ARMANDO CASTILLA MARTÍNEZ: UNA
POÉTICA EN DIMENSIÓN DE HOMBRE
Por Teodoro J. Morales
No
todos han leído su obra, de seguro.
Tantas cosas no se conocen, a pesar de que se han publicado. Hay mucho por
redescubrir en todas partes. Armando Castilla, es uno de esos valores que hay
que rescatar desde un olvido. En lo que escribe, encontramos una realidad de
vida, que habla a través de los labios del pueblo.
Armando Castilla Martínez (educador, escritor
y poeta), nació en Apara (Jauja) el 24 de diciembre de 1923. Hijo de Lizardo
Castilla y de Angélica Martínez Ponce. Estudió en el Colegio “San José” de
Jauja, y los superiores en las Universidades de Trujillo y San Marcos, y al
concluirlos optó el Título de Profesor de Educación Secundaria. Fue director
titular del Colegio Nacional Mixto “Inca Garcilaso” de Acolla y en la G. U. E.
San José de Jauja. Miembro del Consejo de Redacción de la revista “Jauja”. Fue
profesor titular del Colegio “San José” de Jauja. Publicó: “Cuaderno de
Lenguaje y de práctica Gramaticales Dirigida”.
Ha publicado, en creatividad literaria:
“Canto a los Pájaros Fruteros” (1962), “Oscura Lágrima” (1958), y, “Poemas de
Amor y de Ternura”. Es posible que existan otros, que no han llegado a mi
conocimiento. Dejó obra inédita.
En “Canto a los Pájaros Fruteros”, Gustavo
Valcárcel en su “Carta sin Pretensión de Prólogo”, dice: “Has tocado, un tema
extraído de la realidad de nuestro pueblo; y lo has hecho de espaldas a la
estafa “onírica”” y al “surrealismo maricón”, al tiempo que agrega “estás
andando tras lo que más queremos: una literatura enraizada en nuestra
realidad”.
“Me
duele el trigo cogido entre mis manos
y
quisiera un nido de alero enternecido
y
sepultar tu rostro de gemidos
tu
montaña de ausencia y abandono”.
En provincias, muchos se erigieron en poetas
y censores, y negaron derecho a que la poesía brotara con esa frescura y esa
hondura de alma. La poesía es eso, transfiguración de la vida en la palabra; es
la multiplicación de todas las instancias de nuestro ser sensible. Hay que
saber ponerle a la palabra no sólo esos colores de la fantasía, sino también
esa fuerza vital que le da el alma.
“crecerás a la sombra de la estrella
del
arrullo musical de los trigales
cuando
nazcan a la vera del camino
las
veloces golondrinas de la aurora”.
El poeta no se detiene en una visión
nocturnal, aquella que crea los infiernos, con los que meten miedo y asustan;
no se distrae, como un tonto, en la forma ciega que se hunde en el vacío; ni
atiborra sus sentidos con esas imágenes gastadas y viejas que se fijan en las
replanas. No hay esa repetición de sonsonete, que busca el aplauso. El recrea,
con su palabra, la vida; le da contenido. Dota de luz propia a un problema
social, descubriéndonos una verdad desde la dimensión del hombre.
“Te fue negado hasta la gana de estirarse
natural
y animalmente”.
Hay una apertura de vida en la esperanza; un
empezar, sabiendo que la espera dejará de ser tal en un próximo mañana, que
aquello será (toda) una realidad por la propia fuerza del sino de los tiempos.
El libro bien puede ser considerado como el pórtico de un amanecer deseado.
“Y así
sencillamente
como
quien llega a la sombra querida de la casa
ahuecas
mi corazón y haces tu nido”.
No es la palabra muerta del olvido, no es la
imagen perdida en un mar de símbolos extraños. Es la verdad emergiendo de a
poco, como una canción que se cantará con alegría, un día no lejano. Es la
esperanza a la que viste de poesía, es la palabra viva escrita con la propia
sangre de uno. Hay un corazón latiendo, con auténtico realismo, bajo la mágica
belleza de este canto.
“Aquí están
aquí
estamos todos los “pobres irremediables”
“el niño triste y sin palomas”
la
madre muerta en el dolor del hijo
amasando
justicia
la
canción del trigo y su desvelo”.
No es la palabra hueca, vacía, ni el ánfora
de un sueño. Es la palabra justa, sin esos enredos que esconden los prejuicios.
Es la vida, la que le da contenido. Lejos de sumirse en un abandono moral, se
levanta enarbolando una fe como bandera. Esta energía es la que salva; la que
hace eterna, a la palabra.
“Decirle
de una vez por todas:
El alba va cargando
de
piedras y palomas
de
tanto corazón ciego y desvelado”.
No siempre asoma un poeta, en los libros que
se publican. Armando Castilla es poeta por derecho propio, no porque lo diga
yo. En ese camino de la esperanza me encuentro con él, con esa misma fe, con
esa misma ternura que hace grande y eterno lo sencillo.
En la poesía de Armando Castilla, también
habla el amor. En 1958, publicó “Oscura Lágrima” (1). Reúne dos libros (“Oscura
Lágrima”, 20 ´’poemas, pp. del 1 al 35; y, “Piedra de Muerte Múltiple”, 26
poemas, pp. 37 a 77.
Muchos han escrito sobre la mujer y el amor,
pero, no siempre, al leer lo que publican, uno se siente vivir en la palabra;
digo esto, por qué, ese sentimiento no le desconocido a nadie, y, todos sabemos
de lo que se trata, aunque no se pueda definirlo con palabras.
El libro trae una hermosa dedicatoria, dice:
(A mi madre: el poema más bello y doloroso de mi vida).
Armando Castilla, es dulce y verdadero en su
expresión, su sentimiento brota así con la sencillez con la que viene a él la
vida: (“Yo te quiero endulzada de
puquiales/ como surco de chacra en primavera/ que te dé mayo su corazón de
choclo/ y el nidal su tibia blandura de recuerdos/ que te dé la tarde su
paisaje/ tembloroso de guindos y geranios/ y el agua que discurre/ más suave
que el beso de la brisa/ su blandura de flor/ de ala y suspiro”.-“Fruta
Nueva”).
No siempre llega a uno esa dulzura en una
expresión. Leo el libro, y siento la verdad de su expresión por que la
encuentro a diario hablando en el paisaje que me rodea.
El amor, en su naturaleza, es eterno. El
poeta, la define con ese conocimiento que le dio la vida: (“Una algarada de
palomas y torcazas/ anunciará tu paso” (…) “El arrullo de las espigas
verticales/ se calará/ muy hondo/ en el tiempo de tus cristales lunados/ y/
picoteando en tus senos el alba de oro/ descubrirá el secreto/ del agua y de la
fuente”.- “Presencia de Eternidad”).
Hay que haber vivido, haber hecho de uno la
fuerza de esos embrujos, para inventarle ropaje y vestirla en la expresión de
fiesta (“Tu beso será como la brisa/ que ovilla las añejas tristezas de los
hombres/ tus manos tejerán/ del agua de las lluvias/ la dicha de los pájaros/
la esperanza secreta del amado”.- “Dulce y Suave Colegiala”).
El amor esconde hondos misterios. Muchos no
alcanzan a beber a plenitud en esa
fuente, porque la vida es un permanente acabarse hundido en ese vacío
misterioso donde la vida navega como un barco a la deriva (“Morirse así
inexorablemente/ tan sin remedio/ sin un beso de amor entre los labios/ con tu
imagen sepultada/ en la oscura estancia del deseo/ con mi anhelo/ viajero”. -
“Morirse sin haber amanecido/ sin tener
todavía un pasado/ sin un tris de
ventura/ Y ella/ tan lejana/ tan ausente de mí en su destino/ sin importarle
esta montaña/ de dolor/ este rebozo de quebranto/ este irse cayendo de
esperanza herida” (…) “La ausencia ha de seguir cavando/ mi nostalgia/
esculpiendo tu imagen/ en la más honda y espantable desnudez/ burilando tu
imagen/ en la más desencantada arena”.- “Imagen de la soledad inesperada”).
Al amor la encuentro en esa otra cara que
ofrece, el olvido. (“Todo ha crecido en el olvido/ sin olvidarte./ Olvidarme a
mí mismo es imposible” (…) “Aún siento el contacto/ de tus manos/ la lluvia
menuda de tu voz/ y tu tristeza/ resbalándose/ hasta la misma urgencia de la
muerte”. (…) “Aún la lejana retama/ de tu nombre/ es un río de perfume/ en el
vacío de los silencios breves./ Aún la esbelta ternura/ de tus ojos/ es una
flecha que atraviesa/ el llanto/ la delgada materia del olvido”.- “Todo ha
Crecido en el Olvido”).
El amor tiene verdades que van más allá de
todo lo que uno imagina. Muchos van tras
de ese sentimiento, y no alcanzan a conocerlo plenamente en su vida El poeta
habla de esa su búsqueda, y dice: (“buscarte en la noche vestida de leyendas/
en la extremada pupila de la tarde/ y no encontrar/ nada más que el viento/ con
un tremendo cansancio sin fronteras” (…) “es como tener enredada entre mis
manos/ tus senos que proclaman su
blancura/ y sentir abatirse entre tus ojos/ un cuajo muy oscuro de gemidos”.-
“Radiografía del Sueño”).
En medio a toda vida, la ausencia siempre
esta como una sombra siguiéndola siempre, ella, no falta ni está ausente en
ella. (“Mis sienes han sentido/ la dulcísima suavidad de tu nostalgia/ mis
hombros/ las añejas tristezas de los hombres”. – “”Lo mismo da”. – “Mis manos
se extasían/ o se desmayan/ buscándote en el viento de la tarde”. – “El temblor
de tu nombre es un sollozo”. – “He de crecer a oscuras/ a la vera del hueso y
de la lluvia”.- “Lo mismo da”.
En todo lo que se ha escrito, sobre la poesía
de Armando Castilla, que he podido leer, encuentro que ninguno llegó al corazón
de su expresión, ni pudieron asir la esencia de su espíritu. Todos se quedaron
en una contemplación superficial de solo la forma de su palabra, ninguno se
atrevió a ir más allá, y así de fácil festejaron su ningún hallazgo.
En la poesía de Armando Castilla, está
hablando la propia vida, la que se expresa en una honda visión metafísica de
ella. Hay dolor de vida, desesperanza tejida con esencias de su propio dolor,
de entre el que renace para vencer al mismo olvido; por eso dice: (“Yo te amare
como el viajero ama el camino/ como la noche el espigado drama/ y en un gemido
de sombras tiernas/ serás la tarde vestida de ilusiones/ la esfera blanca de
mis marchitas sienes”.- “Ausencia Florecida”.
En el segundo libro, que incluye “Oscura
Lágrima”, el poeta, empieza inquiriendo: (“De que raíz amarga y fiera/ de que
distancia añeja/ de que temblor/ de que alarido/ de dónde este acarrear de
soles moribundo?”.-“Piedra de Muerte Múltiple”). Esa interrogante, encierra
todo el misterio de la vida. Habla de ese su eterno conflicto, donde la muerte
es el principio de la vida eterna. El tiempo en su historia de siempre y nunca:
(“Ser en la distancia es morirse en humillante lucha/es traer la cuenca de las
manos/ vacías/ es fatigarse/ correr tras la dulzura de un beso/ asirse a la
vida como un loco”. (…) “Ser en la distancia es no ser/ o serlo a medias/ es
flor de olvido/ acabamiento/ llanto de ocasos que agonizan/ distantes/ entre la
mar y el sueño”.-“Ser en la Distancia”). Para terminar al fin conociendo lo
real hermoso, en el que:. (“Volverán las horas felices del olvido/ y en el
granero habrá trigo de amor/ y no tendremos más que paz y dulzura para la mesa/
para las horas de amor sobre la tierra”.- “”Dejadme Soñar”.
Siempre se trató de medir el tiempo como si
eso fuese posible. No alcanzamos a entender que todo va más allá de lo que se
cree es. (“Algo muere en cada niño/ en cada ojo/ en cada estrella/ nacida en el
albor del sueño”.- Las Harinas del Alba”.
Es una poesía de hondo sentir existencial.
Trata de razonar partiendo del sentimiento humano, su nacimiento (principio y
fin), y, con imágenes y figuras tratamos
de perennizar su paso. (“Quiero sentirme
azul y rosa/ en la trastienda de mi yo orgulloso./ Quiero que colmes el cáliz
de mi vida que se agosta/ y que, al devolverme mi alma pura de niño enamorado,/
no se te olvide de que estoy muy solo,/ que están húmedos mis párpados que llueven”-Imploración”).
La angustia, es ese dolor que se expresa de
mil maneras: (“Eran los días en que la rosa aún ignoraba su destino/ y los ríos
hablaban con dulzura/ en la misma lengua de los pájaros./ La inocencia
habitaba/ en el palacio de una gota de rocío/ y en la más tierna y remota
infancia de las hojas/ era un enigma la fábula del hombre./ En la raíz
inmarcesible de los bosques inaugurales/ las fieras poseían el corazón de la
paloma./ Quiso Dios recrearse y creó al Hombre/ nacía la aurora para llegarse
noche/ y el suspiro manó/ y la lágrima/ en el primer pecho”. (…) “Dios nacía
hecho hombre/ polvo y médula/ mortal en la lejanía/ saboreando/ los sábados/ de
aguacero y otoño/ las tardes sin nadie/ sin noticias/ sin sabor”.- “Dios no sabía
de la Tristeza”).
Los juicios de apreciación que se emitió de
su obra no son muchos: Isabel Córdova Rosas, dice “La fuerza lírica de sus
versos se transparentan en su voz emocionada y tierna”(1); para Ruperto Macha, ella, “traduce al hombre
saturado de melancolía ancestral que amalgamando vísceras y árboles desde su
línea en pena no pierde el afán de poblar alguna vez sus desiertos e incendios
amorosos”; y para Apolinario Mayta es “el poeta de los ritmos precisos y de
metáforas delicadas”.
En definitiva podemos decir que Armando
Castilla Martínez, es el cantor de la tierra, quien en su palabra traduce los
sentimientos de vida del hombre. (“Mi canto es brisa en los trigales/ paloma
blanca para tu chola de capulí y almibar/
dulce como el beso del viento en alcaparra/ como pisar la hierba bien
descalzo/ como abrevar la madrugada/ en el limpio chorrito del misterio
Inanya”. – “Mi canto es la caricia de Yanajá/ su sueño de musgo y berro/ espiga
de agua de rural mañana/ salvia olorosa”.- “Canto a la Patria Pequeña). Donde, (“Todo florece/ bajo el Agua de signos
extraños/ en la columna misma de la imagen/ la claridad que inunda caminos de
sueños/ tal como una lágrima/ el murmullo de lejanas estrellas/ el diálogo de
la soga y de la muerte” – “Los hombres en su raíz de estrellas/ árboles heridos
por caminos abstractos/ respirando/ enajenándose de tanta hembra/ de tanta
tristeza/ asolando la unidad del hombre/ preguntándose de lirios/ de manzanas/
de los ojos ausentes de los niños”).- Fauna Sagrada”.
NOTAS
(1.).-
“Oscura Lágrima” (Poemas), 80 pp. Librería “La Universidad” Editorial. Se
terminó de imprimir el 17 de octubre de 1958 en los Talleres Gráficos P.L.
Villanueva S.A. Lima. Formato: 13.5 x 21 cm.
(2).-
“Nueva Literatura de Junín” de Isabel Córdova Rosas. Editorial San Fernando.
Huanca, 1982, p. 157.
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