CÉSAR CALVO: ENTRE EL RECUERDO Y
EL OLVIDO
Por Teodoro J. Morales
Nació el 26 de Julio
de 1940. Poeta. En la conferencia que dio, el 09 de Julio de 1974, en el
Instituto Italiano de Cultura en Lima, en el ciclo “El Escritor ante el
Público”; tuvo palabras confesionales sobre su quehacer literario. En esa
oportunidad, dijo: “Mis primeros versos los escribí a los doce años y eran
plagios de José María Eguren. Poco después de
descubrir a Eguren y a Vallejo (cuyos libros me fueron obsequiados por
mi madre, quien tuvo que ayunar para comprarlos), poco después, digo, tuve que
echar por la borda una magnifica carrera de plagiario, por culpa de mi abuelo.
Fue la tarde en que descubrí su cabeza, blanca, sobre la almohada consagrada a
sus siestas de verano. Me dio una pena horrenda verlo así, canoso, abandonado
al sueño, indefenso, supongo que ante el tiempo, y me fui a esconder en la
azotea conteniendo las lágrimas. Allí, avergonzado y solo, contemplando un
paisaje de techos ruinosos, escribí a mi abuelo una larga carta pidiéndole que
no envejezca, ¡y vaya a saberse por qué tuve que redactar aquella carta en
verso! --- Creo que así comenzó todo”.
Fue en ese momento, en el que nació el poeta. Rodolfo Hinostroza, dice
“Era un líder nato de nuestra generación de poetas”.
Nora
de Izcue, en una entrevista que se le hizo y publicó en el 2014, dice: “Nació poeta”, recuerda que
siendo un niño escribió una carta emotiva a su abuelo pidiéndole que no
envejeciera. En verdad, hay empieza a caminar el poeta, a hacer su historia;
Nora, dice más “Es una leyenda por su forma de ser. Tenía una exuberancia y
vitalidad especial. La leyenda del poeta surge sobre lo humano” (…) era una
persona desbordada, muy intensa como todos los poetas”. Hay toda una historia
por escribir de él. El poeta, fue una persona comprometida con la suerte de
nuestros pueblos. “César Calvo fue el guerrillero poeta. El poeta guerrillero
fue Javier Heraud. César Calvo era militante de la izquierda y se enroló en el
Ejército de Liberación Nacional. Conoció a Javier Heraud y ambos escribieron el
poemario “Poema a dos voces”” (…) “César Calvo tuvo entrenamiento militar para
combatir en las guerrillas” (…) “escribió poesía para los combatientes. Eran
cantos de aliento para no claudicar. Con “El cetro de los jóvenes”, libro de
poesía, gana el Premio Casa de las Américas.
El poeta hace suyo el dolor humano, por eso, “cuando canta al ande se desborda
un amor patriota impresionante. Le escribe a los afroperuanos, a los
campesinos, a los amazónicos, al hombre peruano con amor intenso”.
En
1960, escribió su primer cuaderno de poesía, con el que ganó el premio “El Poeta Joven del
Perú”, que compartió con Javier Heraud. “Poemas Bajo Tierra”, marca el inicio
de esa realización. Esos poemas, en su versión original, se publicó con el
sello Cuadernos Trimestrales de Poesía (Lima, 1961).
En
1975, el Instituto Nacional de Cultura, publicó “Pedestal Para Nadie”, reúne la
poética de César Calvo, corriendo de la página 25 a 56 los “Poemas Bajo
Tierra”; los que, para Alberto Escobar “evocan de una parte la opción
intimista, pero cernida por los tamices
de un arte que selecciona naturalmente sus palabras y expande, enlaza o reduce
las figuras para crear el sentimiento y, en base a él, vertebrar su discurso del
verso”.
Luego
de leer esos poemas, en ellos, encuentro el descubrimiento de una realidad, en
el que “se hace patente unas tendencia a poetizar el bien perdido, la
reconstrucción adolescente del ámbito de los afectos y de la familia
provinciana”, en el que asoma la nostalgia
por las cosas vividas; diría, es el testimonio de algo que -el poeta-
descubrió en su alma. Hay un mensaje de vida. Ese ciclo, se cierra con
estos dos pies de verso: (“Aquí yace mi voz. / ¡Desenterradla”).
“Poemas
Bajo Tierra”, recoge esos momentos en el que despierta el hado y habla,
instantes que dejaron huella en su vida (“Fui un muchacho lejano / Como el
viento. / Y paseé mi palidez cantando”. --- “Amé. / y he sido amado”).
La
soledad, siempre se encontrara en la expresión de todo poeta, es parte de su
propia naturaleza. César Calvo, en sus poemas, presenta la vida en ese tránsito
de siempre, en el que asoma la inocencia y su pureza; aquella, que termina
dando paso al desencanto (“desde hace mucho tiempo / las palabras hermosas se
ahogaron / en un país de soledad y sangre”). --- ---- (“¿cómo hablar, hermanos,
de la vida / sin llenarnos la boca de cadáveres? / ¿Cómo decir: la vida que
vivimos / es clara y es hermosa como el aire, / cuando todos los días la vida
es una mierda, / cuando todas las noches / nos asfixian, y hay alguien / que
envenena la lluvia de las tardes?”). Uno empieza a caminar, y en esa estación
primera descubre la vida plena de ilusiones y esperanzas que se esfuma y
pierde, dando paso a una realidad dura, áspera, en el que asoma la otra cara:
con la muerte. El poeta, dice (“Allá para mañana me esperará el recuerdo /
bebiendo, en sus hoyuelos, semestres de frescura. / Y sus ojos, sus ojos donde
tremola mi alma / húmeda de arcoírises. Allá para ternura”). --- --- “(Le tengo
un miedo hermoso a su dulzura)”.
Descubrir
la verdad, a la vida, nunca fue alesionante para nadie. Es como recoger esos sueños que nos ilusionaron, una vez,
hecho pedazos. (“Veinte años de tener derecho a nada. / Veinte años de jardín /
en vano. En vano, / Veinte años de lavarle la cara a la pobreza / para no
quedar mal con las visitas”). El que realmente llegó a conocer lo que es la
vida, en su verdad más dura, se detendrá un momento a leer estos versos; y de
seguro, asomara unas lagrimas a sus ojos, porque se reencontrara con lo
perdido. El que supo conquistar derecho a vivir, sabe que tuvo que enfrentarse
a realidades duras, arder hasta sus cenizas y volverse a levantar de entre
ellas; claro que, para los que la vida siempre fue fácil; para los que, todo le
pusieron en la boca; para esos, no tendrá significación el poema. (“Esperando
los ojos de la luna / se evaporó de soledad la fuente. / Anoche degollaron a
los nardos. / Cayeron por su aroma los cipreses. / Inútil irse a mendigar
rocío. / Aquel jardín, este jardín, se muere”. --- “Que ya no sueñen, soñador,
tus manos. / Que ya no lloren, llorador. / Se muere”).
En
él, asomó tempranamente la soledad, para vivir entre el recuerdo y el olvido.
Dice: (“Estos no son los cuentos que en las tardes / nos contara la infancia. /
Invierno arde en el centro de las cosas. / Dios desalmado, en todas partes /
calla. / Ni hablar podemos como en otro tiempo: / invierno ha devorado la luz de
las palabras”. --- --- “Invierno como un triunfo de neblina / está nevando
invierno en toda el alma”).
La
fugacidad de la vida, preocupa a todos: (“Tus ojos envejecen en todos los
retratos. / La nieve de otros años oxida las ventanas. / Y nuestros pasos
suenan, en los patios / que el invierno anegara, / oscuros como pasos de
fantasmas”).
El
poeta, en sus primeros años de vida, conoció una realidad de sueño romántico,
para, luego de cruzar la adolescencia, empezar a descubrir otra realidad
distinta (“Antes el mismo río / detenía sus aguas por bebernos. / Ahora nos
sentamos / al borde de la vida / a mirar cómo todo nos deja sin recuerdo”).
El
poeta, descubre en su palabra, para el mundo, esa realidad que la vida le
entrego para sufrirla y ser feliz. No son cosas que se inventa. No es palabra
estructurada con la imaginación, inventada partiendo de sueños o nacida dentro
del vacío. No es la imaginación, creando en la nada. Es la vida sangrando desde
sus llagas, el dolor padeciendo en la desgracia de todos; ver como, aquello que
se quiere, nunca llega. En el poema "Hoy Hemos Almorzado de Memoria”,
dice: (“Hoy hemos almorzado de memoria. / De nuevo / de memoria. / Contando
alguna tarde de provincia, / mi madre se ha quedado dormida en una alondra. /
En una alondra antigua y silenciosa.” --- “¿Quién va a venir ahora, con la voz
de esa alondra, / a hablarnos de la dicha y de las rosas? / Con la luz de esa
sombra ¿quién va venir mañana / a hablarnos del perfume radiante de la dicha, /
dichoso / de las rosas?” --- “Ya nadie vendrá ahora. / Nos hemos devorado la
voz de las alondras.” --- --- “Ya nadie vendrá nunca. / Contando alguna tarde
de provincia, / hoy nos hemos comido para siempre las rosas”).
No
todos los poetas hablan con desencanto y hermosura. César Calvo, en el poema
“Mi Padre llegó Ayer”, es tierno al desnudar una verdad que se da en la vida de muchos, dice: (“Mi
padre llegó ayer. Ha parecido / una partida más este regreso. / A mi llanto he
subido para verlo / perderse por la cuesta más honda”. --- “Qué ganas de
decirle que estuvimos / esperando sus pasos / para seguir muriendo! / Qué ganas
de que nada, que sus cartas / nunca escritas / nos llegaron sin falta! / Pero
la casa / calla. / Y todos caminamos / de puntillas, para no despertarla. / ---
“Mi padre llegó ayer. No sé quién baja / a media asta los días de febrero”. ---
“MI padre llegó ayer. / Y está más lejos”). Poemas con calor de vida, como
este, en verdad, no son escritos, son muchos. Poemas donde la tristeza salta
desde su exilio más hondo para gritar su verdad, porque duele; porque la
mentira que llega disfrazada, quiere destruir la alegría que se había
conquistado sin ella, sin esperar nada, pudiendo aquella darlo todo, no lo
hizo.
César Calvo, publicó: “Poemas Bajo Tierra” (1961),
“Ausencias y Retardos” (1963); “Ardiente Sombra” (1967); “El Cetro de los
Jóvenes” (1967); “Ensayo a dos Voces” (1967); “Poemas y Canciones” (1967); “Poemas
de César Calvo y Pablo Vitali” (1972) “Pedestal Para Nadie “(1975). Él, por su poesía, se hizo merecedor al
premio “El Poeta Joven del Perú” (1960); Mención Honrosa al Premio de Casa de
las Américas; y por su libro “Pedestal Para Nadie” fue galardonado con el
Premio Fomento de la Cultura de 1970.
Todos
en algún momento trataron de definir la
poesía; pero, eso quedó en solo intento. César Calvo, dice: “Siento que
cada libro, cada poema, cada verso, obedece a sus propias, intransferibles
leyes. Tiene su tiempo de luz, como las vendimias, y su sed de llorar, como los
hombres. De allí que definir me resulte tan fácil e imposible al mismo tiempo”
(“Se escribe un poema para que el poema nos / acompañe, / para no estar tan
inexplicablemente solos”); y termina diciendo “la poesía es como el bastón de
un ciego, que con ella en la mano es posible seguir el camino pero no es
posible verlo”.
César
Calvo, nació para ser poeta, para abrir su corazón al mundo; para que su
palabra hable de cosas que sucede a todos, por eso, cuando uno lee lo que él
escribe, uno siente que nosotros estamos hablando por su boca.
Conocí
a César Calvo, con él, compartí tantas tardes en pláticas amenas, en las que la
sabiduría que le había dado la vida lo compartía sin egoísmo con uno. Me hablo de ese universo
que lo habitaba, de ese fuego misterioso
y alado, que encendía su palabra y la hacía hablar; de la belleza aquella que
construía con esa realidad que todos viven; de su palabra, en esa búsqueda de un acento propio que la hiciera
caminar eternamente; para él, mi Homenaje.
Falleció
el 18 de agosto del 2000.
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