HABLANDO DESDE LOS ORIGENES DE DONDE TODO VIENE (COMENTARIO AL LIBRO “EL CÓDICE PACAHACAMAC” DE DIMAS ARRIETA)
Por Teodoro J. Morales
Cada vez que llega un libro,
no sabe (el lector) que le está esperando en las páginas que contiene el mismo.
La vida, siempre sorprende con los hechos que dan origen a las historias que se
cuenta. Me llega, la novela “El Código Pachacamac” (1), de Dimas Arrieta
Espinoza (2). Al abrir el libro, en la página cinco, encuentro como epígrafe,
una glosa del himno que se canta en el mes de octubre como Homenaje al Señor de
los Milagros, en verdad…, me sorprende, pero, no impide a que quiera conocer la
historia que trae el libro.
Esta
novela, abre muchas puertas para ingresar a universos misteriosos de vida; de
seguro, cada lector hará su lectura propia; el libro, abre muchas
interrogantes, juega con supuestos, y crea laberintos en el que, el conflicto
existencial que se vive, busca
respuestas.
La
vida, en todos los tiempos y en todas las culturas, es todo un misterio; todos
trataron y tratan de encontrarla en su hondo significado, pero, hasta hoy nadie
alcanzó a descifrarlo.
El
Códice Pachacamac, es una novela cuyo argumento hunde sus raíces en la
tradición oral que trae el mundo andino. Existen dos libros importantes que al
parecer alimentaron la historia: “Dioses y Hombres de Huarochiri” (¿1598?), en
traducción de José María Arguedas, y, Manuscrito de Huarochiri (1605) en
traducción de Gerard Taylor. Es un mismo libro, narraciones quechuas recogidas
por Francisco de Ávila, versiones distintas. Muchos trataron de traducirlo
(quizá el término correcto sea, descifrarlo), pero, al parecer, nadie llegó aún
a leer lo escrito en su real verdad. Los hechos se refieren a testimonios que vienen del mundo andino, por
eso, es importante cuando Albertino dice “tenemos la concepción europea de que todo
lo que está en la grafía y en una planicie textual (…) es escritura; para
indicar luego, “sepa usted que no es la única donde se puede escriturar
información. Nuestras culturas han tenido otras superficies textuales”; y el
madero que contiene el Códice Pachacamac, bien puede ser otra expresión de
escritura. Se dice: “En el madero hay una geografía de grandes sentires, de
buenos augurios y de los caminos de abstenciones que tenemos que seguir en
nuestra estancia terrenal” (…) Es una planicie verbal, un madero que habla sin
hablar. El madero carece de habla, pero lo está haciendo eternamente, muchas
veces sin que nos demos cuenta”.
El
mundo andino y el mundo occidental, son dos culturas distintas, con pensamiento
y filosofía propia.
El
mundo andino tuvo una filosofía extraña para los invasores; en ese universo de
conocimiento, la religiosidad iba más allá de letras y palabras. Las huacas,
cuando “hablaban se abrían los cerros y brotaba agua. De sus ojos salían rayos
de fuego, ya sea para abrir las peñas, los cerros, o en las planicies para
buscar donde estaban esos ríos subterráneos que venían de las cordilleras para
encontrar el agua. Facilitaban los surcos para que corriera el líquido elemento
y solas se formaban las grandes acequias”. Todo eso, de seguro parecerá, un
mundo mágico de sueños; porque son verdades que están más allá del
entendimiento del más de los mortales. “Moviendo solo sus manos (las Huacas)
abrían surcos en las tierras y sembraban las plantas. Corrían a velocidad por
la planicie y sus rastros se convertían en riachuelos. Cantaban y tocaban
enormes pinkullos y zampoñas sin tocar esos instrumentos. Los dejaban junto a
las quenas, colgados, amarrados a las ramas del árbol y con la intensidad del
viento creaban melodías que ellas mismas
lloraban de contentas”. Los pueblos prehispánicos se reunían junto a las
grandes Huacas a agradecer con buenas alabanzas. Se dice que, los vientos y las
lluvias obedecían a las huacas, ellas, “cambiaban continuamente el curso de los
vientos. Alejaban las lluvias cuando querían castigar a ciertas comunidades.
Cuando ellas permanecían en determinados lugares florecían los campos, la
producción de alimentos era abundante. El mundo andino en su concepción de
vida, podría decir que, estuvo fundado en un rico mágico realismo.
“El Códice Pachacamac”, es una obra literaria,
por lo mismo, hay necesidad de tener presente lo que indica Albertino
(personaje de la historia) “la ficción no es el calco ni la copia de la
realidad, tampoco es mentira y fantasía: Es la recreación de la realidad”).
Eso, es importante de subrayar. La historia que cuenta este libro, es
apasionante, habla de una realización humana en el tiempo, en el que asoma el
espíritu andino con su riqueza cultural, la que quiso ser “extirpada” por los invasores (españoles), pero, que a la
final aquella sigue alumbrando con su luz.
Luego
de leer el libro, todos los lectores se preguntaran ¿quiénes somos verdaderamente
los peruanos? Nadie aún puede dar una respuesta. El pasado milenario de la
cultura andina está esperando a que la hagamos hablar. La novela de Dimas
Arrieta, queriéndolo o no, invita a los lectores a dar respuesta a esas
interrogantes que surgen luego de la lectura del libro. Es cierto, el antiguo
poblador peruano, tuvo “conciencia que ha existido una fuerza superior
espiritual que está por encima de todo el poder humano en la tierra. Un ser
superior, llamado celestial, el gran hacedor. Wáleck, Chimor, Ai Paec o
Pachacamac”. No todos los testimonios que dan cuenta de la existencia de esa
riqueza cultural fue borrada o destruida. En los mitos de Walack en Piura, Ai Paec en Lambayeque, y el de Chimor en La
Libertad, y en todos que existen en los demás pueblos del Perú Antiguo, hablan
de esa fuerza superior espiritual; sin embargo, pocos se preocuparon por asomar
a esas verdades nuestras; por eso mismo, “es imperiosa la necesidad de
conocernos a nosotros mismos”, para luego tratar de completar la realización de
esa obra que quedó inconclusa. El ser humano se encuentra “navegando en la nada
y con muchas dudas”, despejemos el camino y demos luz.
Al
concluir la lectura, del libro, uno termina por entender que existe una
conexión entre el epígrafe con el que empieza el libro, con lo que se expone en
el epílogo del mismo, concluyéndose que: la imagen del Señor de los Milagros y
el ídolo de Pachacamac, es lo mismo. La historia cuenta que, en épocas
prehispánicas, hasta el Santuario de Pachacamac, en peregrinación, llegaba
multitud de gente de todos los confines del mundo andino; y que, en la Colonia
se prohibió estos cultos religiosos, pero, no lo consiguieron, porque el pueblo
andino siguió con sus tradiciones religiosas, y no olvidó los rituales de
adoración y fe a Pachacamac. Los españoles (invasores) pretendieron
“extirparlo”, pero no lo consiguieron, porque esa tradición religiosa pervive
hasta nuestros días encarnada en lo del Señor de los Milagros, vive mimetizada
en la religiosidad occidental.
El
libro de Dimas Arrieta, luego de su lectura, me permite escribir este texto, en
el que me refiero a algo que siendo nuestro en más de las veces tratamos de
ignorarlo, por no haberlo entendido como de debiera.
NOTAS:
(1.- “El Códice Pachacamac”
(Novela Corta) de Dimas Arriera Espinoza, Editorial Polisemia. Primera Edición,
octubre 2016. Dirección Editorial: Marcia Morales Montesinos. Diseño de
Portada: D´talles. Diagramación: Lizardo Tavera y Denys Aire Dávalos.
Fotografía: Lizardo Tavera. Impreso en los Talleres Gráficos Apolo-Lima, 88 pp.
Formato: 14 x 21 cm.
(2).- Dimas Arrieta
Espinoza, Nació en El faique (Huancabamba – Piura) Ejerce la docencia
Universitaria en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional Federico
Villarreal y en la Universidad de Periodismo Jaime Bausate y Meza. Ha publicado
entre otros, los siguientes libros:: “En el Reyno de los guiayacundos”; “El
Jardín de los Encantos” (2008); “Los Majoteros y otras historias gastronómicas”
(2010); “La Venganza del viringo” (2001); “Los Fantasmas del Estadio Nacional”
(2013). (2003)
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