Monday, May 22, 2017

CÉSAR CALVO: ENTRE EL RECUERDO Y EL OLVIDO Por Teodoro J. Morales


CÉSAR CALVO: ENTRE EL RECUERDO Y 

EL OLVIDO

Por Teodoro J. Morales




Nació el 26 de Julio de 1940. Poeta. En la conferencia que dio, el 09 de Julio de 1974, en el Instituto Italiano de Cultura en Lima, en el ciclo “El Escritor ante el Público”; tuvo palabras confesionales sobre su quehacer literario. En esa oportunidad, dijo: “Mis primeros versos los escribí a los doce años y eran plagios de José María Eguren. Poco después de  descubrir a Eguren y a Vallejo (cuyos libros me fueron obsequiados por mi madre, quien tuvo que ayunar para comprarlos), poco después, digo, tuve que echar por la borda una magnifica carrera de plagiario, por culpa de mi abuelo. Fue la tarde en que descubrí su cabeza, blanca, sobre la almohada consagrada a sus siestas de verano. Me dio una pena horrenda verlo así, canoso, abandonado al sueño, indefenso, supongo que ante el tiempo, y me fui a esconder en la azotea conteniendo las lágrimas. Allí, avergonzado y solo, contemplando un paisaje de techos ruinosos, escribí a mi abuelo una larga carta pidiéndole que no envejezca, ¡y vaya a saberse por qué tuve que redactar aquella carta en verso! --- Creo que así comenzó todo”.  Fue en ese momento, en el que nació el poeta. Rodolfo Hinostroza, dice “Era un líder nato de nuestra generación de poetas”.
Nora de Izcue, en una entrevista que se le hizo y publicó  en el 2014, dice: “Nació poeta”, recuerda que siendo un niño escribió una carta emotiva a su abuelo pidiéndole que no envejeciera. En verdad, hay empieza a caminar el poeta, a hacer su historia; Nora, dice más “Es una leyenda por su forma de ser. Tenía una exuberancia y vitalidad especial. La leyenda del poeta surge sobre lo humano” (…) era una persona desbordada, muy intensa como todos los poetas”. Hay toda una historia por escribir de él. El poeta, fue una persona comprometida con la suerte de nuestros pueblos. “César Calvo fue el guerrillero poeta. El poeta guerrillero fue Javier Heraud. César Calvo era militante de la izquierda y se enroló en el Ejército de Liberación Nacional. Conoció a Javier Heraud y ambos escribieron el poemario “Poema a dos voces”” (…) “César Calvo tuvo entrenamiento militar para combatir en las guerrillas” (…) “escribió poesía para los combatientes. Eran cantos de aliento para no claudicar. Con “El cetro de los jóvenes”, libro de poesía, gana el Premio Casa de las Américas. El poeta hace suyo el dolor humano, por eso, “cuando canta al ande se desborda un amor patriota impresionante. Le escribe a los afroperuanos, a los campesinos, a los amazónicos, al hombre peruano con amor intenso”.
En 1960, escribió su primer cuaderno de poesía, con  el que ganó el premio “El Poeta Joven del Perú”, que compartió con Javier Heraud. “Poemas Bajo Tierra”, marca el inicio de esa realización. Esos poemas, en su versión original, se publicó con el sello Cuadernos Trimestrales de Poesía (Lima, 1961).
En 1975, el Instituto Nacional de Cultura, publicó “Pedestal Para Nadie”, reúne la poética de César Calvo, corriendo de la página 25 a 56 los “Poemas Bajo Tierra”; los que, para Alberto Escobar “evocan de una parte la opción intimista, pero  cernida por los tamices de un arte que selecciona naturalmente sus palabras y expande, enlaza o reduce las figuras para crear el sentimiento y, en base a él, vertebrar su discurso del verso”.
Luego de leer esos poemas, en ellos, encuentro el descubrimiento de una realidad, en el que “se hace patente unas tendencia a poetizar el bien perdido, la reconstrucción adolescente del ámbito de los afectos y de la familia provinciana”, en el que asoma  la nostalgia por las cosas vividas; diría, es el testimonio de algo que  -el poeta-  descubrió en su alma. Hay un mensaje de vida. Ese ciclo, se cierra con estos dos pies de verso: (“Aquí yace mi voz. / ¡Desenterradla”).
“Poemas Bajo Tierra”, recoge esos momentos en el que despierta el hado y habla, instantes que dejaron huella en su vida (“Fui un muchacho lejano / Como el viento. / Y paseé mi palidez cantando”. --- “Amé. / y he sido amado”).
La soledad, siempre se encontrara en la expresión de todo poeta, es parte de su propia naturaleza. César Calvo, en sus poemas, presenta la vida en ese tránsito de siempre, en el que asoma la inocencia y su pureza; aquella, que termina dando paso al desencanto (“desde hace mucho tiempo / las palabras hermosas se ahogaron / en un país de soledad y sangre”). --- ---- (“¿cómo hablar, hermanos, de la vida / sin llenarnos la boca de cadáveres? / ¿Cómo decir: la vida que vivimos / es clara y es hermosa como el aire, / cuando todos los días la vida es una mierda, / cuando todas las noches / nos asfixian, y hay alguien / que envenena la lluvia de las tardes?”). Uno empieza a caminar, y en esa estación primera descubre la vida plena de ilusiones y esperanzas que se esfuma y pierde, dando paso a una realidad dura, áspera, en el que asoma la otra cara: con la muerte. El poeta, dice (“Allá para mañana me esperará el recuerdo / bebiendo, en sus hoyuelos, semestres de frescura. / Y sus ojos, sus ojos donde tremola mi alma / húmeda de arcoírises. Allá para ternura”). --- --- “(Le tengo un miedo hermoso a su dulzura)”.


Descubrir la verdad, a la vida, nunca fue alesionante para nadie. Es como recoger  esos sueños que nos ilusionaron, una vez, hecho pedazos. (“Veinte años de tener derecho a nada. / Veinte años de jardín / en vano. En vano, / Veinte años de lavarle la cara a la pobreza / para no quedar mal con las visitas”). El que realmente llegó a conocer lo que es la vida, en su verdad más dura, se detendrá un momento a leer estos versos; y de seguro, asomara unas lagrimas a sus ojos, porque se reencontrara con lo perdido. El que supo conquistar derecho a vivir, sabe que tuvo que enfrentarse a realidades duras, arder hasta sus cenizas y volverse a levantar de entre ellas; claro que, para los que la vida siempre fue fácil; para los que, todo le pusieron en la boca; para esos, no tendrá significación el poema. (“Esperando los ojos de la luna / se evaporó de soledad la fuente. / Anoche degollaron a los nardos. / Cayeron por su aroma los cipreses. / Inútil irse a mendigar rocío. / Aquel jardín, este jardín, se muere”. --- “Que ya no sueñen, soñador, tus manos. / Que ya no lloren, llorador. / Se muere”).
En él, asomó tempranamente la soledad, para vivir entre el recuerdo y el olvido. Dice: (“Estos no son los cuentos que en las tardes / nos contara la infancia. / Invierno arde en el centro de las cosas. / Dios desalmado, en todas partes / calla. / Ni hablar podemos como en otro tiempo: / invierno ha devorado la luz de las palabras”. --- --- “Invierno como un triunfo de neblina / está nevando invierno en toda el alma”).
La fugacidad de la vida, preocupa a todos: (“Tus ojos envejecen en todos los retratos. / La nieve de otros años oxida las ventanas. / Y nuestros pasos suenan, en los patios / que el invierno anegara, / oscuros como pasos de fantasmas”).
El poeta, en sus primeros años de vida, conoció una realidad de sueño romántico, para, luego de cruzar la adolescencia, empezar a descubrir otra realidad distinta (“Antes el mismo río / detenía sus aguas por bebernos. / Ahora nos sentamos / al borde de la vida / a mirar cómo todo nos deja sin recuerdo”).
El poeta, descubre en su palabra, para el mundo, esa realidad que la vida le entrego para sufrirla y ser feliz. No son cosas que se inventa. No es palabra estructurada con la imaginación, inventada partiendo de sueños o nacida dentro del vacío. No es la imaginación, creando en la nada. Es la vida sangrando desde sus llagas, el dolor padeciendo en la desgracia de todos; ver como, aquello que se quiere, nunca llega. En el poema "Hoy Hemos Almorzado de Memoria”, dice: (“Hoy hemos almorzado de memoria. / De nuevo / de memoria. / Contando alguna tarde de provincia, / mi madre se ha quedado dormida en una alondra. / En una alondra antigua y silenciosa.” --- “¿Quién va a venir ahora, con la voz de esa alondra, / a hablarnos de la dicha y de las rosas? / Con la luz de esa sombra ¿quién va venir mañana / a hablarnos del perfume radiante de la dicha, / dichoso / de las rosas?” --- “Ya nadie vendrá ahora. / Nos hemos devorado la voz de las alondras.” --- --- “Ya nadie vendrá nunca. / Contando alguna tarde de provincia, / hoy nos hemos comido para siempre las rosas”).
No todos los poetas hablan con desencanto y hermosura. César Calvo, en el poema “Mi Padre llegó Ayer”, es tierno al desnudar una verdad  que se da en la vida de muchos, dice: (“Mi padre llegó ayer. Ha parecido / una partida más este regreso. / A mi llanto he subido para verlo / perderse por la cuesta más honda”. --- “Qué ganas de decirle que estuvimos / esperando sus pasos / para seguir muriendo! / Qué ganas de que nada, que sus cartas / nunca escritas / nos llegaron sin falta! / Pero la casa / calla. / Y todos caminamos / de puntillas, para no despertarla. / --- “Mi padre llegó ayer. No sé quién baja / a media asta los días de febrero”. --- “MI padre llegó ayer. / Y está más lejos”). Poemas con calor de vida, como este, en verdad, no son escritos, son muchos. Poemas donde la tristeza salta desde su exilio más hondo para gritar su verdad, porque duele; porque la mentira que llega disfrazada, quiere destruir la alegría que se había conquistado sin ella, sin esperar nada, pudiendo aquella darlo todo, no lo hizo.
César  Calvo, publicó: “Poemas Bajo Tierra” (1961), “Ausencias y Retardos” (1963); “Ardiente Sombra” (1967); “El Cetro de los Jóvenes” (1967); “Ensayo a dos Voces” (1967); “Poemas y Canciones” (1967); “Poemas de César Calvo y Pablo Vitali” (1972) “Pedestal Para Nadie “(1975).  Él, por su poesía, se hizo merecedor al premio “El Poeta Joven del Perú” (1960); Mención Honrosa al Premio de Casa de las Américas; y por su libro “Pedestal Para Nadie” fue galardonado con el Premio Fomento de la Cultura de 1970.
Todos en algún momento trataron de definir la poesía; pero, eso quedó en solo intento. César Calvo, dice: “Siento que cada libro, cada poema, cada verso, obedece a sus propias, intransferibles leyes. Tiene su tiempo de luz, como las vendimias, y su sed de llorar, como los hombres. De allí que definir me resulte tan fácil e imposible al mismo tiempo” (“Se escribe un poema para que el poema nos / acompañe, / para no estar tan inexplicablemente solos”); y termina diciendo “la poesía es como el bastón de un ciego, que con ella en la mano es posible seguir el camino pero no es posible verlo”.
César Calvo, nació para ser poeta, para abrir su corazón al mundo; para que su palabra hable de cosas que sucede a todos, por eso, cuando uno lee lo que él escribe, uno siente que nosotros estamos hablando por su boca.
Conocí a César Calvo, con él, compartí tantas tardes en pláticas amenas, en las que la sabiduría que le había dado la vida lo compartía  sin egoísmo con uno. Me hablo de ese universo que lo habitaba, de ese fuego  misterioso y alado, que encendía su palabra y la hacía hablar; de la belleza aquella que construía con esa realidad que todos viven; de su palabra, en esa  búsqueda de un acento propio que la hiciera caminar eternamente; para él, mi Homenaje.

Falleció el 18 de agosto del 2000.


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