Friday, March 3, 2017

JOSÉ GÁLVEZ BARRENECHEA: UN ASOMO A LA TIERRA DONDE NACIÓ

JOSÉ GÁLVEZ BARRENECHEA: UN ASOMO A LA TIERRA DONDE NACIÓ

Por Teodoro J. Morales




No siempre se llega a conocer el real espíritu de una obra literaria; en más de las veces, nos acercamos a ella de manera superficial, y nos quedamos en su envoltura. ¿De la obra literaria de Gálvez, en su expresión tarmeña, cuantos la conocen?  De seguro, pocos.
José Gálvez Barrenechea, nació en Tarma; en ella, bebió el agua de fuentes misteriosas, así descubrió la pureza de la vida, en medio a ese bello paisaje que se conoce y que vio crecer ante sus ojos; en esa magia del color, que se abrió como abanico en la magnificencia de un arco iris, descubrió el secreto de ese misterio hecho luz; y en ese horizonte diáfano de límpido cielo azul encontró la transparencia, y así asomó para él la verdad del tiempo; así encontró el camino a la poesía. En ese libro, de la naturaleza, encontró conocimiento, sabiduría e inspiración, y se hizo escritor.
Este tarmeño, fue poeta por sobre todo; eso, no le quita mérito a su trabajo en otros géneros literarios. Su espíritu sensible le permitió escribir textos, como heredero de una tradición, cuya grandeza descubrió y supo entender. Dice: ("Aquí mecieron mi cuna/ las Hadas de la ilusión,/ y aquí la mala Fortuna/ me destrozó el corazón".(…) "Aquí me alzaron de niño/ las alas de la Esperanza,/ y me cuidó ese cariño/ que solo la Madre alcanza"). Muliza 1921, publicada en el libro "Mulizas Tarmeñas" de Jesús Hidalgo Atencio, 1938.
El texto es muy significativo, es testimonial. El poeta, retorna a su niñez, en el que descubrió el secreto de verdades que siempre vivieron con él; ese mundo mágico de la ilusión, de la esperanza; ese mundo de belleza incomparable, que Tarma tiene como tesoro; también supo de la mala fortuna, en el amor. Ese querer retornar a ese mundo maravilloso de su niñez, tiene una explicación: Esa verdad primera, que descubrió un día, se hubo desdibujado en esa otra realidad que encontró en la vida urbana de las grandes metrópolis, donde la falsedad y la mentira le quitan belleza y autenticidad a todo; mundo donde se fabrican imágenes, como producto de una mentalidad mercantilista y comercial.
La mujer tarmeña, con su belleza, también fue su inspiración, dice: ("Mientras de amor me consumo/ vengo a tu puerta a cantar,/ y vengo a ti, como el humo/ del incienso va al altar",(…) "Pero tú, sorda a mi ruego,/ me miras llorar, aleve,/ sin que derrita mi fuego/ tu indiferencia de nieve". Muliza l921, publicada en el libro "Trayectoria de la Muliza Tarmeña" de Pablo Oropeza de la Cruz, 2003, p.24.
Esto es poesía, inmersa en el costumbrismo del lugar donde nació; es la Poesía en el Folklore; es posible, que no todos hayan advertido la importancia de estos textos. No hay duda, Gálvez, en Tarma nació como poeta; eso, no se hizo en otro lugar.
Gálvez conoció de las raíces de las manifestaciones culturales que se dieron en Tarma; sobre LA MULIZA escribió un ensayo esclarecedor, en el dice que "la chimaycha se insertó en el cantar del arriero con modificaciones de ritmo en el bordoneo, imitador del trote de las mulas y se aplicó tal modalidad especialmente en las fiestas del carnaval, en Tarma"; indica que "Tarma fue no solamente centro capitalino de vastisima región de nuestras serranías y selvas de Chanchamayo, sino lugar de comercio muy activo de toda clase de acémilas necesarias para el carguío de ricos productos". ("La Muliza, publicada en la revista "FOLKLORE". Tribuna del pensamiento Peruano. Edición Extraordinaria con motivo de su Décimo Aniversario. Lima, Junio y Julio de 1953. Nº 30).
EL ESPÍRITU DE TARMA EN SU POÉTICA: José Gálvez Barrenechea, vivió en Tarma, un corto espacio de su vida (1920-1921); luego, se desarraigo definitivamente de ella.
Hay que haber leído su obra, para encontrarlo en la esencia de  una sabiduría vivida y escrita.
¿Cuántos se acercaron al espíritu de su obra?  De seguro, pocos lo han hecho. Casi  todos guardan de él, un nombre y una simple referencia de lo que fue e hizo.
En su corta estada en Tarma, escribió un libro que es fundamental para la poesía en Tarma: "Paz Aldeana".
En "La Boda" (novela) de Gálvez, publicada en febrero de 1923 por The University Society Inc., se anunciaba como libro en preparación "Paz Aldeana" (poesías); pero, hasta donde es de mi conocimiento, aquel libro no llegó a publicarse, y permaneció inédito hasta después de la muerte de Gálvez; y gracias a Okura Editores S.A. es posible conocerla, en el Primer Tomo de las "OBRAS COMPLETAS" de Gálvez (pp. del 289 a 358).
En este libro, hay una visión en el que podría decirse se encuentra una Tarma que se fue. Hay una emoción y una frescura, en la que se descubren verdades en su inocencia. Los propios títulos de los poemas que la integran, nos acercan a esa realidad lejana, de algo que fue y ya no es (la aldea, la casa antigua, la hacienda, la campiña, los bueyes, los caminos, las acequias, etc). No se trata de solo títulos; lo importante, es el espíritu que dejó en lo que escribió.
En "El poema de mi pueblo", hay una visión histórica de Tarma; ahí encuentro la génesis de una realización social en el tiempo. Es un Canto Epico a la tierra en que nació, a la que quiso y entendió a su manera, a la que trato de descubrirla en ese misterio que se pierde en la hondura de los años. Manuel Baquerizo, dice que ese poema “viene a ser una representación histórico-poética de Tarma, una crónica rimada de la ciudad, desde los tiempos de los señoríos regionales hasta la época republicana, atravesando naturalmente la conquista Inca, la invasión española y el coloniaje. Reconstruye la leyenda milenaria de “aquel rincón andino”… / donde al Amor y al Destino le plugo que empezara yo a sufrir y soñar…”. Los primeros habitantes son pastores, “mezcla de guerreros y de artistas”, que aman, dice, a sus viejos fabulistas que cuentan relatos de zorros y cóndores”.
“Paz Aldeana”, “es un invenatrio singular de tipos humanos, costumbres y ambientes naturaleza. Por allí desfilan las autoridades, el cura, la matrona, el médico, el gendarme, el idiota y “el incomprendido”; además, de una sucesión de estampas o viñetas sobre la fiesta del 28 de Julio, la procesión, las veladas y el viático.” --- “lo más atractivo literariamente, por su sentido descriptivo y pictórico a tono con su teoría, sean las estampas de la casa antigua, la huerta, la campiña, los olivares, los caminos, las acequias y el camposanto”.
“La visión que tiene Gálvez de la realidad es una visión bucólica, sentimental y risueña. En este cuadro, amable y idealizador, los principales delpueblo son gentes bondadosas, serviciales y solidarias”.
Hay algo que resaltar de todo aquello “la mirada del pòeta está siempre pendiente de la aristocracia provinciana, como si fuera ésta la única clase social que habitara la ciudad. En la perspectiva poética … no tienen sitio los sectores populares y la población campesina. Lo indígena para él es una “misteriosa y enorme vaguedad legendaria”. Es la misma imagen que presenta en La Boda.”
Lo más destacable… es el sentimiento de la evocación y la emotiva remembranza de las cosas. Se ve el mundo nimbado con la luz nostálgica del pretérito y la lejanía. El poeta encuentra un raro encanto en las cosas que envejecieron, que se acaban.” “Lo que hace … es evocar, en tono elegiaco y sentimental, la grandeza pasada de una clase social y de su forma de vida patriarcal. Cuando el poeta describe la realidad local, más que mostrar el objeto presente, tiende a desenterrar su historia, a rememorar lo que fue. Aparece más bien la villa colonial en su atardecer, en su declive histórico y social, que vive de sus recuerdos, de la remembranza de los fastos pasados y de su viejo explendor. No asoma ningún sentimiento de lo venidero, ninguna preocupación hacia el futuro. La poesía de José Gálvez es el canto fúnebre, el requiem por una ciudad que ha perdido el encanto de lo tradicional, sin provocar el deslumbramiento de la modernidad. Tarma es una ciudad quieta y adormecida, que vive de la añoranza de su grandeza antigua, testimoniada por sus mansiones derruidas de portales soberbios, columnas señoriales y patios mustios, por donde caminan solamente ancianos de buenas maneras. Esta imagen de la ruina, tiene ciertamente su correlato en la realidad social de la provincia: la crisis de la antigua aristocracia terrateniente”•. El poeta se constituye en “el interprete de la ruina de la oligarquía serrana”.(…) “Su poesía representa el final de una época. En este sentido “Paz Aldeana” es un libro francamente crepuscular”.
En el referido poema, dejó una profesión de fe; da a conocer, que la fuerza y alimento de sus hados nace en el lugar donde nació. En consecuencia, el espíritu literario del escritor nació en Tarma, y no en otro lugar. Dice: ("Hay una misteriosa música que de lejos/ suele venir en alas de una ilusión a mí./ rumor de danzas y cantares viejos/ que no se cuando los oí./ Con ella vienen inefables dejos/ y aromas de campesinos que alguna vez sentí,/ y que envuelve en sus oros de rútilos reflejos/ la luz que antaño recibí").
Son muy significativas, esas palabras; ya he dicho, el poeta nace no se hace. Gálvez no nace sólo en Tarma, sino que al mismo tiempo trae impreso en su sino un espíritu que le dio personalidad a su estro.
Los recuerdos afloran en su inspiración, sin explicarse de donde vienen; aquello fue para él, como música de una edad lejana, tanto que dice, esos "...ecos me esclarecen la leyenda poblana/ que en sombras duerme en mí").
Gálvez trató de inmortalizar a Tarma en su paisaje, en su tradición, en su historia: quiso recogerla en los colores de su naturaleza viva. Lo que el conoció, no fue esa ciudad de hoy de caprichosos gustos  modernos; era ese poblado incontaminado de gustos extraños y extrafalarios.
Al describir esa realidad de entonces, dice: "...sus casas de pobre arquitectura/ se arruinan sin que nadie consuele su amargura/ y en la calma sus hilos de araña teje el tedio". Habla de una ciudad apacible, donde el tiempo transcurría sin ser testigo de nada importante, en el que nada alteraba el desasosiego. Era como una morada del olvido, donde las leyendas hicieron un mundo aparte, por eso, quizá perpetuo ese aparente abandono de una población aldeana, donde quizá -el poeta- descubrió el hondo significado de los silencios.
Cuando se refiere al cura (sacerdote), recuerda sus "sermones y consejos de sencillez añosa"; dice: "Ya esta viejo. Se duerme leyendo su breviario,/ no le turban secretos que en el confesionario/ antaño le tentaron con perfumes de mal"; en las que "las únicas profanas ideas de sus días/ con su huerto y las aves que alberga en su corral".
En el libro, presenta una radiografía de una realidad vivida, quizá no sentida; el espíritu de un pueblo y su gente, en un determinado momento de su existencia. Luego de la lectura del libro, he glosado pasajes como estos:
Es posible que de otras lecturas que puedan hacer, asome visiones distintas; no niego, esa posibilidad. En mi caso: leo el libro, y reviso mi memoria de lo que me toco vivir, y encuentro que en ese tránsito de tiempo se han roto muchos espejos en los que se reflejaban imágenes distintas, de las que ahora se ven.
Gálvez, al hablar de "La Plaza", describe una de aquellas que no faltó en todo pueblo, en el pasado (con glorietas e historias); es una acuarela, que se exhibe como un recuerdo, de la que nada o poco queda en la plaza que hoy se tiene.
En su poema "La Campiña, habla "sobre la claridad azul de la mañana/ al borde de la acequia canturreando la aldeana/ lava el lienzo, mirando deshacerse la espuma".
De seguro pocos asomaron a la poética de Gálvez; por lo mismo, no saben que en ella inmortaliza a Tarma desde una visión muy particular de él.
Gálvez canto al español con una emoción muy suya, se sintió identificado con el; tanto que dice: ("Eran ágiles, fuertes; los truenos y los rayos/ salían de sus diestras en fulmíneo lucir,/ y acerados y erguidos en sus recios caballos/ las flechas los tocaban sin hacerlos morir../ Eran como los montes, inconmovibles; fieros/ como los pumas; rápidos como lo es el cóndor;/ como la noche, graves;/ como la luz, certeros;/  y trágicos y austeros como lo es el dolor!". (…) "Llenos de resplandores, parecían divinos,/ temblaban a su paso vencedor los caminos/ y hasta el cielo fingía quererlos ayudar!".
Gálvez, es quizá el primer poeta tarmeño que universalizó una expresión, dejó de lado aquel localismo intrascendente que se acostumbro en provincias; rompió aquellas amarras que sujetaban a una auténtica creatividad, porque llegó a entender que aquello la hundía en lo intrascendente. Si bien se preocupó por conocer las tradiciones del lugar donde nació, eso no dice que llegara a conocer el alma profunda de su tierra, y a la final terminó rindiéndole tributo a una Lima que se va.
En ese manantial que es "Paz Aldeana", debemos de beber para perennizar la vida de nuestros pueblos; y hacer que florezca la palabra de sus hijos con espíritu universal, haciendo que el sentimiento del hombre vuele y viaje como el aire, llevando en sus alas la belleza de esos `paisajes que tiene.


                                           Tarma, 9 Agosto 2004.


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