Monday, August 28, 2017

CARMEN OLLE: DIGNIFICACIÓN DEL SER Y LA PALABRA (Por Teodoro J. Morales)


CARMEN OLLE: DIGNIFICACIÓN DEL SER

 Y LA PALABRA

Por Teodoro J. Morales




Carmen Ollé Nava, poeta, narradora, crítica. Nació en Lima el 29 de Julio de 1947. Hija de Luis Ollé Destéfano y Carmen Rosa Nava Acevedo Estudió en la Facultad de Educación de la Universidad Mayor de San Marcos, en la especialidad de Lengua y Literatura, en 1975 obtuvo el título de Licenciada.
Es ubicada en la Generación del Setenta. Fue integrante del Movimiento vanguardista HORA ZERO.
Ejerció la docencia en la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle (La Cantuta) de 1981 a 1993. Fue directora del Centro de Documentación sobre la Mujer (Cendoc-Mujer) de 1992 a 2000. Fue directora del PEN CLUB del Perú, Presidenta de la Red de Escritoras Latinoamericanas (RELAT); y desde el 2000 Coordinadora del programa Ciudadanía y Comunicación en Estudio para la Defensa de los Derechos de la Mujer (Demus), y, dirige Talleres en el Centro de Estudios Literarios Antonio Cornejo Polar.
Tiene publicado, los siguientes libros: “Noches de Adrenalina” (1981); “Todo Orgullo humea de Noche” (1988); “¿Por qué hacen tanto ruido?” (1992); “Las dos caras del deseo” (1994); “Pista Falsa” (1994); “La Muchacha bajo su paraguas” (2002); y, “Retrato de mujer sin familia ante una copa” (2007).
 “Noches de Adrenalina”, para Sylvia Miranda Lévano, marca  “un hito en la poesía peruana escrita por mujeres en los años 80 tanto por su osadía como por la seguridad de su palabra y de su propuesta. La obra dio paso a una corriente de poesía femenina que se define en contraposición a los valores machistas de la sociedad peruana en particular y que se orienta hacia una búsqueda de liberación a partir del tema erótico”.- (”Poesía y Novela: el parís de Carmen Ollé”. Anales de Literatura Hispanoamericana 2008, vol. 37, pp. 275-285); y para Rocío Silva Santisteban, en ese libro, “con una voz potente, hiperracional y sincera hasta el dolor (Carmen Ollé) se ha convertido en uno de los hitos de la poesía latinoamericana”. (“Homenaje a Carmen Ollé”. “La República”, edición del 10 de Enero del 2017).
Para Amelia Villanueva Ramírez “Noches de Adrenalina”, es una obra poética fundamental y emblemática, que descubre a su autora “como una mujer preocupada por temas que recién con el paso de los años se han trabajado no solo en el ámbito literario sino social, como cuestionar el orden patriarcal donde las mujeres son esclavas” (…) “Este libro es un símbolo de la liberación femenina, no solo como liberación del cuerpo en el sentido anatómico, sino del espíritu, como que una cosa no puede ir desligada de la otra. Pero Carmen Ollé trasciende a ese pensamiento y pretende ir más lejos, hacia la liberación mental, en que uno pueda pensar por su cuenta y que no sea pensado”. 
Carmen Ollé, con su poesía marca todo un hito en la Literatura Peruana. Hay una verdad que no se decía. La mujer, en nuestro medio, no tuvo la valentía de hablar con libertad; todas habían sido condicionadas en su formación, a los requerimientos de una sociedad pacata. Ese “que dirá la gente” era producto de una mal entendida moral. Todos se asustaban cuando había que hablar del sexo, aquello siempre les pareció sucio; palidecían al ver un cuerpo desnudo, y cuando escuchaban la palabra pene, el rubor se les subía al rostro.
En esta sociedad nuestra, todos exhiben una “moral” como un simple disfraz, para aparentar ante los demás, algo que no se práctica; igual sucedió con el lenguaje. Nuestra malicia marginó de su repertorio muchas palabras, a las que por obra de esos tontos prejuicios, se les ubico dentro de lo que se calificó como “malas palabras”.
Noches de Adrenalina” (1) de Carmen Ollé, es sin duda el primer libro importante, en poesía, escrito por una mujer en el Perú. No teníamos una poetisa con voz propia. María Emilia Cornejo fue algo especial, pero no llegó a entregar lo más valiosos que había en ella; la muerte se la llevó demasiado pronto.
En este libro, que se comenta, la poesía no está concebida dentro de esa tradición de onomástico o de un falso civismo. Ella se ubica en un  campo al que muchos cuestionan. La autora es consciente de la posición que asume. No le interesa el juicio de los falsos moralistas. Dirán que es irreverente. No hay nada de eso, simplemente se da la libertad que necesita para ser auténtica: (“La crema nívea sirve para que la palara pene se sumerja/ tranquilamente en la palabra ano”). Ella se burla, de todo lo que parece serio i “digno”; sabe que en el fondo, de todo eso, se esconde una vil mentira. No titubea como otras cuando escribe.
Muchos viven encerrados dentro de su miedo, y nunca se realizan. No tienen fe ni alma (léase espíritu). Muchos terminan siendo nada dentro de lo mediocre. Hay que tener valor para quitarse esa vieja máscara y mostrar a la persona en toda su real miseria, solo entonces se ve surgir lo valedero.
Dice: “De niña las sensación de ser buena dirigía mis actos/ de día el sol alargaba una limosna/ invitaba de mi sándwich un bocado/ después de masturbarme quería llorar de miedo y de vergüenza/ tenía el tic de la señal de la cruz/ las misas de difuntos era el coro que necesitaba/ la miseria de mi adolescencia/ oh bondad de ti no queda más que la veleidad/ de haberla sentido”.
No son simples palabras. La poetisa las transfigura dentro de una concepción verdadera; le devuelve la salud al lenguaje. Es un mostrarse tal y como somos. La palabra se hace impersonal al hablar de aquello que era prohibido, y consigue romper aquellos muros de la incomunicación, impuestos por una censura enferma y desquiciada. Ella, dice: “la transfiguración de las imágenes es el brillo de nuestra fantasía”.
Hemos sido formados dentro de una mentalidad (totalmente) equivocada. Carmen Ollé, en su palabra, desnuda aquel mundo al que se disfrazó de honorable, lo muestra con aquella crudeza, que hará que muchos se santiguen. Ella está curada de todos los miedos. Hay cierta ironía, cuando dice “Abro mi fantasía i la encuentro deliciosa”.
No es poesía erótica la suya. No es un libro pornográfico como –quizá- pueda parecer. Es una manera muy sabia de dignificar a la verdad en la palabra.

NOTAS:

(1).- Carmen Ollé: “Noches de Adrenalina”. Lima. Cuadernos del Hipocampo, 1981, 54 pp. 


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