JUAN RODRÍGUEZ JARA: EL TIEMPO CONTEMPLANDONOS
DESDE SUS ALTURAS
Por Teodoro J. Morales
La vida abre caminos
a su paso, por los que vamos hacia la realización de nuestros destinos; ella,
como la mejor escuela que se tiene,
llena nuestros espíritus con ricas vivencias.
Juan
Rodríguez Jara (1) en “Aromas de la
Tarde” (2), habla del tiempo en esa su eterna huida del espanto. En la
memoria -de cada uno de nosotros- queda registrada la historia de lo vivido, es
lo único que queda al final de todo.
En
los poemas de este libro encuentro un espíritu casi religioso; y es que, Juan Rodríguez Jara, nació para
sembrar la esperanza en su palabra, (“Desde
la cumbre nevada andina,/ hasta el
valle del calor devorador,/ he
caminado el busca de esperanza”); él, al concluir su secundaría, quiso seguir la carrera religiosa tratando de
seguir una tradición que tiene su familia, pero no fue.
La
tierra donde nació, habla en lo que escribe Dice (“Allá en mi Tullubamba lejano/ dejamos
el batán de dos cuerpos,/ donde el
maíz molía Herculano,/ con su tuñay
de piedra veteada/ bailando
chimaychi, cual danzarina,/ haciendo
masa de maíz cuzqueño”); o cuando dice “En la cocina está el batán viejo/ con su volante, calando el rocoto rojo/ con el huacatay verde de la huerta./ Luego molerá el maíz blanco/para
hinchar en tripas la morcilla”. --- “La
bicharra de barro quedó triste,/ sin
ollas, de arcillas generosas”). Es posible que, para aquellos que vivieron
lejos de esta realidad de vida, eso parezca extraño, les será ajeno, porque no
conocen ese lenguaje de la vida.
Es
cierto, como dice Elmer Neyra Valverde: ”No en cualquier recogida de agua con
ripio a la orilla de los ríos hay vetas de oro, pero quien persiste en su
búsqueda las consigue”. En todas partes existe riqueza que la naturaleza entrega
a cada paso, o vivencias llenas de honda belleza espiritual, las que en más de
las veces –muchos, dejan pasar, sin detenerse a contemplar esa belleza, que nos
está hablando a cada paso y/a cada momento.
“Aromas de la Tarde”, en cada poema,
descubre al lector las querencias y añoranzas del autor del libro, que le toco
vivir. Pasajes de hondura humana, recuerdos de lo que fue en la tierra donde
nació y vivió. Cuando habla de las cruces, dice: (“ahora no puedo colocar siquiera piedras/ debajo de las cruces de mis cerros” (…) “Las cruces de los cerros desaparecieron… y con mis creencias que se olvidaron,/ en el paso de los años se enterraron”. De todo lo que conoció,
podría decir que solo quedó: Campanayuj,
Asjuaj, Amañico, y Huáncash, quienes
como atalayas vigilantes siguen oteando desde sus alturas a Piscobamba, viéndolo
crecer a otro rito, y con otras costumbres.
Cuantas
cosas van quedando en solo el recuerdo. Dice (“Los cajeros han venido de Chaupis,/ los segadores de Pumpa y Vilcabamba;/ el mayoral llamando está a todos,/ para mañana comenzar la gran siega”. --- “El patrón sale con los mayorales,/ escoltan la comitiva de chicha y coca/ ya contrapuntean las cajas y pincullos, / porque van llegando las gavillas a la era”). --- “Los rastrojos blancos/ tienen nidos abandonados/ de perdices, que
volaron”. --- “Paredes de adobe de barro pisado,/ encariñado con paja de trilla,/ revoque y molduras finas de yeso blanco,/ ahí, sonreían mis salones de infancia). Palabras, que eternizan
vida, y que ayudan a vivir.
Al
terminar de leer el libro, uno, termina por entender muchas cosas. (“ahora queda solamente la ilusión/ rondando en aquellas aguas,/ aguas que trizaron una vida/ sin brindar el amor con su hechizo”.
--- “anhelando llegar al rincón de
nuestros sueños”). El autor del libro, bien dice: “Te dejo mis papeles ajados por el tiempo/ allí encontrarás, la oración de la vida”); de mi parte, como
epilogo, tomándole palabras a Rabindranath Tagore, bien podría cerrar esta
historia de vida, diciendo: “cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón seguirá
hablándote”; y de seguro así será, porque es la vida- la que deja este
testimonio para no morir.
NOTAS.
(1).- Juan Rodríguez Jara, Nació en Piscobamba (Ancash)
en Enero de 1937. Hijo de Rodrigo O. Rodríguez Caldas y Laura Jara Cárdenas.
Estudió su primaria en el centro Escolar N° 304 de Piscobamba. La Secundaria lo
hizo en Lima, Pomabamba y Huaraz. Luego ingresó a la Escuela Nacional de Policía.
Siempre estuvo en el la inquietud cultural: incursiono en
el Periodismo y la Fotografía artística. Participo en la revista “Rumor de Lluvia”, es parte del equipo de redacción de la revista “Alma Libertaria”, colabora en la
revista “Perú Ancash”; y, participo de manera activa en la edición del “Libro de Oro Luzuriaguino”(2007).
(2).- “Aromas de
la Tarde” (Poemario) de Juan Rodríguez Jara, 80 pp. Formato: 14.5 x 20.5
cm. Impresión: Tetis Graf. Abril 2009. Diseño de la portada y contraportada:
Miguel Enrique Castañeda Yupanqui.-En e3l año 2010 publicó “Palpitar del Ande”.
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