad.
La cruz
simboliza todo el sufrimiento de la humanidad, de hoy y de todos los tiempos, y
la salvación de toda ella, por acción de Jesús.
Jesús,
al decir: TENGO SED, quería saciar aquella sed de su corazón; la Humanidad aún
no lo entiende. La sangre que derramó Jesús en la cruz, limpia de todo pecado a
la humanidad. Eso, nadie debería de ignorar. He aquí el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo (Juan: 1,
29).
Jesús,
dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mi viene, nunca tendrá hambre; y el que
en mi cree, no tendrá sed jamás (Juan: 6, 35). Hermanos, ese es el alimento y
el agua que falta a uno, y a muchos.
Jesús,
dijo: He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si algún oye mi voz y abre la
puerta, entraré a el, y cenaré con él, y
él conmigo. Espero que, en esta SEMANA SANTA, todos acudan a ese llamado que
Jesús hace desde la cruz, con la luz de sus palabras, y abran las puertas de
sus corazones; y aquella agua viva, él, la pueda entregar a cada uno de
nosotros como alimento y como agua para la vida eterna, como una bendición de
Dios. Amen.
NOTA.
Este texto se publicó en el año 20º02 como PLAQUETA.
No comments:
Post a Comment