CARMEN OLLE: DIGNIFICACIÓN DEL SER
Y LA PALABRA
Por Teodoro J. Morales
Carmen Ollé Nava,
poeta, narradora, crítica. Nació en Lima el 29 de Julio de 1947. Hija de Luis
Ollé Destéfano y Carmen Rosa Nava Acevedo Estudió en la Facultad de Educación
de la Universidad Mayor de San Marcos, en la especialidad de Lengua y
Literatura, en 1975 obtuvo el título de Licenciada.
Es
ubicada en la Generación del Setenta.
Fue integrante del Movimiento
vanguardista HORA ZERO.
Ejerció
la docencia en la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle (La
Cantuta) de 1981 a 1993. Fue directora del Centro de Documentación sobre la
Mujer (Cendoc-Mujer) de 1992 a 2000. Fue directora del PEN CLUB del Perú,
Presidenta de la Red de Escritoras Latinoamericanas (RELAT); y desde el 2000
Coordinadora del programa Ciudadanía y Comunicación en Estudio para la Defensa
de los Derechos de la Mujer (Demus), y, dirige Talleres en el Centro de
Estudios Literarios Antonio Cornejo Polar.
Tiene
publicado, los siguientes libros: “Noches
de Adrenalina” (1981); “Todo Orgullo
humea de Noche” (1988); “¿Por qué
hacen tanto ruido?” (1992); “Las dos
caras del deseo” (1994); “Pista
Falsa” (1994); “La Muchacha bajo su
paraguas” (2002); y, “Retrato de
mujer sin familia ante una copa” (2007).
“Noches
de Adrenalina”, para Sylvia Miranda Lévano, marca “un hito en la poesía peruana escrita por
mujeres en los años 80 tanto por su osadía como por la seguridad de su palabra
y de su propuesta. La obra dio paso a una corriente de poesía femenina que se
define en contraposición a los valores machistas de la sociedad peruana en
particular y que se orienta hacia una búsqueda de liberación a partir del tema
erótico”.- (”Poesía y Novela: el parís de Carmen Ollé”. Anales de Literatura
Hispanoamericana 2008, vol. 37, pp. 275-285); y para Rocío Silva Santisteban,
en ese libro, “con una voz potente, hiperracional y sincera hasta el dolor
(Carmen Ollé) se ha convertido en uno de los hitos de la poesía
latinoamericana”. (“Homenaje a Carmen Ollé”. “La República”, edición del 10 de
Enero del 2017).
Para
Amelia Villanueva Ramírez “Noches de
Adrenalina”, es una obra poética fundamental y emblemática, que descubre a
su autora “como una mujer preocupada por temas que recién con el paso de los
años se han trabajado no solo en el ámbito literario sino social, como
cuestionar el orden patriarcal donde las mujeres son esclavas” (…) “Este libro
es un símbolo de la liberación femenina, no solo como liberación del cuerpo en
el sentido anatómico, sino del espíritu, como que una cosa no puede ir
desligada de la otra. Pero Carmen Ollé trasciende a ese pensamiento y pretende
ir más lejos, hacia la liberación mental, en que uno pueda pensar por su cuenta
y que no sea pensado”.
Carmen
Ollé, con su poesía marca todo un hito en la Literatura Peruana. Hay una verdad
que no se decía. La mujer, en nuestro medio, no tuvo la valentía de hablar con
libertad; todas habían sido condicionadas en su formación, a los requerimientos
de una sociedad pacata. Ese “que dirá la gente” era producto de una mal
entendida moral. Todos se asustaban cuando había que hablar del sexo, aquello
siempre les pareció sucio; palidecían al ver un cuerpo desnudo, y cuando
escuchaban la palabra pene, el rubor se les subía al rostro.
En
esta sociedad nuestra, todos exhiben una “moral” como un simple disfraz, para
aparentar ante los demás, algo que no se práctica; igual sucedió con el
lenguaje. Nuestra malicia marginó de su repertorio muchas palabras, a las que
por obra de esos tontos prejuicios, se les ubico dentro de lo que se calificó
como “malas palabras”.
“Noches de Adrenalina” (1) de Carmen
Ollé, es sin duda el primer libro importante, en poesía, escrito por una mujer
en el Perú. No teníamos una poetisa con voz propia. María Emilia Cornejo fue
algo especial, pero no llegó a entregar lo más valiosos que había en ella; la
muerte se la llevó demasiado pronto.
En
este libro, que se comenta, la poesía no está concebida dentro de esa tradición
de onomástico o de un falso civismo. Ella se ubica en un campo al que muchos cuestionan. La autora es
consciente de la posición que asume. No le interesa el juicio de los falsos
moralistas. Dirán que es irreverente. No hay nada de eso, simplemente se da la
libertad que necesita para ser auténtica: (“La crema nívea sirve para que la palara pene se sumerja/ tranquilamente en la palabra ano”).
Ella se burla, de todo lo que parece serio i “digno”; sabe que en el fondo, de
todo eso, se esconde una vil mentira. No titubea como otras cuando escribe.
Muchos
viven encerrados dentro de su miedo, y nunca se realizan. No tienen fe ni alma
(léase espíritu). Muchos terminan siendo nada dentro de lo mediocre. Hay que
tener valor para quitarse esa vieja máscara y mostrar a la persona en toda su
real miseria, solo entonces se ve surgir lo valedero.
Dice:
“De niña las sensación de ser buena
dirigía mis actos/ de día el sol
alargaba una limosna/ invitaba de mi
sándwich un bocado/ después de
masturbarme quería llorar de miedo y de vergüenza/ tenía el tic de la señal de la cruz/ las misas de difuntos era el coro que necesitaba/ la miseria de mi adolescencia/ oh bondad de ti no queda más que la
veleidad/ de haberla sentido”.
No
son simples palabras. La poetisa las transfigura dentro de una concepción
verdadera; le devuelve la salud al lenguaje. Es un mostrarse tal y como somos.
La palabra se hace impersonal al hablar de aquello que era prohibido, y consigue
romper aquellos muros de la incomunicación, impuestos por una censura enferma y
desquiciada. Ella, dice: “la
transfiguración de las imágenes es el brillo de nuestra fantasía”.
Hemos
sido formados dentro de una mentalidad (totalmente) equivocada. Carmen Ollé, en
su palabra, desnuda aquel mundo al que se disfrazó de honorable, lo muestra con
aquella crudeza, que hará que muchos se santiguen. Ella está curada de todos
los miedos. Hay cierta ironía, cuando dice “Abro mi fantasía i la encuentro deliciosa”.
No
es poesía erótica la suya. No es un libro pornográfico como –quizá- pueda
parecer. Es una manera muy sabia de dignificar a la verdad en la palabra.
NOTAS:
(1).- Carmen Ollé: “Noches de Adrenalina”. Lima. Cuadernos
del Hipocampo, 1981, 54 pp.
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