Tuesday, March 13, 2018


CESÁREO MARTÍNEZ: SU PALABRA

 COMO EXPRESIÓN DE PUEBLO

Por Teodoro J. Morales



La poesía, casi siempre, fue una expresión a la que solo tuvo acceso una clase letrada, por lo mismo que ella acostumbra hacer uso de imágenes con formulaciones abstractas a la que llaman poesía pura. Expresión superficial de la forma, naturaleza abstracta en una imagen- nada más. La palabra es como ánfora vacía, como un contenedor sin contenido. Claro que, a ese nivel,  también se hace poesía; y no le niego mérito a esa expresión.
   Los intereses de clase (de los que gobiernan), magnificaron ese ejercicio como posibilidad de lo perfecto, como esquema mental que transparenta la naturaleza del ser interior, ingresando a aquel mundo metafísico donde las interrogantes muchas veces no tienen respuesta. En esa búsqueda, el hombre  ha desarrollado muchos trabajos. Eso, también es poesía.
   Hay algo que no se hizo, sin embargo: era tabú para muchos hablar de la verdad desnuda, para otros nunca entendieron  esa posibilidad de expresión. La poesía casi siempre fue expresión desprovista de toda clase de compromiso. Ese desapego la llevo en más de las veces a equívocos lamentables. En los casos que se quiso asumir de manera responsable la función de escritor equivocaron y llevaron la expresión a lo panfletario.
   No es sencillo para un poeta, hablar a nivel de los sentimientos de un pueblo; tiene que hacerse carne en él para entenderlo, para ser su voz, su palabra. Digo esto, y me viene a la memoria unos  versos del poeta guatemalteco Otto Rene Castillo, que dice; (“vámonos patria a  caminar, yo te acompaño./ Yo bajaré los abismos que me digas./ Yo beberé tus cálices amargos./ Yo he de morir para que tú no mueras,/ para que emerja tu rostro flamante al horizonte/ de cada flor que nazca en mis huesos./ Tiene que ser así, indiscutiblemente.”). Llegar a esto, es haber alcanzado una concepción clara de existencia, y de compromiso con ella.
   Cesáreo  Martínez, nació en Cotahuasi (La Unión – Arequipa) en 1945. Ingresó a la Universidad Mayor de San Marcos, donde siguió estudio de Letras. Como escritor, con el poema “Pequeña Botella de mar para Iskra Oyague”, inicia una escritura abiertamente política. En 1978 publica “Cinco Razones Puras para comprometerse con  la Huelga”, con el que empieza a encender el sueño de una esperanza que prometía ser luz, pero, por las ambiciones personales de los eternos dirigentes de izquierda terminó destruyéndose ese sueño, a lo que Cesáreo respondió con “Donde Manco el Árbol de la Espada y Arcoiris”.
   Cesáreo  Martínez, publicó: “Cinco razones puras para comprometerse (con  la huelga)- 1978; “Donde mancó el árbol de la espada y arcoíris (Bando para que la dirigencia se alinee con las masas“ (1980); “Celebración de Sara Botticelli” (1983); y, “El sordo caminar de Lima” (1993). Póstumamente se publicó “Sal de Ciegos” (2008). Murió víctima de un aneurisma cerebral el 29 de enero del 2002.
   Es uno de los exponentes de la  Generación del 70. Pese a la extracción de clase de la que provenía “netamente popular”, era un sibarita “de la palabra, artífice de la magia verbal, cultor de imágenes soberbias y rebuscadas. Su poesía asume una de compromiso con la causa de los desposeídos y asoma a una expresión amorosa propia de su realización de vida; y sin duda trato de hundirse en las raíces de esos orígenes a los que nos debemos, digo esto, al leer “Entre el Wamani y la Carretilla”, dedicado a José María Arguedas. Es un texto del que poco se habla; para mí es importante. En él, dice: (“Tú que frecuentas las nebulosas de la vida y de la muerte,/  muéstrame la vida,/ en esta hora inútil en que un mundo desde afuera me/ enloquece./ Y otra vez bajaremos a besar los sentidos de la mar/ y la oscura mar de arenas./ Porque amanecí en una tierra desgastada por el abismo/ de dioses extraños./ Dioses de la mirada oblicua, devoradores de indios en los/ terribles días de la malaria./ Porque nací del rocío y la piel mojada de la piedra./ Porque mis trabajos se pierden en las arcas del enemigo,/ mi aliento se oxida/ y sólo tu voz me saca, me levanta, me ilumina./ Condúceme a tu casa de agua-verde y sentencias, no dejes/ que la ronda de mis sueños ruede al despeñadero./ Y plumas vivas bailarán sobre mi pecho cuando tu larga/ piel de plata/ brille espantando a mis enemigos” (…) “Más allá de la pendiente se insinúan los humores de una/ tierra de rumores de fruta./ Allí la Madre Luna anda suelta y nadie le presta atención./ Dicen los viajeros los viajeros, que por las noches llora espinas./ Dicen los pájaros migratorios hay un dios grande,/ un río hablador./ Tú que me  arrancaste de las tinieblas, alza para mí/ tus oráculos./ Dime cómo se labran los pensamientos sanos./ Di cómo he de permanecer con mis días para que mis hijos/ no me desconozcan.// Porque mordido en tus misterios me contemplo sustancia/ volátil y quizá, ´por tus labios incandescentes,/ penetremos en el ancho huerto de la vida”.
   Todo dice que, el poeta vivió inmerso en un mundo de conflictos; la cultura andina y la occidental en el fondo no eran la misma, cada una tenía una concepción de vida y objetivos.
   Cesáreo Martínez, quizá, es uno de los pocos; que recogió el reto de realizarse a esa medida, en un momento, en el que creyó empezaba la formación de una conciencia política madura. Con los riesgos que ello conlleva, trató de hacer poesía a nivel político. Era un convencido de que “la poesía debía cumplir un papel fundamental en la lucha por la construcción de un nuevo orden de justicia social”. Es uno de los pocos ensayos poéticos que se hizo. “Cinco Razones Puras para comprometerse con la Huelga”, nace como un arma de combate, como un llamado de solidaridad con una huelga del gremio magisterial a ese momento. Es poesía política, en la que su autor “fusiona el lenguaje coloquial con el estilo narrativo, así como la imprecación lírica con las imágenes de la naturaleza” (2). Para asumir la realización de una expresión a ese nivel, había necesidad como exigencia de un lenguaje que  permitiera expresar el sentir del pueblo y llega r a su entendimiento. En cierto modo creó ese lenguaje, y lo hizo.
   Donde Manco el Árbol de la Espada y Arcoiris” (Bando para que la dirigencia se alínee con las masas), es un libro inicial, que quedo como proyecto de algo que pudo dar origen a una voz nueva como expresión: (“En medio del camino de mi vida/ vi un árbol fogoso brillando semejante al mar./ En sus ramas cantaban las más variadas formas del color/ y en su copa rosada reían los infinitos rostros del mundo”). Es, una crítica “contra el sectarismo y la incongruencia de las dirigencias izquierdistas”, “su crítica contra los dirigentes de la izquierda, directa y áspera, va al meollo del problema, dice: “Han discutido sobre un charco repetidas veces, y repetidas veces se han peleado por las puras”; aquellos, siempre antepusieron a todo sus intereses personales, nunca les intereso la suerte de los pueblos (pobres),  ni cambiar ese sistema que oprime y esclaviza, ellos se sentían  vivir bien dentro de él.
   El poeta fue terminante, fijo una posición, por eso dice: “Mi partido son esos infinitos  rostros regados entre el bullicio de las calles, preñando las puertas malditas de la miseria” (…) “En la construcción de los cielos redondos/ En la construcción de las aguas nuevas/ y en la producción de los nuevos sueños/ Todo con nosotros, nada sin nosotros”.
   No siempre se escribió desde el mismo corazón del pueblo, y no se hizo- porque el poeta vivió divorciado de esa realidad. Hay que haber vivido esa realidad en toda su crudeza para entenderlo.
   El libro lo conforma: Prólogo, Cinco Poemas; y, Epílogo. Todo en verso. A la final una nota, cuyo texto es terminante: “Queridísimos dirigentes de la izquierda. Este no ha sido un canto de dolor individualista, sino un lamento de las masas, porque ustedes traicionaron a sus aspiraciones. Ahora, amainado el vendaval y aplacado el corazón, les exigimos una autocrítica en la práctica, un cambio radical de actitud, sino quieren ser barridos por las masas. Y ojo que si ustedes no se enmiendan, la historia no los juzgara, porque ya sabemos que la historia no se ocupa de la mierda”. Siempre he dicho, el tiempo es el mejor Juez a todo; y pasados los años, vemos que toda esa recua de dirigentes izquierdistas de entonces terminaron en un tacho de basura, sin pena ni gloria.
   La poesía política de Cesáreo Martínez, es importante; cuestiona la actitud de los eternos politiqueros, de aquellos que traicionan al pueblo en sus aspiraciones; a quienes se les exige “un cambio radical de actitud”, en caso de que no lo hagan serán “barridos por las masas”.
   La llamada política, se utilizó y se utiliza con fines ajenos al rol que debe  de cumplir; los que intervinieron e intervienen a ese nivel no dejan de ser simples vividores; sin  tener la capacidad ni la autoridad moral para ello, se erigen en “lideres”, y luego traicionan.
   Cesáreo Martínez, con esa fe y consecuencia que muchos le ponen, trabajó al lado del pueblo; se hizo un peón, una hormiga, en su deseo de construir esa nueva realidad social que se exige, y todos quiere, pero, aquellos jerarcas de la politiquería, se erigieron en los nuevos amos, haciendo suyo todas las costumbres y gollerías del pasado; y nacieron nueva casta de poderosos, quienes sueñan que alguien escriba sus historias en olor a santidad, pero, de esa clase de gente, nadie se ocupa, ni los menciona. Como dice el poeta “la historia no se ocupa de la mierda”.
   El Epílogo, es todo un planteamiento político, vigente en todo tiempo y en todo espacio: “En la construcción de los cielos/ En la construcción de las aguas nuevas/ y en la producción de los nuevos sueños/ toldo con nosotros, nada sin nosotros”.
   La ignorancia de esa gente, hace que, cuando por suerte o accidente llega el momento en  que desempeñe alguna representación, se crea dueño de la cosa pública, y actué con mentalidad de nuevo cacique, utilizan el poder para a base de prebendas hacer fortuna, y así estos, los “buenos de la película”, “los que tienen la pólvora en la lengua”, “los que disfrutan de más de una secretaria” se crean los nuevos amos de la patria.
   El poeta con su sensibilidad, recoge una visión exacta de una realidad social, y dice: (“Han destruido el árbol de la llanura, donde las hormigas/ laboriosas empezaban a operar./ Mas el mundo real y la desesperación donde las hormigas,/ quienes construimos la realidad de este mundo./ Las hormigas discurrimos a través de los ríos de la sombra,/ habitamos los espacios ocupados/ por otras hormigas, y nos reproducimos por puro sortilegio”).
   La poesía se puede dar a distintos niveles, y con  distinto grado de comprensión de una realidad. El lenguaje, cuando se tiene un  verdadero conocimiento de él, puede permitir desarrollar cualquier planteamiento; y Cesáreo Martínez para hacerlo, salió de todos aquellos esquemas conocidos y ensayados, y abrió una nueva vertiente de expresión poética. Bien se ha dicho: Fue un sibarita de la palabra, un artífice de la magia verbal, un  cultor de imágenes soberbias y rebuscadas.
   En lo que puede ser una Poesía Política, es posible, todo lo que se hizo (en ese sentido) no pasó de ser panfletario. El poeta fue utilizado como instrumento de intereses particulares y no de los intereses generales del pueblo. La política fue la expresión de pequeños grupos, que usaron el nombre del pueblo como bandera en los momentos electorales, para luego olvidarse de su extracción de clase y de aquellos que le dieron el mandato.
   El poeta que quiere hacer Poesía Política, puede hacerlo; pero,  ello exige que se mantenga al margen de esos grupos que usurpan una representación que nunca tuvieron. El poeta tiene que tener un alto nivel de cultura y una real existencia a nivel del pueblo mismo.
   Cesáreo Martínez, con el bando poético que publica, crea la posibilidad de un primer intento de hacer poesía política en el Perú. Hizo un llamado con crudeza, pero a nadie le importo. Todos continuaron en ese acomodo y reacomodo, todos se preocupan por sacar lustre a esos títulos y se aferran a ese sistema de poder del que hacen un feudo. Todos creen ser los nuevos CESARES de la historia; llegados al poder, empiezan a dilapidar todo como si fueran dueños de la cosa pública.
   Luego de lo expuesto: hay dos libros, a los que hay que referirse: El primero “Celebración de Sara Botticelli”. Son 23 poemas, en seis bloques (Aparición de Sara Boticelli (5 poemas); ( tangos (as) para Sara Botticelli” (8 poemas); Epigramas para Sara Botticelli” (6 poemas); 2 epigramas al revés (2 poemas); Desaparición de Sara Botticelli” (1 poema); Epílogo (un poema). El tema, es el amor, el paso fugaz de una mujer por la vida.
   No terminamos de conocer la grandeza emocional que nace del espíritu del poeta. Es impredecible. Creíamos haberlo encontrado en su real vertiente de luz, y sale abriendo otras puertas donde la luz de su verbo alumbra; bien dice Max Silva Tuesta  en “Celebración de Sara Boticelli” “muestra un tema y un ritmo diferente de los que conocíamos”… en él está con el tema y el ritmo del amor, con el calor y el color del amor, con el tópico y el trópico del amor, todo esto y mucho más.
   Césareo Martínez, como artista configura “con palabras su propia Venus”, y lo muestra esplendorosa en la palabra de este libro como como “una pre-esencia en instantánea esencia con carácter e maravilla” (“Ella brota de la tarde cubierta de mágicos aromas”.
   La vida le permitió al poeta vivir momentos de descubrimientos de grandes sentimientos que perennizo en su palabra, los que dejaron “una nostalgia digna de una rica y sensible intimidad  y que a la final es vida  que vivirá “en este gran canto de amor el desencanto del desamor pesa más, muchísimo más”.
   El segundo libro, es “El Sordo Cantar de Lima”, con el que obtuvo el segundo puesto en el Concurso “Casa de las Américas 1982”.

NOTAS:

(1).-  Cesáreo Martínez, nació en Cotahuasi (La Unión –Arequipa) en 1945. Estudió Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Murió víctima de un aneurisma cerebral el 29 de Enero del 2002.
              Ha publicado “Migraciones” (Plaqueta – 1974);  Pequeña Botella de Mar para Iskra Oyague”, “Cinco Razones Puras Para  Comprometerse con la Huelga” (1978); “Celebración de Sara Boticelli” (1983).- “”Donde Manco el Árbol de la Espada y Arcoiris”(Bando para que la dirigencia se alinie con las masas), Poema Coyuntural N° 4. Ediciones Campo de Concentración. Lima, 1980, 32 pp; “El Sordo Cantar de Lima” (1993); y, “Sol de Ciegos” (2008), publica do póstumamente.

(2).- Juan Carlos Lázaro.- “Cesáreo Martínez: El Poeta y su Época”.








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