ADOLFO
VIENRICH: SU PENSAMIENTO
POLÍTICO EN ACCIÓN
Por
Teodoro J. Morales
El tiempo, es el mejor juez
para todo. Los pueblos siempre están escribiendo su historia, en la realización
de los mismos, con los hechos que generan con las acciones de sus hijos. Hay
mucho que escribir, no todo está registrado en los libros que se han publicado;
mucho vive guardado en la memoria colectiva del pueblo, y en documentos que se están
amarillando en estantes viejos y olvidados, donde el polvo acumulando y el
olvido, en más de las veces, borra toda huella de lo que se hizo.
En
el Proceso Cultural de Tarma,
uno de sus momentos más significativos, sin duda, es el que generó la Unión Nacional; esta agrupación nace
en 1891, con el establecimiento del Comité
Provincial, cuyo ciclo termina en 1908, con la muerte de Adolfo D.
Vienrich. Tuvo una presencia de diecisiete años, en los que, desarrolló
acciones tendientes a un cambio político social; a más que, promovió el trabajo cultural, como
medio de liberación de la persona, en el que la educación fue preocupación
principal.
El
programa de la Unión Nacional, dice
que, “su objeto es agrupar a la juventud del Perú y a los hombres bien
intencionados de la república, unificándoles en la aspiración de propósitos
impersonales y eminentemente patrióticos. (…) “Hay que adaptarse al medio en que se nace, evolucionar, como lo
requiere la sociedad en que se vive, marchar paralelamente con algo más terco y
más fuerte que las teorías: los hechos”; y, hace un llamado: “unir a los
hombres por el vínculo de las ideas, tender a la formación del espíritu
nacional, fomentar verdadera solidaridad de intereses entre la costa y la
sierra y convencer a los ciudadanos que el ataque a las garantías de un solo
individuo implica amenaza contra el derecho de todos”.
La Unión Nacional en Tarma, distingue dos
momentos: El primero (1891-1892), comprende desde el establecimiento de dicha
agrupación (1891), al regreso de Vienrich a Tarma en 1892, para establecerse de
manera definitiva en ella; y el segundo (1892-1908); o sea, del regreso de
Vienrich a Tarma (1892), a su fallecimiento acaecido en 1908.
En
el primer momento, Enrique H. Díaz da vida al movimiento y sienta las bases de él;
y en el segundo, Adolfo D. Vienrich,
proyecta la acción de la agrupación, dándole una orientación política con contenido
ideológico en su realización.
Con
el regreso de Vienrich, se fortalece la agrupación. Díaz-Vienrich, formaron una
visagra que permitió cohesionar un bloque monolítico de amplios sectores de la
población que permitió llegaran al
Concejo Provincial en dos oportunidades (1897 y 1902); en esos momentos,
consiguió no sólo una realización cultural en nuestro medio, sino que, impulsó
la realización política de un ideal. Refiriéndose a la acción que cumplió, esta
agrupación, se ha dicho que la campaña de estos mozos… abrió hondo surco en el
espíritu de la colectividad tarmeña, “iluminando la inteligencian i
fortaleciendo el carácter de la juventud i del pueblo”.
En
el primer momento, se asume una concepción radicaloide anarco sindicalista, que
es, la que dio sustentó a la Unión
Nacional cuando se fundó, en el que, la palabra encendida y romántica de
Manuel González Prada fue guía y brújula de lo que hizo; en el segundo, se
asume una realización con mayor proyección dándosele una orientación ideológica
política: el socialismo.
Adolfo
Diego Vienrich De la Canal, nació en la ciudad de Lima, un 12 de noviembre de
1867. Este año se conmemora 150 años de su nacimiento. Sus padres, fueron: Concepción
De la Canal García (tarmeña), y Adolfo Vienrich Bunter (alemán).
Sus
primeros estudios los hizo en el Colegio Particular que dirigía la alsaciana
Enriqueta Lund. De 1875 a 1878 estudió en el Colegio Nacional San Ramón de
Tarma, y en 1884 continúa sus estudios en el Colegio de Nuestra Señora de
Guadalupe.
Concluido
sus estudios secundarios, en 1885, ingresa a la Facultad de Ciencias de la
Universidad Mayor de San Marcos, graduándose de Bachiller en Ciencias Naturales
el 24 de marzo de 1888, con la Tesis “El
Aliso Peruano”. Su diploma, lo obtuvo en 1896. Luego, siguió estudios en la
Escuela de Medicina, durante cuatro años, los que los abandono, dejando
inconcluso esos estudios.
Vienrich,
falleció en la ciudad de Tarma en 1908, a los 41 años de edad.
Rafael
M. Faura, refiriéndose a la etapa de su formación, dice “como estudiante, ganó con lucidez todos los grados escolares i más
tarde los conocimientos profundos de la ciencia médica dedicándose, en seguida,
al estudio amplio e infinito del saber, para conseguir su superioridad
indiscutible”. Vienrich, fue reconocido en su tiempo como “hombre superior
de nobles ideales, de avanzadas doctrinas”, persona sencilla; quien, en medio a
una “aparente parquedad i retraimiento, era sensible á todo lo justo, lo noble
i bueno”; vivió, para derramar “el germen del porvenir, creando una obra de
paz, una obra de progreso, una escuela.
Él,
tenía un concepto de ESCUELA, que no era aquel en el que era formado al pueblo,
decía “La escuela… es la democracia en
acción, es el gran instrumento de selección de la sociedad; es el medio más
infalible para hacer resurgir el mérito, hacer brillar el talento i hacer brotar para bien de la
sociedad los recursos que ella ignora i que permanecen ocultos”; y en esa
dimensión creció, en su realización, su pensamiento político, como camino de
redención humana; bien dice Francisco Flores Chinarro Santa María, “A Vienrich,
se le debe en gran parte ese despertar glorioso de la juventud i de la clase
obrera de Tarma”.
Él,
abogo por la clase obrera, vivió, para que no fuera postergada en sus derechos
ni en sus aspiraciones. En el discurso que dio al inaugurarse la Escuela
Nocturna, la primera en su género, establecida por los obreros tarmeños,
Vienrich, dijo “A esta, acudirán los hijos de esta clase obrera tan calumniada
i denigrada; de esta clase que con el sudor de su frente riega los campos i con
su sangre fecunda la tierra de donde brotan la libertad, la justicia i el
derecho” (…) con vuestra iniciativa particular vais á probar que vuestro
cerebro no está atrofiado ni paralizada vuestra voluntad” (…) “Evolucionando con los hechos i
revolucionando con las ideas llegaremos a
la meta, cuando germine el grano que derramamos en este suelo tarmeño,
fecundo en iniciativas, merced a hombres superiores llenos de ideales que van á
despertar la conciencia nacional”, y, “La escuela dará luz i cuando la
luz ilumine, desaparecerán las tinieblas.
En
la vida de este tarmeñista, distingo cuatro etapas: Primero.- El que corre del 12 de noviembre de 1867 (fecha de
su nacimiento), a 1875 en él fue traído por sus padres a Tarma.- Segundo.- De 1875, a 1884 en el
que viaja a Lima para concluir sus estudios secundarios en el Colegio de Nuestra
Señora de Guadalupe.- Tercero.-
De 1884, a 1892 en el que regresa a Tarma, para establecerse de manera
definitiva en ella, luego de abandonar sus estudios de Medicina y, Cuarto.- De 1892, a 1908 fecha
en el que falleció.
Las
etapas más significativa de su vida, fue la tercera, y la cuarta. En la tercera,
se afirma y define su personalidad intelectual, la que despierta en su etapa de
estudiante sanmarquino. Gonzalo Espino, refiriéndose a este momento de su vida
dice, en ella “empieza la resolución de su conflicto de identidad al optar por el
radicalismo”. Allí, empieza a darse el deslinde de un conflicto personal,
el que lo lleva en definitiva a afirmar esa personalidad que le dio estatura
histórica; y en la cuarta, se da su participación en la realización de su
pensamiento político y cultural.
Él,
nació para sembrar auroras y construir realidades de vida, era hombre de convicciones
firmes, con claridad en sus propósitos. Era claro en sus planteamientos. Tenía
una meta fijada, cambiar esa realidad deprimente de vida que se le daba al
campesino, y trabajó para que se reconociera sus derechos al obrero.
En
la vida de Vienrich, existes aspectos que hay que esclarecer, para explicar
debidamente el accionar de vida de este exponente de la cultura peruana. Por
ejemplo, hay determinar en qué momento
regresa a Tarma para establecerse en ella de manera definitiva, ¿1892 o 1897?
Fiona Wilson, y Gonzalo Espino, creen que regresó en 1897, motivado por la
muerte de su padre, acaecido el 20 de
junio de dicho año; según ellos, eso, motivo a que abandone sus estudios de
medicina y regrese a Tarma para hacerse cargo de la Farmacia, que tenía su
padre. Esto, parece que tuviera sustento, pero no. Él, en verdad, regresó a
Tarma en 1892. Los hechos ciertos de su vida, lo prueban: Él, optó el Grado de
Bachiller en 1888; luego, siguió estudios de medicina durante cuatro años, los
que abandonó en 1892, para regresar a Tarma.
Otro
aspecto a esclarecer, es, determinar cuál fue el motivo por el que abandonó sus
estudios de medicina en la Universidad de San Marcos. Manuel Baquerizo, en “La Conciencia de la Identidad de la
Literatura de Costumbres de la Sierra Central”, p.34, cree que Manuel
González Prada y Abelardo Gamarra fueron quienes “lo inducen a regresar a Tarma
para escribir en torno a la región y probablemente, para difundir las ideas del
partido radical; y, Allende Llavería, cree,
que abandonó sus estudios por un fracaso sentimental, el que lo sumió en un
estado anímico que lo llevó a abandonarlo todo, y lo llevó a su muerte.
Vienrich,
era una persona con alto nivel de cultura, con una formación intelectual
(Política y Filosófica) como pocos de su momento, siendo así, no se admite que,
una persona con alto nivel cultural y posición política definida, por hechos
sentimentales y una decepción amorosa, pusiera (por si) fin a su vida. En
definitiva, no se admite que un desengaño amoroso lo llevara a tomar una
decisión extrema, poner fin a su vida.
Luego
de revisar la vida de este intelectual, puedo afirmar: que, lo que determinó el abandono de sus
estudios de medicina, responde a una decisión importante que tomó en su vida:
asumir la realización del ideal y pensamiento político que tenía. Esa, fue
la razón por la que regresó a Tarma, para iniciar la tarea de realización política
que le permitiera gestar la revolución social que era necesaria para cambiar
esa realidad deprimente en el que vivía el indio (léase campesino). Tenía
claridad en sus propósitos: la reivindicación del indio en sus derechos de ser
humano, y el de los obreros; y por decisión propia, asumió la defensa de esos
derechos.
Sin
embargo, nadie se interesó en
estudiar la faceta más importante de su vida: la política. Todos
trataron de ignorarla. Se ha dicho: Fue
en Tarma donde la Unión Nacional dio el primer grito de guerra”; y que
aquí, la palabra viril que arrojó como
bandera de lucha, a la juventud i al pueblo, resonó contra el oscurantismo.
Rafael
M. Faura, refiriéndose a la labor de magisterio que realizó en el trabajo
político,
dice: “como maestro, fundó,
acá (en Tarma) la escuela del radicalismo, dio conferencias, frecuentes
lecciones múltiples, al alcance i penetración de sus discípulos, quienes
hicieron la profesión de su fe, al recibir el óleo de su ideas i propagando las
mismas que avanzan con el siglo”; y,
Francisco Flores Chinarro Santa María, concluye indicando que, a él, “se le debe en gran parte ese
despertar glorioso de la juventud i de la clase obrera de Tarma”.
En
verdad, a la final, todos terminaron reconociendo la calidad humana, y la
riqueza intelectual de este intelectual; pero, pocos entendieron, que, en esa
entrega de vida había un ideal político que se realizaba, tratando de hacer
realidad, aquellas “ansiadas reivindicaciones sociales” que se abrigaba en el
espíritu de los desheredados. Vienrich: en Tarma, fue el ideólogo político de
su tiempo. Había nacido para ser “conductor de almas”, para propagar con sus
ideas un nuevo pensamiento político, con
las vitalidades i esperanzas de las nuevas ideas que asomaban en el
mundo. Alberto Secada, ubicando ese accionar, dice “En pequeño, dentro el medio
en que se vio obligado á actuar, sintió la neurosis del apostolado, esa dulce i
consoladora excitabilidad del espíritu que nos obliga a luchar por la ventura de todos.
Han
pasado tantos años del fallecimiento de este tarmeñista, y, se hace necesario
deslindar muchos aspectos en cuanto a la vida y obra de Vienrich, y en cuanto
al accionar de la Unión Nacional en Tarma. Se han hecho planteamientos que no
corresponden a la verdad histórica; así, por ejemplo: No comparto el punto de
vista de Manuel J. Baquerizo, cuando dice: “Los ideales que animaba a este
Comité Provincial (de la Unión Nacional) eran de tipo radical y anarco
sindicalista, con vagos asomos al
socialismo”.
En
la exposición realizada, de mi parte, distingo dos momentos en la actuación del
Comité Provincial de la Unión Nacional de Tarma. La primera, que va de su
establecimiento en 1891 hasta el regreso de Vienrich en 1892; y el segundo, que
corre desde el regreso de Vienrich hasta su muerte, acaecida en 1908. En el
primer momento, el de Enrique H. Díaz, se trabajó para establecer la Unión
Nacional en Tarma y darle una militancia; en esta etapa, claro que, la
agrupación “era de tipo radical y anarco sindicalista”; pero, en el segundo
momento, el de Vienrich, toma una proyección mayor a la que tuvo inicialmente
la agrupación. Vienrich, le da una
concepción ideológica: el socialismo; eso explica, por qué en 1906 se
funda el “Centro Socialista “Primero de Mayo”.
José
Castillo Atencio, en discurso que dio el primero de mayo de 1902, se refiere a
la acción del socialismo en el movimiento obrero mundial, dice que en muchas “partes
del mundo, la clase obrera ha venido estableciendo colectividades poderosas,
para dar impulso a los combatientes en la lucha injusta del fuerte contra el
débil; y no deben seros desconocidos los crímenes de lesa humanidad que se
perpetúan en los países llamados civilizados, ahí donde se procura de un modo implacable ahogar en su propia sangre al agobiado
pueblo”.
Había
clara conciencia de lo que significaba la lucha de clases. Castillo Atencio, dice:
“Prudhom es, en Francia, conducido al banco de los acusados y se alza
triunfante; Tolstoy y Kropotikine son desterrados de Rusia; más sus doctrinas
se extienden y profundizan en el corazón de la monarquía más despótica. Max
Nordan, en Alemania, rompe el velo de la aparente civilización, y con
elocuencia enérgico y valiente, nos muestra las mentiras; Ferri y Margall, ese
hombre ideal y práctico al mismo tiempo, coloso y defensor de la verdad y de la
justicia, desciende a la tumba legando a la juventud un arma con que derribar,
en no lejano tiempo la carcomida monarquía española”. No fueros ilusiones
ilusas las de esos luchadores sociales, había convicción revolucionaria; por
eso, dice: “Todos estos espíritus
fecundos y privilegiados no sólo constituyen las glorias de su patria, sino el
orgullo de los proletarios del mundo, de quienes fueron y son abnegados
defensores” (Germinal” – Órgano del Partido Radical del Perú. Año III.
Lima, mayo 1902).
Eso,
en verdad, agudizo las contradicciones, y trajo como consecuencia que el poder
de los terratenientes de ese momento urdieran el asesinato de Enrique Herr y
Adolfo Vienrich. Los que tenían el poder económico y ejercían el poder
político, buscaron por todos los medios impedir la acción política de la Unión
Nacional de Tarma, que no siguiera propagando su ideario, y, para silenciarlo, tramaron
la muerte de los principales líderes que impulsaban el movimiento.
La
vida y obra de Vienrich, en mucho, aún, está por escribirse. Gonzalo Espino
Réluce, Pedro Díaz Ortiz y Joaquín Ferrer Broncano, con sus estudios e investigaciones realizadas, han esclarecido
muchos aspectos importantes de la vida y de la acción cultural de este
tarmeñista, pero, hay mucho universo al que no se ha ingresado.
Para
concluir esta exposición, hecha de mi parte, quiero indicar que, con la
investigación que realizo, he conseguido establecer, lo siguiente:
1°.- La Unión Nacional, en Tarma tuvo una presencia de diecisiete años,
en el que, desarrollo acciones tendientes a un
cambio político social, a más que promovió el trabajo cultural, como
medio de liberación.
2°.- La Unión Nacional, en Tarma, distingue dos momentos: El primero de
1891 a 1892, que podría denominarse momento de Enrique H. Díaz; y el segundo de
1892 a 1908), que podríamos denominar momento de Adolfo Vienrich.