Friday, August 18, 2017

ELMYS GARCÍA RODRIGUES: EL ESPLENDOR DE SU PALABRA EN MEDIO A UNA ANGUSTIA (Por Teodoro J. Morales)


ELMYS GARCÍA RODRIGUES: EL ESPLENDOR DE SU PALABRA EN MEDIO A UNA ANGUSTIA

 Por Teodoro J. Morales


En los poemas de Elmys García Rodrígues, poetisa cubana, encuentro alimento que reconforta, abre la imaginación que permite ingresar a otros cielos.En verdad, no siempre uno dialoga con los versos de alguien. La palabra de Elmys García,  llega, impacta, y uno lo asimila. Dice (“No te detengas, / ¡Ven a refugiarte / en mi soledad! – Distancias).
Muchas veces, creemos, haber cogido con las manos aquello que se requiere para ser feliz (realización humana); o haber alcanzado lo mejor en el tratamiento de las formas de una expresión (realización artística-literaria); pero, en más de las veces, eso no es cierto: se esfuma y se hace nada. (“Estaba segura/ de haber compartido lo mejor/ con el hombre/ que asoma cada noche a mi ventana, / el cual tuve que dejar al enterarme/ que no estaba preparado/ para hacer el amor a veces/ con la misma mujer.-“ Habitando las sombras de mi cuerpo.
La verdad, casi siempre, no hace bien a nadie, cuando uno la encuentra. En medio a ese esplendor que da luz al entendimiento, asoma (al mismo tiempo) aquella angustia que siempre la acompaña: (“Este hombre / vino de repente / y sin pedir permiso / echó abajo la puerta/ y se acostó en mi cama”. – “Luego se marchó/sin decirme quien era/ y no me dijo adiós”.- Un extraño).
Hay muchas cosas, para las que no se está preparado. En ese vacío vive la náusea, con su desazón a todo. Ahí uno la encuentra, precisamente, en el fin de todo, que termina por ser el comienzo. La naturaleza humana por si sola, es compleja; pocos, alcanzan a descifrar sus misterios vivenciales: (“Prefiero llevar tu espacio /con el mío/ para que duela menos/ ya no tengo sitio entre tus sábanas / desde que descubriste que mis ojos/ miraron otro cuerpoPara olvidarme de los nombres).
Hay cosas que tenemos que empezar a entender, para superar ese modo de ser que nos encadena a la piedra, o al animal primario que nos habita. Tenemos que empezar a dejar de ser conservadores; y atrevernos a todo. Hay que empezar por vencer al miedo, luego todo será fácil: (“Aquí estoy/ erguida/ sin ropajes,/ comiendo fuego/ al compás de las hormigas/ con una ilusión/ entre los dedos”.- Fiebre”).
Todo conformismo es fatal, es, el peor enemigo de todo; aquél castra, sin remedio a la persona en su deber ser; termina por matarle la misma razón de vida. Hay que atreverse a todo, sólo así se podrá descubrir la verdad de todos los enigmas a los que se vive encadenado, hay que desnudar a la verdad hasta no sentir vergüenza de lo que somos, aquello nos esclaviza: (“Aquí no llega nadiea romper las ataduras./ Han pasado los cerrojos/ para que yo no pueda/ escapar por la ventana”).
La soledad, es el más grande enigma que se tiene. En el corazón de la palabra, de un poeta, está la respuesta a todas las incógnitas que existen y se conoce. La verdad más triste es la que se descubre, cuando se corre la cortina. Ahí está brillando hermosa como una joya, desde siempre, la desnudez de uno; el precio que se tiene que pagar para conseguirla, es demasiado grande: (“No lo descubras / deja que el viento se encargue/ de revelar el secreto.- Lejos de toda duda los dioses también se equivocan).
La libertad es algo propio y necesario al ser vivo; sin embargo, hemos terminado por asilarnos en un silencio como la última trinchera para hacerlo un triunfo. No siempre se puede ser feliz en una cárcel como esa; en mi caso, tuve que atreverme – con mi palabra- a abrir ventanas a  mi cuarto cerrado, para ver que el mundo existe; y por su parte la poetisa, dice: (“Aún tengo la palabra/ más alta que otras veces”.- Yo vengo a ofrecerte mi corazón”).
La poesía está en uno, es manifestación de vida; se encuentra en las cosas más inesperadas que se dan. Es cierto que el amor es lo más grande  que se tiene. ¿Cuántos alcanzaron a conocerla? Muchos en el intento de llegar a ella, terminan ardiendo como teas hasta convertirse en ceniza, para renacer luego de entre ella, y crecer como llama eterna que purifica y salva. (“Me quedo contigo/ y con esos veinte años/ que te sobran./ Lo sé por esa extraña manera/ de mirarme a los ojos, / por la ternura que imprimes/ al tomarme las manos”.- Distancias).
Hay tantas cosas que, luego de haber llenado nuestras vidas, termina en más de las veces, sin tenerse conciencia de nada. Tantas cosas dejamos, sin valorarlas; no las tomamos en cuenta, porque estuvieron siempre al lado de uno; pero, cuando las perdemos, recién reparamos en el valor que tenían. En más de las veces, tomamos a todo, como simples cosas en un mero acto de posesión; un acto mecánico de vida, eso, es lo que nos pierde. Ese modo de ser hace que olvidemos que somos seres humanos, que tenemos valores, sentimientos. Tenemos que volver a ser, a reconstruir conductas. Muchos están ciegos. El poeta con su palabra, trata de hacer eterno lo mejor de todo lo que existe; por eso, tomándole palabras a la poetisa cubana, pudo decir: “No todo está perdido/ aún me quedan las manos, para alcanzar el fuego”. --- (“Desde mi sitio de cenizas/ escribo este poema sin riesgo alguno,/ no para que me aplaudan/ sino para que entiendan,/ que por el temor a quedarme sola/ invento mi propia realidad”.

En verdad, cuantas veces ardemos en ese fuego, hasta convertirnos en ceniza, desde las que nos levantamos infinidad de veces- para caer en lo mismo. La pasión nos convierte en aquel fauno, que hace que nuestro instinto nos  descubra –al fin- lo que somos; desde donde, volvemos como un  dios extraviado a este mismo infierno, donde “Escucho voces que me reclaman/ como si algo mío les perteneciera”.



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