Thursday, March 29, 2018

MENSAJE DE JESÚS DESDE LA CRUZ - QUINTA PALABRA: TENGO SED (Por Teodoro J. Morales)




MENSAJE DE JESÚS DESDE LA CRUZ

QUINTA PALABRA:

TENGO SED

Por Teodoro J. Morales



En el Capítulo 19, versículo 28 de Juan, se lee: “Sabiendo Jesús que ya todo se había cumplido, dijo: “TENGO SED”, y con esto también se cumplió una profecía”.
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La quinta palabra, TENGO SED, encuentra una verdad mayor a aquella que muchos exponen. No es una necesidad de agua material, para aplacar una sed. Lo que expresó – Jesús- en la cruz, encierra dos sentimientos: uno físico, y otro espiritual.
Es cierto que Jesús tenía una sed de agua material; él estaba crucificado, sangraba, se encontraba en una posición incómoda; cualquier persona, en esas condiciones, lo hubiera sentido; pero, no había desesperación en él al expresarlo.. El sabía que debía de cumplirse la voluntad de su padre, así estaba escrito en las Sagradas Escrituras. En Lucas, Capitulo 9, Versículo 22, se lee: “Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas, y sea desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer día”.
A ese momento, se desarrolla una de las luchas decisivas para la humanidad. El Hijo del Padre luchaba contra todas las tentaciones, y con el sufrimiento más doloroso; si hubiera flaqueado a ese momento el demonio hubiera triunfado, y no se hubiera cumplido la voluntad del Padre; y la posibilidad de salvación de la humanidad se hubiera esfumado. Cualquiera se hubiera rendido ante aquel sufrimiento y ante aquella sed como la que sintió Jesús estando en la cruz. Con  esa victoria, Jesús, hizo que seamos salvos.
Es cierto que Jesús, en las condiciones en el que se encontraba en la cruz, tenía sed de agua material, era una de las tentaciones; pero al mismo tiempo, desde esa altura de su sufrimiento, recuerda a la humanidad que hay un agua viva que posibilita la vida eterna.
TENGO SED: Esta palabra tiene relación con el agua, por lo mismo, es necesario desarrollar una reflexión sobre lo que representa aquella para la vida cristiana. Jesús, dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciera del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”; y en un pasaje de la Biblia, se recuerda que en una ocasión Jesús le dijo a una mujer de Samaria, que se encontraba en el pozo de Sicar: “Dame de beber”; y aquella le respondió ¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí que soy mujer samaritana?; y, es que: a ese momento, judíos y samaritanos no se  trataban. A ella, Jesús, le responde: “Si conocieras el don  de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva”; y, agrega: Cualquiera que bebiera de esta agua (se refiere al agua material) volverá a tener sed; más, el que bebiera del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que, el agua que yo te daré será en él una fuente de agua que salte para la vida eterna” (Juan: 3, 14). Aquí, está la hondura del MENSAJE de Jesús en esa quinta palabra, dicha en la cruz.
Mucho se ha escrito, sobre esta palabra; pero,  las reflexiones que se hacen no asoman al corazón del real Mensaje. Hay necesidad de recordar a Jesús cuando enseña, y dice: “De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos (Mateo: 18, 3); y, en el Sermón de las Montañas, expresa: “Bienaventurados los de limpio corazón, por qué ellos verán a Dios”(Mateo: 5, 8). Muchos no asoman a la verdad divina, porque no tienen ese limpio corazón, y sólo en la inocencia de un niño se encuentra aquello.
En ese TENGO SED, Jesús recuerda esa sed de agua viva para la salvación eterna; sed que comprende: sed de verdad, sed de amor, sed de justicia. Ella encierra el espíritu de todos los valores que son necesarios a una existencia cristiana; necesidad de agua viva, que es sustento de ese absoluto que da derecho a la vida eterna.
En  la Biblia se nos recuerda, que: De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna” (Juan: 3, 16). Jesús, se hizo Hombre; y como tal, supo de todas las limitaciones que cada persona sufre, de todos los sufrimientos que se experimenta.
TENGO SED: expresa uno de los momentos más difíciles que Jesús tuvo que vencer, para que se cumpliera la voluntad de  su padre. Había necesidad de agua material para la sed que sentía en esas condiciones en que se encontraba en la cruz; al mismo tiempo –Jesús- recuerda en su Mensaje que no se trataba de esa sed que se aplaca con agua de pozo o río; recuerda que hay un agua viva que posibilita la vida eterna. Jesús murió no por falta de un agua material; sino, por aquella agua viva para salvarnos.
En esta existencia, que se tiene, cada persona vive su propio calvario; todos cargan su propia cruz. Más de uno habrá repetido alguna vez esas palabras que Jesús pronunció en la cruz: TENGO SED. Todos tienen sed, pero tienen sed de esa agua material. En esta fecha, que nos recuerda uno de los momentos más significativos de la existencia del cristianismo: Hermanos, reparemos en aquella agua viva, aquella, que posibilita la vida eterna.
En mi caso: como poeta, tengo sed de esas esencias que son verdades que están en el corazón de todas las cosas; como Magistrado del Poder Judicial, tengo sed de verdad en los casos que se resuelve, para que la justicia se realice; como persona, tengo sed de aquella agua que fluye de los manantiales para aplacar la sed del cuerpo material; como cristiano, tengo sed de aquel amor que Cristo enseña, el que es energía que mueve la rueda de la historia en todas las civilizaciones, ese amor que purifica y que genera esa luz que salva; TENGO SED de esa agua viva, de ese vino y aquel pan que Jesús ofreció a sus discípulos en la última cena. Gracias, Dios mío: por haberle dado luz a mi entendimiento, para encontrar esta verdad. 
La cruz simboliza todo el sufrimiento de la humanidad, de hoy y de todos los tiempos, y la salvación de toda ella, por acción de Jesús.
Jesús, al decir: TENGO SED, quería saciar aquella sed de su corazón; la Humanidad aún no lo entiende. La sangre que derramó Jesús en la cruz, limpia de todo pecado a la humanidad. Eso, nadie debería de ignorar. He aquí el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo (Juan: 1, 29).
Jesús, dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mi viene, nunca tendrá hambre; y el que en mi cree, no tendrá sed jamás (Juan: 6, 35). Hermanos, ese es el alimento y el agua que falta a uno, y a muchos.
Jesús, dijo: He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si algún oye mi voz y abre la puerta, entraré  a el, y cenaré con él, y él conmigo. Espero que, en esta SEMANA SANTA, todos acudan a ese llamado que Jesús hace desde la cruz, con la luz de sus palabras, y abran las puertas de sus corazones; y aquella agua viva, él, la pueda entregar a cada uno de nosotros como alimento y como agua para la vida eterna, como una bendición de Dios. Amen. 
 
NOTA. Este texto se publicó en el año 20º02 como PLAQUETA.



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